Vota feminista

Natalia Salvo Casaus
Natalia Salvo Casaus
Ex-Directora del Instituto Aragonés de la Mujer. Licenciada en Historia, especialidad en Historia de las Mujeres y estudios feministas.
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En 1872, Susan B. Anthony, junto a otras sufragistas, portaron una bandera en una movilización en la que podía leerse, “Ninguna mujer que se respete debería querer trabajar por el triunfo de un partido que la ignora”. Ellas lo tenían claro, la política es fundamental para las mujeres, pero sobre todo lo es quien ejerza el poder.

Vivimos tiempos convulsos en los que los peores fantasmas del pasado, aquellos que protagonizaron algunos de los episodios más crueles de toda la historia de la humanidad, acechan de nuevo, y las mujeres bien sabemos que para nosotras ningún tiempo pasado fue mejor.

Cuando nuestra existencia como mujeres está atravesada por la desigualdad estructural desde antes incluso de nacer, quienes ejerzan el poder definirá y marcará directamente nuestra vida. El feminismo es, en una de sus vertientes, un poderoso movimiento social que aboga por un reparto equilibrado de las relaciones de poder en el marco de las democracias paritarias, pero aspira también a transformar la realidad de todas las mujeres, especialmente de aquellas que acucian con mayor alevosía la desigualdad, la discriminación, la violencia o la explotación.

Susan B. Anthony, junto a otras sufragistas, portaron una bandera en una movilización en la que podía leerse, “Ninguna mujer que se respete debería querer trabajar por el triunfo de un partido que la ignora

Los indicadores dan buena muestra de que quienes ejercen las gobernanzas influyen directamente sobre los derechos, las libertades y la calidad de vida de las mujeres. Los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres constituyen un buen termómetro para conocer la mayor o menor represión legislativa y política que ejercen algunos gobiernos sobre nosotras, y las consecuencias nefastas que éstas tienen para nuestras vidas. Quizás con datos se vea con mayor nitidez, en aquellos países con legislaciones más restrictivas de la interrupción del embarazo, se producen más abortos, al no contar con programas de salud sexual y reproductiva, y mueren más mujeres en la práctica de abortos clandestinos y sin garantías sanitarias. Por el contrario, en aquellos países con legislaciones de plazos y buenos programas de educación afectivo-sexual, se reducen el número de abortos y las mujeres no mueren en condiciones infrahumanas. Nuestras vidas están condicionadas de manera directa por quienes ejercen el poder.

Amiga, hermana y compañera feminista. Tú, que, citando los versos de Benedetti, entiendes que “codo a codo somos mucho más que dos”. Quizás, como muchas otras personas, estás hastiada de la política, pero no por ello, como parte de esa mitad de la sociedad que habita un sistema que la infravalora estructuralmente, has dejado de necesitarla más que nadie. Lo personal sigue siendo político, y las mujeres necesitan más que nadie de la política. Es verdad que los partidos políticos constituyen estructuras que, como el resto, se desarrollan en el marco de un sistema patriarcal, y quizás esa sea una de las razones directas por las cuales el movimiento feminista, que se articula en torno a lógicas diametralmente opuestas, no encuentra acomodo en ellos, pero es importante que sepas que hay muchas compañeras feministas en el seno de los partidos políticos, fundamentalmente de izquierdas, empujando y no cejando en su intento, no sólo de incorporar en las agendas políticas las demandas feministas, sino en modificar muchas de las actitudes internas de los propios partidos. Confía en ellas, por favor, están luchando por todas nosotras.

Las mujeres hemos sido y somos el muro de contención del populismo, el fascismo y la reacción. Las mujeres hemos sido el muro de contención contra las políticas represivas en Argentina, Turquía, Brasil o EEUU. En España la distopía ha llegado en forma de terrible realidad que nos ha dado de bruces. Los discursos misóginos y negacionistas de las violencias machistas están instaurados en nuestros parlamentos y hay partidos que les han dado carta de naturaleza política. Nuestro voto es fundamental para frenarlo.

Vota, por favor.

Pero, sobre todo, vota feminista. Vota por ti y por todas tus compañeras.

Vota por todas nosotras.

 

 

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