Como reflejo de la vida misma, muchas mujeres artistas recluidas al ámbito doméstico, se han dedicado a plasmar en sus lienzos aquellos objetos que tenían próximos, que formaban parte de su vida cotidiana y que les permitía seguir con la práctica de la pintura sin desatender las tareas que la sociedad les había impuesto: quedarse en casa, cuidar a los hijos e hijas, atender a los y las enfermas y aislarse de la vida pública, social y laboral.
Entre vajillas, cubiertos, jarras, manjares y frutos descubrieron la posibilidad de seguir con sus prácticas pictóricas a través de objetos cercanos, a su alcance y, con ellos, perfeccionar su técnica, experimentar curvas y líneas, hacer mezclas y convertirse en expertas de un tipo de pintura que, quizá por ser generalmente femenina, se considera de nivel bajo, marginado y relegado por el retrato, el paisaje, las escenas religiosas o históricas. Sin embargo, y aún resulta más curioso, aunque normalizado en el discurso patriarcal, tanto los libros de texto como los museos y manuales de arte exhiben gloriosos bodegones de Velázquez, Zurbarán, Caravaggio o cualquier conocido maestro de la pintura universal, obviando e invisibilizando a las realmente expertas en la materia que son las bodegonistas.
La cantidad de mujeres artistas que han cultivado este género pictórico es innumerable, sin embargo, una de las, quizá, más conocida sea la de Clara Peeters, por cierto, la única mujer en torno a la cual el museo del Prado ha hecho una exposición que tuvo lugar en 2016. Clara es considerada la iniciadora de éste género en los Países Bajos.
muchas mujeres artistas recluidas al ámbito doméstico, se han dedicado a plasmar en sus lienzos aquellos objetos que tenían próximos,
Nació en Amberes en 1594 y como peculiaridad de su obra se autorretrataba con miniaturas en las decoraciones y piedras de jarras y platos que pintaba. Fue autora de escenas de desayuno y florales en las que objetos preciosos de metal o cerámica que se acumulaban aparentemente desordenados junto a flores, frutos y piezas de pesca o caza creando un conjunto multicolor. También era muy hábil a la hora de distinguir texturas. La obra de Peeters destaca por su elegancia que con un total de tan solo 31 lienzos firmados como Clara Peeters o Clara P. y otras pinturas con el anagrama PC y algunas sin firmar que se han atribuido también a ella, realizados entre los años 1607 y 1621, consiguió que el matrimonio Holladay, coleccionistas de obras de arte, quedaran prendados con su obra, expuesta en una galería de Viena y posteriormente en el Museo del Prado. El arte de Peeters animó a la pareja a crear un espacio en el que dar protagonismo a las mujeres artistas de todo el mundo y de todos los tiempos. Así, y en 1987 nació el National Museum of Women in the Arts, NMWA, que posee en la actualidad más de tres mil pinturas, esculturas y otras piezas artísticas creadas por mujeres. Su base de datos recibió el nombre de Clara, en honor a su inspiradora, Clara Peeters.
Interesantísima es la obra de la pintora Francesa Anne Vallager, nacida en Paris en 1744 y considerada la más importante en este género de su época. De ella se registran de ella al menos 400 obras con temas de flores, caza, instrumentos musicales, trofeos militares, utensilios de cocina, lujosa porcelana, jamones, langostas, frutas, en cuadros pequeños o grandes y de composiciones elaboradas con una técnica tan depurada y realista que incita al espectador a acercarse y comprobar si son reales las imágenes.
Su talento la llevó a ser elegida por unanimidad miembro de la Real Academia de Arte de Paris. Fue protegida de la reina María Antonieta y durante la Revolución Francesa no dejó de pintar ya que sus temáticas, poco comprometidas políticamente, le permitieron seguir con su arte después de los años convulsos. Anne pintó muchos cuadros de flores de gran modernidad, su pintura es de capas delgadas. Por su temática, conteniendo vajillas de plata o trofeos militares la acercaban a un público aristocrático.
En Estados Unidos, a finales del siglo XIX y hasta mediados del XX destaca la figura de Claude Raguet, además aclamada por utilizar la técnica de trompe-l’œil. Nació en Cincinnati, Ohio en noviembre de 1855 y comenzó sus clases de pintura a los diez años, a los 14 años estaba inscrita en el Mount Auburn Young Ladies Institute teniendo tan solo 17 años, en 1872, la Exposición Industrial de Cincinnati incluyó tres de sus primeros trabajos.
