Desde el título (“Hermanas trans, gracias por hacerme mejor feminista”), hasta el último párrafo, el artículo me recordó las dinámicas de relaciones abusivas. ¿Tu compañero te hace modificar tu comportamiento y te castiga cuando no te comportas como te ordena?, suelo preguntarle a las mujeres cuando trabajo dentro de alguna casa de acogida. ¿Te hace sentir que tú no vales nada sin él? ¿Te acusa de ser la responsable de todos sus problemas?
En vez de compañeros sentimentales, estamos hablando de personas con quienes teníamos la esperanza de construir un gran proyecto revolucionario en común.
El texto lo escribe una mujer feminista, con dos intenciones: la primera, avergonzar públicamente a las feministas que participaron en las jornadas de trabajo organizadas por la XVI Escuela Feminista Rosario Acuña, que tuvieron lugar los días 3, 4 y 5 de julio del 2019 , y cuyo eje temático era ‘Política Feminista, Libertades e Identidades’. Y la segunda, demostrar ante la lectoría que “yo no soy como esas ruines y mal llamadas feministas: yo soy de las buenas”. El artículo anterior me recuerda las dinámicas que caracterizan las relaciones abusivas, porque a eso es que se asemejan el chantaje y la manipulación emocional que domina las discusiones sobre género en el movimiento feminista en este año 2019.
Les comparto los enlaces de las ponencias, para que ustedes analicen el contenido de esta tertulia entre reconocidas activistas, políticas, filosofas y escritoras feministas en España.
Cabe destacar que, siendo un espacio pluralista, algunas de las intervenciones simpatizaban con todos los postulados de las políticas de ‘identidad de género’. Pero las que atrajeron una manifestación teatral de un dramático repudio social, fueron las intervenciones que nos pedían hacer un análisis más sopesado sobre el referido tema. ¿Por qué no se pueden escuchar todos los planteamientos para que cada quien analice dentro de su propia lógica cuáles argumentos les parecen más sensatos?
Si, como afirman sus proponentes, este es un tema de respeto, libertad y diversidad, ¿por qué solo puede existir una visión única de ‘la identidad de género’ (la aduladora)? ¿Por qué no está permitido debatir este tema democráticamente, tal como se debaten todos y cada uno de los temas políticos, económicos, científicos, sociales y culturales?
¿Por qué no se admite la disidencia y los puntos de vista divergentes, en un marco de respeto y libertad? ¿Por qué cuando abordamos la ‘identidad de género’ hay que mantener una actitud complaciente, acrítica y hasta por momentos servil?
¿por qué solo puede existir una visión única de ‘la identidad de género’ (la aduladora)? ¿Por qué no está permitido debatir este tema democráticamente, tal como se debaten todos y cada uno de los temas políticos, económicos, científicos, sociales y culturales?
Argumento que se trata de manifestaciones teatrales porque, como es común en este tema, la escritora del texto anteriormente citado nos comenta que su artículo surge del sufrimiento: no por la violencia que sufren las mujeres trans de manos de hombres agresores, sino por el hecho de que un grupo de mujeres haya tenido la osadía de hablar sobre sexo, género e identidades, sin ni siquiera pedir permiso a quienes históricamente se han erigido como sus superiores. “Ayer me puse muy mal cuando vi el vídeo de los insultos y menosprecios a las mujeres trans. Dejé pasar unas horas para no escribir desde la bilis y canalizar toda esa rabia, dolor, impotencia y amor por las hermanas trans”, escribe la autora.
Al no mencionar ni una sola vez quien comete la violencia y discriminación contra las mujeres trans (los hombres agresores), su artículo está redactado para que deduzcamos que la responsabilidad recae directamente sobre las ponentes de la XVI Escuela Feminista Rosario de Acuña, a quienes acusa de ser peores que las campañas conservadoras de Hazte Oír y del mismísimo partido de ultraderecha Vox también:
“Hermanas trans, más alto y claro que nunca: con ustedes siempre, gracias a ustedes siempre, gracias por habernos enseñado tanto siempre. En el desprecio que ustedes despiertan en determinados sectores, es donde mejor se ve el odio, la perversidad y la vileza del patriarcado. Sin el aprendizaje que hemos legado de vuestra lucha, nuestro feminismo no sería tan liberador, transgresor, amoroso ni revolucionario. Y como me dijo una vez Mar Cambrollé, presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía, «hicimos una revolución en tacones, con los labios pintados y las plumas alrededor de los hombros». Cuánto se pierden las que no se quieren poner en vuestros zapatos, las que no se quieren subir a vuestros tacones. Desde ahí, el mundo es mucho rico, diverso, tecnicolor y apetecible. Gracias por regalarnos esas vistas. Os queremos. Gracias.”
