Con frecuencia escuchamos discursos que algunas veces son falaces, aunque en otras ocasiones son solo tonterías. Una falacia es un argumento aparentemente verdadero por diferentes razones que, si son conocidas, revelarán que es falso. Estas falacias pueden surgir en el discurso desde la propia ignorancia del hablante, que también puede desconocer las causas por las que sus propios argumentos son falsos, o pueden construirse a sabiendas, es decir, con ánimo de engañar o de manipular al que escucha. En este segundo caso hablamos de sofismas. Me gustaría tratar de analizar algunos ejemplos de argumentos engañosos, algunos con mala intención y otros no. Saber identificarlos permite conocer y comprender los motivos para plantear la Emergencia Feminista del próximo 20 de septiembre.
Pongamos el siguiente ejemplo: antes pasaba más, aunque no se contaba. Ahora sale todo a la luz, hay mucha más información, pero seguro que se dan menos casos. Parece que el argumento no oculta mala intención, incluso puede utilizarse para defender objetivos compatibles con una posición feminista, mostrando una visión optimista de la actualidad y aceptando que la situación es mejor con seguridad. Por otra parte, es cierto que no disponemos de datos en el pasado. Sabemos que los casos de violencia machista comenzaron a contabilizarse en el 2003. Así pues, afirmar que actualmente hay menos casos de violencia machista es, como mínimo, aventurarse. Desde luego no puede ser considerada ni objetiva, ni definitiva. Algunos sostienen que de todas formas se sabe porque es de sentido común. Este argumento expuesto con más precisión señala que si antes las mujeres tenían menos derechos, probablemente sufrirían más violencia. Por lo tanto, hemos pasado del ámbito de lo seguro al de lo meramente probable, afirmar con certeza que ahora existe menos violencia machista puede ser una inducción precipitada, la conclusión solo puede indicar que algo podría ser así, pero no que necesariamente lo sea.
Veamos los datos, solo ellos nos pueden revelar algo más, aunque pertenezcan a un periodo de tiempo significativamente corto, y teniendo en cuenta que no es posible extraer conclusiones extrapolables a otros momentos históricos anteriores. Según los datos recogidos por el Portal Estadístico de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género los años más terribles fueron el 2008 y el 2010, que dejaron un rastro de 76 y 73 asesinatos respectivamente, el menor número corresponde al año 2018 con 48 víctimas mortales conocidas. Sin embargo, durante este 2019 el número de víctimas asesinadas hasta el mes de agosto ha superado 40 asesinatos. Y si atendemos a las cifras de mujeres asesinadas hasta el mes de agosto encontramos que los años más terribles coinciden en las cifras. También en el 2008 y en el 2010 la cifra de asesinatos hasta agosto superaba los 40, una cifra que no se alcanzaba desde estos terribles años.
La conclusión más clara es que los asesinatos machistas siguen produciéndose y que la aparente disminución en los últimos años no es una tendencia clara, no es un descenso significativo y que algo sea posible no significa que sea cierto. Más bien al contrario, el número de asesinatos en el 2019 es tremendamente alarmante. Estos son los datos reales que indican una verdadera situación de Emergencia Feminista. Acoso, violaciones, asesinatos. Los datos muestran que este ha sido el peor verano de esta década.
Otras falacias parecen surgir al confundir la violencia de género con la violencia doméstica, escudándose en la idea de que se trata de un término más amplio porque también hay mujeres maltratadoras y los hombres también pueden ser víctimas inocentes, pero sostienen que el número de agresoras y agresores es equiparable o no es relevante. De este modo se mezclan todos los datos que conocemos y que podrían ser contrastados, pero no hay propósito de comprobar nada. Así surge la confusión. Así se invisibiliza la violencia machista. El discurso falaz afirma que hay un montón de denuncias falsas por violencia de género y que la ley contra la violencia de género discrimina a los hombres. Afirmaciones que también en este caso son contrarias a los hechos, pero además se plantean bien con ánimo de engañar, bien desde la más profunda ignorancia. Me inclino por la primera opción.
Aquellos personajes públicos y políticos que han salido en los medios expresando tales ideas, no pueden evadirse de esta realidad, saben que nos agreden y nos matan, saben que las manadas, la explotación sexual, la trata, las violaciones y los asesinatos continúan aumentando. No parece una inocente generalización extraída de unos pocos casos sino un verdadero sofisma, concretamente un sofisma patético. Además, afirman que la llamada “ideología de género” discrimina a los hombres, pobrecillos. En este caso tratan de apelar a los sentimientos, sosteniendo que ellos, pueden sentir miedo ante el feminismo porque pueden ser denunciados injustamente, porque las mujeres pueden consentir y luego decir que han sido violadas, porque no puede significar sí y eso les confunde y les deja sumidos en la inseguridad. No se buscan las verdaderas razones, ni se recurre realmente a los hechos, sino que se alude a los sentimientos, en este caso una especie de sentimiento de fratría, con el ánimo de engañar y manipular.
Lo que se encuentra detrás de muchas afirmaciones es que nos matan, que nuestros cuerpos se pueden agredir, violar, se pueden comprar y vender, igual que nuestros úteros se pueden alquilar.
Basta con disfrazarlo todo y darle un baño de aparente normalidad. Y de aquellos polvos surgen estos lodos: en este país hay igualdad, eso pasa en otras sociedades. Aquí todos tenemos los mismos derechos. Las feministas se quejan porque quieren más privilegios. Este argumento atribuye una causa falsa, post hoc ergo propter hoc, a la lucha feminista. No. Nos quejamos porque tenemos motivos reales, porque en este mundo ser mujer es más peligroso que ser hombre, porque tenemos miedo y convivimos con la duda de quién será la siguiente, porque la justicia sigue siendo patriarcal. Por estas y otras razones rechazamos cualquier tipo de violencia patriarcal en cualquier país o en cualquier lugar del planeta.
Aceptemos solo los hechos, solo ellos nos señalan el camino y las acciones que debemos emprender. Esta realidad que deseamos cambiar es la que nos conduce a impulsar una Emergencia Feminista. No tiene sentido esperar y no hacer nada porque este verano ha sido terrible. No debemos aceptar los engaños, no vamos a callar ante los abusos, violaciones y asesinatos, saldremos a las calles porque los minutos de silencio son insuficientes. Queremos iluminar la noche de luz violeta y alzar la voz porque tenemos verdaderos motivos para luchar y acabar con esta situación que parece no tener fin. Debemos exigir medidas políticas que acaben con la violencia ejercida contra las mujeres por el hecho de ser mujeres. Se llama violencia de género y es violencia machista.