Fake News antifeminista en el diario «El País»: “Una manifestación enfrenta a abolicionistas y a defensoras de la prostitución”

Pilar V. de Foronda
Pilar V. de Foronda
Artista escultora. Doctora en Bellas Artes. Agente de igualdad y detección e intervención en violencia de género. Gestora cultural. Asociada a Clásicas y Modernas, asociación para la igualdad en la cultura, MAV, mujeres en las artes visuales, y en EmPoderArte (antes GenerandoArte).
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El primer punto de encuentro para la Manifestación convocada por Mujeres por la Abolición y en la que hemos participado desde el Foro por la Abolición de la cultura prostituyente el 11 de mayo en Barcelona tuvo lugar en la estación de Sants, donde llegamos a las 11 y nos recibieron explicándonos que nos trasladaríamos, unas 20 mujeres de diferentes lugares de España, hasta la escultura de «El gato» de Botero ubicada en el barrio de El Raval. Ese fue el lugar de concentración como punto de partida de la Manifestación. Las esculturas suelen ser lugares de encuentro y lugares de memoria, lamentablemente suelen ser todas de autoría masculina, «bien lo sé yo. A ver si algún día revertimos eso» (Pilar Foronda).

Es en la plaza del Gato de Botero donde nos encontramos con Victoria Sendón con la que recorremos prácticamente toda la manifestación y que podrá corroborar si lo que contamos es real o no. A veces podemos llegar a dudar de nosotras mismas. Nos concentramos alrededor de 100 mujeres y comenzó la manifestación alrededor de las 12:15. Se nos fueron sumando mujeres y es posible que al llegar a la Rambla de Barcelona éramos más de 200 mujeres. No sé si los números importan, lo que creo que es importante es el hecho de que se lograra hacer una marcha pidiendo la abolición de la prostitución en una Barcelona donde está habiendo una laxitud que lleva a un crecimiento brutal de las mujeres prostituidas con lo que eso supone sobre la violencia simbólica sobre los cuerpos de todas. Esto es un hito histórico que es importante remarcar.

Iniciando la marcha por la calle Sant Josep Oriol avistando ya la filmoteca de Cataluña empezamos a ver lo que en principio parecía humo de bengalas, al tiempo que oíamos gritos y pitos de silbatos y vocerío, luego nos dimos cuenta de que eran polvos holi/pigmentos de colores que nos lanzaban 6/8 personas desde los laterales de la manifestación al tiempo que nos increpaban con malos modos apropiándose de nuestros eslóganes. Nos mancharon el pelo, la ropa, buscaron provocar nuestra respuesta agresiva, insistentemente, gritos, consignas, megáfonos, “abolo, racista, tu eres la machista” “viva, viva, viva, la puta feminista”

Intentaron provocar a las mujeres más jóvenes buscando una respuesta, nos llamaron “hordas” que invadíamos su espacio.

Intentaron provocar a las mujeres más jóvenes buscando una respuesta, nos llamaron “hordas” que invadíamos su espacio. Fue muy duro resistirlo. Muy desagradable. Intentaron dividir la manifestación. En algún momento nos contaron que cobraban 100 euros por hacerlo. No sabemos si todas o cada una. Y les reconocemos que se lo ganaron.

Nos alegramos de que ese día no tuvieran que mamársela a ninguno para ganárselos y lo hicieron muy bien porque realmente nos sentimos intimidadas. A ellas se unían a ratos algún espontáneo, alguno de estética punkie que “pasaba por allí” y no sabían de que iba pero se apuntaba. Lo vivimos con miedo, con susto y, aun cuando la expectativa de que era posible que pasara estaba, lo vivimos con sorpresa de hasta dónde son capaces de llegar.

Las que estábamos en la retaguardia de la manifestación vimos la postura tibia de la policía y la habilidad provocativa de estas personas que, por otra parte, intentaron partir la manifestación en dos.
Era como un teatrillo, como una performance, con sus pitos, sus megáfonos y sus cuatro consignas y ganarse los 100 euros. Y se los ganaron muy bien y por ello les felicitamos sinceramente. Estuvieron exactamente haciéndolo durante una hora, 60 minutos de agresividad, gritos de apropiación de consignas: “Mi vida, mi cuerpo, mi forma de follar, no se arrodillan ante el sistema patriarcal” “viva, viva, viva, la puta feminista” «abolo, racista, tu eres la machista», etc. etc.

Una hora haciendo ruido, mucho ruido, y lo maravilloso es que ninguna de las manifestantes abolicionistas contestamos. Sabemos dónde tenemos los pies, sabemos lo que hacíamos y ninguna de nosotras entró a la provocación. Y los transeúntes que asistieron a ello nos apoyaban. Leían con detenimiento y asombro nuestras pancartas: “La pornografía es la teoría y la violación la práctica” o “no están desaparecidas, están en los prostíbulos”, “no compras sexo, compras vida” , y escuchaban nuestra canción repetida una y otra vez: “abolición, abolición, abolición , ción, ción”, al ritmo de Bella Ciao.

Sabemos dónde tenemos los pies, sabemos lo que hacíamos y ninguna entró a la provocación

Y en estos tiempos de la imagen hay vídeos y fotos que pueden dar fe y valen más que éstas y mil palabras. Resistimos muy bien pero se hizo muy duro y ojalá no haya que volver a pasar por esta parodia: sabemos que no eran ellas, sabemos que no era su opinión, sabemos que era una opinión obligada a repetir por aquellos que se lucran con los cuerpos de las mujeres, y que tenían que decir agresivamente para cobrar lo que les pagaban.

Por todas estas razones no se puede decir que el movimiento feminista esté dividido entre abolicionistas y regulacionistas por el incidente de esta manifestación. Es un error inadmisible que no se puede aceptar. Sabemos que las que intentaron boicotearnos son mujeres como nosotras, muy explotadas, muy dolidas, muy maltratadas por la vida y por los proxenetas que hacían otro uso de ellas, por eso decidimos no responder a la agresión. Tuvimos la empatía suficiente para no responder a su actitud agresiva, aunque seguramente nos volveremos a encontrar en algún otro lugar. Y seguramente algo les quedará también a ellas de nuestra no respuesta.

Y estos titulares que hemos visto en el periódico son un sin sentido. Insistimos en que era un grupo muy pequeño de 6/8 personas que cobraban 100 euros, a confesión de parte, y que estuvieron exactamente una hora en la cual hicieron lo que les habían ordenado hacer y cuando terminaron se fueron.

A nuestro pesar, el mandado lo hicieron muy bien porque nos hicieron sentir muy mal.

Si cualquiera de ellas nos necesita ahí estaremos, como siempre hemos estado. En cuanto nos llamen. Porque en el feminismo cabemos todas. Siempre.

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