Vamos a ver: según esta versión de los acontecimientos, el odio, la perversidad y la vileza del patriarcado hacia las mujeres trans, no se percibe a través de la violencia y la discriminación de los hombres agresores que maltratan a sus compañeros de sexo, no. El odio, la perversidad y la vileza del patriarcado lo encontramos en las discusiones y en los espacios de teorizaciones feministas. Es decir: las palabras de las mujeres son las responsables de las acciones (incluyendo la violencia) de los hombres.
“Las mujeres trans son las más machacadas por el patriarcado precisamente porque son las que más desafían su misoginia al luchar contra viento y marea por ser lo que son realmente: mujeres”. Me disculpan, pero este tipo de afirmaciones (la primera línea del notorio artículo) deben ser fundamentadas en evidencia. Porque hasta el momento lo que sabemos es que, a pesar de que estas frases representan un mito ubicuo y curiosamente muy popular, los datos fiables no reflejan esta realidad, sino todo lo contrario.
Aquí no hay espacio ni para la muy exaltada “igualdad”. No se vale decir que tanto las mujeres, como las mujeres trans, sufren discriminación y violencia, pero que estas luchas emanan de racionalizaciones opresoras diferentes. Las mujeres, por nacer niñas y ver su sexo instrumentalizado para fines de explotación, y las mujeres trans porque al nacer varones y rechazar la masculinidad, se enfrentan al desprecio de los hombres que se aferran a esta.
Las mujeres, por nacer niñas y ver su sexo instrumentalizado para fines de explotación, y las mujeres trans porque al nacer varones y rechazar la masculinidad, se enfrentan al desprecio de los hombres que se aferran a esta.
Pero es que no: no hay punto medio. Es todo o nada. No podemos ser ni siquiera iguales. La mujer más oprimida por el sistema patriarcal, tiene que ser la que decidió identificarse como mujer luego de nacer. ¡Lógico!
Este tipo de artículo está escrito para la feligresía, cual si fuese un ritual de inmolación pública, en virtud de que las mujeres debemos mostrarnos postradas, sumisas y arrepentidas de existir, porque al nacer con sexo femenino, ya le hemos robado lo más preciado a quienes así lo quisiesen.
parecería que el feminismo no es nada sin el liderazgo del colectivo trans
De igual manera, parecería que el feminismo no es nada sin el liderazgo del colectivo trans. Cobra fuerza la idea de que las mujeres no valemos la pena ni siquiera para reivindicarnos a nosotras mismas. El feminismo liderado por el colectivo trans se representa como un mundo alegre, con belleza, amor y unos muy empoderados tacones. La palabra perfecta es, efectivamente: apetecible.
Yo soy nada sin ti. Tú me completas.
Sin varones, las mujeres son malvadas, soberbias y prepotentes. Somos el antónimo de la felicidad misma: amargadas. Nuestra alegría queda tipificada como “histriónica” y nuestras teorías son transmutadas a “ataques”, según la joven escritora, mientras echaba estiércol sobre “nuestras mayores” quienes conquistaron buena parte de los derechos que hoy en día, ella misma disfruta.
Denostar a las generaciones de mujeres que nos preceden es una reusable estrategia patriarcal, muy común y frecuente porque es conveniente. La compañera Ángeles no tiene ni seis meses que salió del Congreso donde realizó una labor feminista enfrentada ante todos los campos de batalla imaginables e inimaginables, pero bajo este paradigma de irrespeto, ya ella es una caducada.
Los hombres celebran el legado que les precede y enaltecen el conocimiento que se pasan los unos a otros de generación en generación, mientras que las mujeres somos socializadas para despreciar y mofarnos de la que nos antecedió, que curiosamente, al vivir y sobrevivir más, tiene más sabiduría que nos podría ser bastante útil.
