Hace una semana, escribí para la Agencia de Noticias CIMAC una columna titulada MUJERES CAUTIVAS: La Libertad de Cátedra, la Libertad de Expresión y la apología del delito y lo hice por la preocupación de que el lobby proxeneta se va apropiando cada vez más, no sólo de los financiamientos, sino también de los medios de comunicación y de distintos espacios. Uno de estos espacios son las Universidades. Y analizando lo que pasó en la Universidad de la Coruña, donde se intentaron llevar a cabo unas jornadas sobre “Trabajo Sexual”, me dio la oportunidad de analizar lo que pasa en muchas universidades públicas y privadas, secundarias y preparatorias de México y América Latina y concluí que estamos rente a la apología de un delito.
Y fue así cómo me di a la tarea de buscar, por lo menos en el derecho mexicano que significa el Concepto de Provocación o Apología de Un Delito o Vicio que proporciona el Diccionario Jurídico Mexicano (1994), de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: (escrito por Alvaro Bunster). La provocación pública a cometer un delito y la apología de éste o de algún vicio es una previsión legal de discernible raigambre española. Según el léxico, provocar, en la acepción que aquí interesa, quiere decir, excitar, incitar o inducir a uno a que haga alguna cosa. En este sentido, la voz guarda parentesco con las que sirven para denotar aquella forma participativa que es la instigación al delito. A diferencia de ésta, sin embargo, la acción de que se trata en la leyes mexicanas, no se ejerce en relación a una persona individual sino indeterminadamente a muchas, y se hace, además, públicamente, cualesquiera que sean los medios de que el agente se valga en pro de esa publicidad. La provocación, en seguida, no es a cometer delitos en general, sino a cometer uno determinado.
Más sobre el Significado de Provocación o Apología de Un Delito o Vicio
Lo propio cabe decir de la apología, también pública, a que la ley se refiere a continuación. Esta, según el léxico, es la alabanza o defensa oral o escrita de personas o cosas. Más que contra la moral pública o las buenas costumbres, según lo entienda el Código, se trata de un atentado contra el orden público, concebido como tranquilidad o confianza social en el seguro desenvolvimiento pacífico de la vida civil (Soler). Del tenor literal se desprende que debe tratarse, otra vez, de un delito concreto y determinado, ya cometido y declarado tal por sentencia firme. En ello cree verse una forma indirecta de instigación a imitar al autor de ese hecho o a eliminar la aversión a lo por esta persona se ha obrado. La ley penal no se conforma con incriminar la apología del delito, sino también la de algún vicio. Esto parecería acercar esta hipótesis de hecho al rótulo del título en que se contiene, vale decir, a las ideas de respeto a los derechos humanos y una convivencia respetuosa y sana, con lo que quedarían ipso facto excluidos vicios como, verbigracia, el juego o la gula, restringiendo el alcance de la expresión vicio a los referidos a la esfera de lo sexual. Aun así, el tipo resulta difícil de delimitar a su exacta significación, pues los firmes criterios interpretativos precedentes, relativos a hechos determinados y realmente cometidos, no serían aplicables a la idea de vicio, que por lo pronto no queda configurada por un hecho sino por un hábito. Esta razón, amén de que – como expresa Jiménez Huerta – no existe un código de vicios, y la sanción que disponen las leyes mexicanas sólo se impone “a los delitos, (no a los vicios).
Ya en una ocasión habíamos denunciado a Mario Marín, Gobernador del Estado de Puebla, quién en alianza con Jean Succar Kurí, detuvieron ilegalmente a la periodista Lydia Cacho, la mando a traer por tierra y ser torturada todo el camino, desde Cancún, hasta Puebla, en donde le tenía preparado el asesinarla. Afortunadamente, no se le dio tiempo de hacerlo.
Más adelante, con fondos públicos Mario Marín decidió que iba a filmar la película basada en un libro de Gabriel García Márquez, titulado Memorias de mis Putas Tristes. En esa ocasión, presentamos una denuncia penal contra Mario Marín y Gabriel García Márquez por uso indebido del recurso público y por apología del delito de prostitución infantil.
Se causó un gran escándalo, ya que se nos cuestionaba cómo nos habíamos atrevido a denunciar a un Premio Nobel de Literatura, pero nos sobraba la razón y logramos que se detuviera la filmación.
Y como la figura de la apología del delito existe en México, España y Argentina, no me explico cómo no hemos hecho el esfuerzo por parar a quienes se infiltran en las universidades disfrazadas de académicas e intelectuales, conjuntamente con y siendo parte del lobby “pro-trabajo sexual”.
Me parece que debemos exigir a las autoridades universitarias, que eviten la promoción de la prostitución, escondidos bajo los discursos de la libertad de cátedra y de libertad de expresión, porque eso que hace, por ejemplo, Marta Lamas es Apología del Delito y fue por eso que reitero, sin temor a equivocarme que se trata de la promoción de un delito, la trata y la explotación sexual, pero, como dice el dicho, tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata, así que también tendríamos que estudiar si también el Rector de nuestra máxima casa de estudios también comete apología de un delito.