El abuso de poder es una constante en todos los mundos y submundos cuya base se encuentra en las relaciones personales, pero se hace especialmente latente cuando las decisiones recaen únicamente en las manos de quienes pueden dar paso o impedirlo a un espacio gobernado por dinero e influencias. Tal ha sido, es y será, el mundo que rodea a las galerías de arte y las ferias, un ámbito sometido de una manera muy estrecha a la subjetividad en la interpretación y la comercialización de las obras.
La relativamente reciente incorporación de las mujeres como sujeto activo al mundo del arte, ha añadido un aspecto más en esas relaciones. A nadie se le escapa la diferencia existente en el trato hacia un hombre y hacia una mujer; artistas, galeristas e instituciones establecen un escenario añadido donde la persona más vulnerable es la artista, que además suele advertir cierto resentimiento por parte de algunos artistas masculinos, que temen tener que compartir un espacio muy pequeño, como lo es en el panorama español, un espacio que previamente tenían asignado por derecho propio.
Surgen así situaciones que producen vergüenza con sólo mencionarlas, provocan indignación y verdadero bochorno. Lo que ocurrió el 15 de julio de 2018 en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander, en el contexto de la feria Art Santander, no tiene ningún tipo de justificación. Los cánones se repiten una y otra vez: una mujer agredida. Lo que tiene de peculiar este caso es que el agresor es Fernando Francés, ex Secretario General de Innovación Cultural y Museos de la Junta de Andalucía, un cargo público al que se le deben exigir los niveles máximos de concienciación social. Francés ya había sido noticia hace unos meses al haber cesado fulminantemente al comisario y fotógrafo Rafael Doctor como director del Centro Andaluz de la Fotografía, alguien que había llegado al cargo tras ganar un concurso público de buenas prácticas, con un proyecto totalmente innovador de reactivación del Centro.
En Santander, Fernando Francés, entonces director del CAC de Málaga, públicamente vejó y abofeteó en la cara a la artista granadina Marina Vargas, que lo hizo extensivo y visible en su muro de Facebook describiendo los hechos de la siguiente forma:
Marina interpuso una denuncia contra Fernando Francés por los hechos relatados y, debido a la humillación recibida, durante un periodo aproximado de un año desapareció del panorama artístico del país. Por su parte, el galerista contestó con otra por un delito de denuncia falsa.
Hace pocos días que se ha hecho pública la sentencia del juicio. Cabe mencionar que la primera denuncia fue lamentablemente extraviada en la comisaría de Santander con todos los inconvenientes que produjo anímica y físicamente en Marina y que tampoco se conservaron las grabaciones de las cámaras de seguridad de la Feria. En ellas se podría haber visualizado la secuencia de los hechos, pero fueron borradas a los diez días, pese a que ya se encontraba cursada la denuncia.
Durante la celebración de la vista, Marina manifestó ante el juez que, tras las advertencias y amenazas, como consecuencia del bofetón le quedó una rojez en la cara, que no pudo certificar médicamente por el estado de agitación y confusión en la que se encontraba. Circunstancia que se consideró razonable debido precisamente a ese estado.
Si bien el juez dictó sentencia absolutoria a Fernando Francés por falta de pruebas, hizo constar que no hay elementos de juicio que permitan pensar en una fabulación de la artista, por lo que desestimó la denuncia de la defensa.
Pese a la juventud de Marina Vargas, su éxito profesional no se debe a la suerte, ni a los apoyos externos, se debe a que es una artista íntegra en el sentido literal del término y sus obras muestran los valores que ejerce con sus actos. Tanto la comunidad artística en general, como la de las artistas en particular, deben sentirse afortunadas de contar entre ellas a una persona capaz de tomar decisiones valientes, que ha sabido dar prioridad a la credibilidad de sus actos y que considera que los abusos de poder deben ser denunciados, aunque las circunstancias parezcan adversas.
“Soy culpable de hacer visible una violencia que no deja marcas y sin embargo arrasa», manifestó la artista a Nuria Coronado en una entrevista para el diario Público.