Aparte de viejas expiradas, las mujeres que nos atrevemos a hablar sobre sexo biológico y a cuestionar cualquier aspecto de las políticas de ‘identidad de género’, somos no solo macabras, sino las más macabras. En cambio, las aduladoras del emperador reciben dos poderes: el poder de quien apoya los intereses históricos de los varones y el poder de aplastar a las otras mujeres que, al no ser tan sacrificadas (y por lo tanto valiosas, como ellas son incentivadas a auto percibirse) merecen el repudio de esta posmoderna caza de brujas.
las aduladoras del emperador reciben dos poderes: el poder de quien apoya los intereses históricos de los varones y el poder de aplastar a las otras mujeres que, al no ser tan sacrificadas (y por lo tanto valiosas, como ellas son incentivadas a auto percibirse) merecen el repudio de esta posmoderna caza de brujas.
Hay reconocimiento detrás de estos rituales de inmolación. Igual que como hay aplausos y ovaciones durante los concursos de belleza, en donde las mujeres se pavonean en trajes de baño, demostrando cuerpos malnutridos obtenidos en base a dietas imposibles y cirugías plásticas peligrosas, para ajustarse al patrón preestablecido. Si se analiza, la dinámica es bastante similar.
No obstante, el sentimiento de poder y gloria que le ofrece a algunas compañeras feministas rendir alabanzas ante el altar de ‘la identidad de género’, no es más que un sentimiento de poder y gloria prestados. El chantaje emocional es una herramienta cortoplacista. La intimidación censura a una mujer, pero incentiva la conversación privada entre tres más. Poco a poco, casi imperceptiblemente, muchas mujeres cuestionan y fruncen el ceño más profundamente. Así como lo están haciendo las innumerables mujeres que se han animado a escuchar las charlas de la XVI Escuela Feminista Rosario de Acuñe, solo para saber: ¿qué fue lo que se dijo? y ¿por qué se está hablando de someter a la justicia a aquellas mujeres feministas?
Así como lo oye, una organización de derechos humanos (para los varones), la Fundación Internacional de Derechos Humanos, que a su vez defiende el alquiler de mujeres para fines reproductivos, se ha sentido muy indignada al ver todas esas mujeres sentadas ahí, dialogando amenamente entre ellas, sin hacer nada de utilidad para el patriarcado. La presencia de tantos úteros presumiblemente vacios en un mismo escenario debió de parecerles un desperdicio de millones de euros imperdonables. El crimen se agravó cuando entraron en Youtube y observaron a todas esas feministas hablando sobre género, ¡sin siquiera haberles pedido permiso!
En respuesta a la buena nueva de que ya “los organismos de derechos humanos” españoles están contemplando someter a la justicia a las feministas que cuestionen el concepto de la ‘identidad de género’, una persona en las redes sociales le respondió a la organización expresando: “Ya era hora”. Y yo también concuerdo.
En Canadá, donde la ‘identidad de género’ es ley, este mes de julio 2019, ya comenzó el proceso legal contra las dieciséis (16) mujeres esteticistas que se negaron a realizarle una depilación femenina a un pene y un par de testículos, no obstante el hecho de que en Vancouver, hay muchos salones de belleza especializados en la depilación de los genitales de los varones, que podían ofrecer el servicio. Pero es que no: ese pene femenino tenía que ser tocado y manoseado por una mujer, aunque ella no quiera.
Es por eso que en este caso, la demandante iba amenazando una por una a todas las mujeres que se negaban a ofrecerle el servicio de depilación a su pene femenino. Y efectivamente, la demandante eventualmente acudió ante los Tribunales de Derechos Humanos argumentando que, al ser ella una mujer trans, todo su cuerpo es de mujer y, por lo tanto, esas dieciséis (16) mujeres la discriminaron al negarle una depilación femenina. Algunas de esas mujeres trabajan desde sus casas, otras pertenecen a religiones que regulan estrictamente los contactos entre personas de sexo diferente.
Este caso, como demasiados otros, pone en evidencia una inmensa cantidad de complejidades jurídicas que debieron analizarse de manera sopesada, antes de aprobarse esa modificación a la ley canadiense. Al no hacerlo, este tipo de situaciones demuestra las catastróficas consecuencias (para las mujeres, pero especialmente para las de escasos recursos) que surge de la renuencia a escuchar las voces de feministas que advirtieron a tiempo que este tema no es tan simple, ni tan bonito, ni tan sencillo como se pinta.
En Inglaterra, el pasado 1ero de Diciembre, tres oficiales de la Policía de Hertfordshire se presentaron a la casa de una mujer llamada Kate y la arrestaron frente a sus hijas, luego de ser reportada por utilizar un pronombre incorrecto en las redes sociales. La mujer estuvo detenida durante siete horas y, teniendo la menstruación, la Policía se rehusó a ofrecerle productos menstruales y la dejo que sangrara sus pantalones.
imponer autocráticamente políticas públicas que no han sido ni debatidas ni consensuadas mínimamente con la población.
