Hay algo que me extraña bastante en relación al silencio actual del movimiento feminista, un colectivo que se distingue por su locuacidad y su pronta respuesta a cualquier señal de peligro, de agresión o de ninguneo. No sé si es que están muy centradas en la fecha del 25-N contra la violencia machista, o muy indignadas por la actitud trasnochada e insultante del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid negándose a una declaración institucional contra dicha violencia.
No he escuchado reflexiones críticas por lo que se está anunciando respecto al posible gobierno de coalición entre el PSOE y UP, que mayoritariamente deseamos. Se trata del destino del Ministerio de Igualdad, que para mí no es una “maría”, como llamábamos los mayores a la gimnasia, la religión y la educación política falangista, tres asignaturas obligatorias, pero intrascendentes y que se pasaban sin examen, sobre todo en la Universidad. Pues bien, el Ministerio de Igualdad no lo considero en absoluto una maría dentro del resto de ministerios. Los socialistas presumen mucho de feministas, pero la verdad es que alguna vez han entregado ese ministerio a mujeres muy jóvenes, sin experiencia y sin formación específica, lo que les acarreó grandes críticas y sufrimiento gratuito a las elegidas. Algo que no hubieran hecho con el Ministerio de Economía o de Industria, desde luego.
Se supone que el Ministerio de Igualdad tiene algo que ver con el feminismo, y el feminismo no es sólo un sentimiento o una militancia, supone también una formación teórica en filosofía feminista y no precisamente como técnica de igualdad. Un movimiento que está llamado a cambiar el paradigma social y político junto al ecologismo no se puede tomar a la ligera. Y no veo a mujeres en Podemos con la formación y profesionalidad, por ejemplo, de una Carmen Calvo. Tal vez las haya, pero es imposible que sean postuladas como candidatas. Esa suerte está ya echada.
El asunto se agrava aún más si tenemos en cuenta que Podemos no se ha definido en cuestiones que para el feminismo son medulares. Por cálculos aproximados de especialistas parece que un 80% del movimiento es abolicionista respecto a la prostitución y a la trata; igualmente se declara contra los vientres de alquiler o la pornografía, incluidas muchas feministas de Podemos. Sin embargo, como Partido no llegan a posicionarse. Algunas dicen tonterías como que son “pro-sex”, como si el resto fuéramos ursulinas. Y, claro, detrás del ministerio vendrán cargos y cargos que ellas regirán. La verdad es que me cuesta imaginarlo. Sin embargo, en el PSOE tienen muy clara su posición abolicionista, al menos de modo teórico, porque en la práctica parece que no se atreven con el lobby proxeneta.
La cuestión es que sin duda en Podemos tienen que existir mujeres maduras y muy preparadas, pero el problema es que la candidata es sólo una y nada más que una. Y este es otro de los escollos para congraciarse con el movimiento feminista, ya que pone en cuestión el valor en sí de una mujer, al margen de sus relaciones personales con el poder. Es inevitable hacer comparaciones y mirar hacia Nicaragua, por ejemplo. No se puede entender que se acceda al Gobierno con pareja incorporada. Aunque mirado desde la perspectiva socialista tal vez sea una buena estrategia para gasificar a Podemos y que se diluya en la insignificancia de sus propias contradicciones.
Bueno, si Podemos se empeña en un gobierno de coalición, con “pabliscito” interpuesto, está bien, pero, por favor, que no se realice el experimento con Igualdad como chivo expiatorio. No es el momento histórico. Y no es que yo coincida con la línea teórica que profesan las feministas del PSOE, en absoluto, pero al menos la manejan con maestría porque la han estudiado y elaborado durante años. Al menos hay un corpus teórico firme y no puras opiniones, modas, ocurrencias, obviedades. Pisamos un terreno más seguro desde el que ir avanzando.
De todos modos, estoy convencida de que la vanguardia del feminismo es la que tendrá que liderar “el movimiento de mujeres”, que no es lo mismo exactamente, sino esa retaguardia necesaria que en momentos puntuales es la que da la fuerza a la organización vanguardista y a todo el movimiento. Sucede lo mismo con el movimiento ecologista. Están los teóricos y militantes de primera línea, seguidos por mucha gente con conciencia verde y con voluntad de decrecimiento. Desde la Administración no se puede ejercer ningún tipo de liderazgo, sólo facilitar que esos movimientos puedan desarrollarse con la voluntad de la ciudadanía, su capital humano y los medios del Estado.
Nada se sabe definitivamente, pero los medios apuntan al Ministerio de Trabajo y al de Igualdad más una Vicepresidencia social para ser regentados por Unidas Podemos. Bueno. Mi necesidad de escribir este artículo se debe al intento de poner el acento en la relevancia que se merece el Ministerio de Igualdad, que me gustaría, a mí y a otras muchas, que fuera considerado como un ministerio de Estado y no una maría que pueda entrar sin más en la cuota de ministerios a compartir, sin que ello signifique minusvalorar a personas que bien pueden desempeñar otras funciones de acuerdo a sus capacidades. Como escribió Marx: “A cada uno según su necesidad; de cada uno según su capacidad”.