Los temas de sus primeros bodegones en Nueva York incluían frutas y flores, la mayoría de las veces pensamientos y rosas, y ella a menudo identificaba las variedades de rosas en sus títulos. Sin embargo, durante la década de 1880 comenzó a utilizar una iconografía masculina creando los conocidos como “bodegones de solteros” en los que incorporaba elementos como libros, velas, periódicos y pipas de espuma de mar dispuestas en una mesa de madera. Así pues, abandonó las flores como tema y pasó el resto de su carrera centrándose en las composiciones de mesa de la biblioteca. Claude Raguet consiguió con esta versión masculinizada del bodegón ser adquirida para despachos, cafeterías, restaurantes y otro tipo de espacios públicos más visibles. En “A Gentleman’s Table” aparecen tuberías, botellas, vasos y tarjetas dispuestas en una mesa. El trabajo fue encargado por un club de hombres en Chicago y ofrece una crítica sutil de las actividades masculinas de los juegos de azar y la bebida. Puede observarse que la mayoría de las botellas están vacías, lo que implica que se ha consumido mucho alcohol, los cubos de azúcar y las rodajas de limón sugieren que uno de los licores es absenta, considerada la cocaína del siglo XIX, las botellas volcadas, las cartas esparcidas sobre la mesa y el abandono de una composición piramidal crean una sensación de desorden en el trabajo. Todo está calculado con una intención moralizante.
Coetáneamente, y en España, Adela Ginés, alumna de la escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y posteriormente profesora en la Asociación para la Enseñanza de la mujer, comenzó pintando floreros para finalmente especializarse en bodegones en los que combinaba las frutas y follajes con gallos y pequeñas aves.
Las obras pictóricas de temas religiosos se han expuesto en iglesias y templos de visita obligada por y para todas; la pintura de historia ha permitido el acceso a premios, galardones y su exposición en instituciones y museos; los retratos y paisajes se han exhibido en escaleras, entradas, salones y ¿dónde se han ubicado los bodegones?, curiosamente en los espacios de mujeres, en las cocinas, en las estancias pequeñas, salitas, rincones, en los mismos espacios escondidos dónde hemos permanecido y donde nuevamente se ha invisibilizando nuestra maestría y genialidad.
EstherTauroni Bernabeu en su excelente investigación evidencia en el patriarcado el carácter imprescindible de su moral, ética y derecho de lo civilizado, por lo que, muchas mujeres artistas recluidas al ámbito doméstico, se han dedicado a plasmar en sus lienzos aquellos objetos que tenían próximos y en los mismos espacios escondidos dónde hemos permanecido y donde nuevamente se ha invisibilizando nuestra maestría y genialidad, el feminismo, hoy, no puede sino rechazar la afirmación de que el patriarcado es el carácter imprescindible de la moral, ética y derecho de lo civilizado. Pues, de toda una serie de procesos sociales a los que debe atribuirse la “formación” de la ley del varón y de su imposición económica, educativa y elaboración del patriarcado en su concepción de lo femenino como objeto de uso, es lo primero a cuyo conocimiento nos ha sido dado llegar, donde la “sutileza” de lo moral y ético son caracteres que nunca faltan en estos procesos “ecuménicos”.
Por eso el sentido y la verdad del feminismo (la mujer) es absolutamente la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual.
Mi Femeninologia Ciencia de lo femenino es la serie de configuraciones que con mi conciencia voy recorriendo constituyendo, más bien, la historia que desarrollo en la formación de mi conceptualización. Es decir, una suerte de escepticismo consumado, que en realidad sería, el propósito de no rendirme, a la autoridad de los pensamientos de otro, sino de examinarlo todo por mí mismo ajustándome a mi propia convicción; o mejor aún, producirlo todo por mí mismo y considerar como verdadero tan solo lo que yo hago.
*Hoy, como ese infante entre los 4 a 5 años adaptando mi pensar en la realidad, interpretando mi actividad onírica . . .
Por Osvaldo Buscaya (Bya)
(Psicoanalítico)
Femeninologia (Ciencia de lo femenino)
Lo femenino es el camino
Buenos Aires
Argentina
11/07/2019