En República Dominicana, organizaciones multinacionales (en coordinación con el Poder Ejecutivo y sectores de la sociedad civil), utilizan a las mujeres maltratadas por hombres agresores como un escudo humano para esconder y legitimar subrepticiamente un tema (‘la identidad de género’), que las expondría a más violencia, intentando imponer autocráticamente políticas públicas que no han sido ni debatidas ni consensuadas mínimamente con la población. Mientras que en Nueva Zelandia, las feministas que deciden debatir públicamente sobre similares propuestas de ley de su gobierno, pierden sus más de 100 afiches publicitarios al ser censurados o destruidos , por contener “un mensaje de odio”. ¿Qué decían los afiches? “Justicia. Derechos de las Mujeres. Consulta Pública.” e invitaban a un encuentro público perfectamente legal.
en Nueva Zelandia, las feministas que deciden debatir públicamente sobre similares propuestas de ley de su gobierno, pierden sus más de 100 afiches publicitarios al ser censurados o destruidos , por contener “un mensaje de odio”. ¿Qué decían los afiches? “Justicia. Derechos de las Mujeres. Consulta Pública.” e invitaban a un encuentro público perfectamente legal.
Pero ninguna de las mujeres anteriormente mencionadas, ni las dieciséis (16) esteticistas sobre quienes hoy pesa una querella por supuesta violación de los derechos humanos, ni Kate menstruando sobre sus pantalones en esa comisaria, ni las demás mujeres generan el nivel de simpatía, solidaridad y valoración como Patricia Simón (y similares autores y autoras), con sus odas a la superioridad de quien se identifica como mujer.
Mientras más se revelan las complicaciones que crean las políticas de ‘identidad de género’ para los derechos de las mujeres, mas se refuerza la implacable presión internacional para que se aprueben estas políticas públicas inmediatamente.
Y es tiempo de preguntar en voz alta: ¿por qué?
Este tema contrapone dos posiciones dispares: por un lado está el supuesto derecho a ser considerada más mujer que las mujeres. Por otro lado están los derechos, supuestamente ya conquistados, de las mujeres a la libertad de expresión, a la libertad de consciencia, a la libertad de creencias políticas o religiosas, a la participación política, a la reivindicación de acciones afirmativas a favor de la mujer, así como el derecho a la congregación, y contando…
¿Será que a las mujeres se nos permite tener derechos, sí y solo si, prometemos portarnos bien y nunca utilizarlos? ¿Si no tenemos ni el derecho a debatir públicamente sobre temas políticos, de qué sirve postularse a cargos electivos? ¿Qué busca ninguna mujer privando en ser ‘libre y ciudadana’ cuando las políticas públicas ‘de género’ se las entregan en las manos hechas y la opción que se le presenta es: apóyala o crucifícate?
Mientras más evidente la mano de hierro con la que el debate de género esta apretando por el cuello al movimiento feminista, más clara serán las dinámicas y más rápido podremos convertir esta crisis inaguantable en una verdadera oportunidad transformadora.
Teorías con cimientos fuertes y argumentos sopesados no necesitan recurrir a ningún nivel de autoritarismo para imponerse. Ninguna política pública que pretenda ser democrática puede ser construida sobre la base de la censura, las amenazas, la intimidación y de la demonización aplastante de la disidencia.
Dicen algunos que ya era hora de que empezaran a amenazar a las feministas con someterlas ante la justicia por supuestos ‘delitos de odio’, los cuales perpetran mediante sus ponencias y sus artículos. Y yo también concuerdo.
Mientras más evidente la mano de hierro con la que el debate de género esta apretando por el cuello al movimiento feminista, más clara serán las dinámicas y más rápido podremos convertir esta crisis inaguantable en una verdadera oportunidad transformadora.
No para esconder la misoginia de siempre bajo un lenguaje revolucionario sino para abolirla.
Yo nunca he llevado tacones. Sera que soy un hombre sin saberlo? Pero, quién sabe por qué, nunca he sentido la necesidad de destrozar mi cuerpo y sus equilibrios para «convertirme en hombre»….
Magistral análisis. Conocí los artículos de usted gracias a enlaces de Laura Lecuona.Muchas gracias a las dos.