¿Es feminista la ley trans que se pretende aprobar? ¿Qué nos jugamos con la redacción de esta ley?

Esther Pedroche & Montse Pedroche
Esther Pedroche & Montse Pedroche
Profesoras de filosofía
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¿Por qué es tan urgente y necesaria una ley Trans si desde 2007 ya se puede realizar el cambio de nombre en el registro civil y las operaciones de cambio en la apariencia sexual las costea la Seguridad Social? Una ley que costó mucho conseguir, según explicó recientemente Carla Antonelli en un programa de televisión. Si ya existe esta ley, ¿por qué entonces esta extraña oleada de urgencia para resolver una situación que ya atiende la ley citada? Reflexionar sobre esta cuestión quizá ayude a poner luz en este virulento ataque que estamos sufriendo las feministas que nos atrevemos a cuestionar el género y la teoría queer.

Desde hace un tiempo llueven insultos en las redes sociales hacia las mujeres feministas que levantan la voz contra el proyecto de ley trans que Unidas Podemos presentó en la pasada legislatura. Ojo, estas mujeres feministas se oponen al proyecto de ley, ninguna ha dicho nada contra ninguna persona; sin embargo, se les pretende callar con el insulto de tránsfobas. Amelia Valcárcel, Alicia Miyares o Ángeles Álvarez fueron insultadas y vejadas en las redes sociales por sus reflexiones acerca de este tema en la escuela Rosario Acuña de Gijón del pasado verano. No solo el acoso fue en las redes, presentaron una querella por supuesto delito de odio hacia todas las ponentes. Parece ser que en estos tiempos, que las feministas debatan sobre las mujeres implica odiar a no sabemos quiénes.

Antes de esto, a la filósofa Luisa Posada le tumbaron la cuenta de twitter el año pasado por una reflexión en la que decía que el sujeto político del feminismo somos las mujeres (sin apellidos, que eso es lo que nos divide). Este hecho también fue tildado de transfobia. Imaginen hasta dónde está llegando la caza de brujas y la persecución de las mujeres feministas que siguen mostrando discursos incómodos para el Patriarcado.

Recientemente, el Partido Feminista de España ha emitido un comunicado contra la ley trans que se quiere implantar, lo que le ha costado a Lidia Falcón (su presidenta) acusaciones de fascista (¡la desfachatez es absoluta!) y, por supuesto, de tránsfoba, además del anuncio de otra querella por supuesto delito de odio. Miles de feministas de a pie que usamos redes sociales, especialmente twitter, estamos siendo acosadas y hasta amenazadas respecto a nuestros trabajos por poner sobre la mesa lo muy antifeminista que es querer definir mujer volviendo a los estereotipos sexistas más rancios y machistas posibles.

El PSOE también se ha sumado a esta carrera por ser más “moderno” y progresista que nadie. Ahí está la promesa electoral de una nueva ley trans que hicieron para las últimas elecciones. Menudo panorama tenemos las feministas y las mujeres, parece que para “defender” a una minoría hay que sacrificar y borrar a la mitad de la población. No es nuevo, lo de postergar nuestras reivindicaciones es algo que nuestros compañeros y camaradas varones llevan diciendo desde el principio y desgraciadamente es lo que siempre han hecho.

¿Tenemos las feministas algo contra las personas trans? Por supuesto que no. ¿Nos oponemos a una ley que sería tremendamente perjudicial para las mujeres? Claramente sí. Insistimos en que ya hay una legislación vigente que ayuda al colectivo trans a normalizar su vida, así que la pregunta es ¿no será que detrás de la excusa de querer defender a las personas trans nos quieren colar una legislación que traerá consecuencias negativas para las mujeres?

ser vanguardia es algo más que estar dispuesta a recibir aplausos.

Creerán que exageramos, pero no lo hacemos. De hecho, evitar la aprobación de esta la ley, tal y como pretende aprobarse, es un punto sobrevenido pero crucial en la agenda feminista. Por eso, no entendemos el silencio de muchas feministas visibles (de la Academia y del activismo) que andan rehuyendo posicionarse. La mujer molesta (título del último libro de Rosa María Rodríguez Magda de necesaria lectura para este tema) siempre ha sido la mujer feminista, así que en lugar de ir dándose golpes de pecho, todas esas voces más visibles bien podrían arrimar el hombro, porque ser vanguardia es algo más que estar dispuesta a recibir aplausos.

¿Qué nos jugamos con la redacción de esta ley? Si ser mujer ahora va a reducirse a “sentirse” mujer o no sabemos qué entelequia nacida de vestir de tal o cual manera, si ser mujer ahora va a consistir en la sola autoidentificación, si ser mujer ahora se reduce a un deseo individual, ¿entonces todas las mujeres del mundo a las que han mutilado genitalmente hubieran escapado de tal atrocidad con el simple hecho de autoidentificarse como hombres? ¿De verdad nos insultan de esta manera? ¿De verdad toda la opresión que vivimos se esfumaría de un plumazo simplemente si nos autoidentificáramos como hombres? En fin, la majadería es de tal calibre que repite lo que Freud ya decía de las mujeres, que éramos locas porque añorábamos tener un pene.

Si permitimos que el proyecto de ley trans se apruebe, toda la lucha que nos ha costado y sigue costando a las feministas conseguir que la legislación contemple políticas públicas de acción positiva hacia nosotras para eliminar la desigualdad de oportunidades de la que partimos iría al cubo de la basura. Porque, si admitimos que ser mujer es un sentimiento, un mero acto de autodefinición, cualquier persona que se autoidentifique como tal podrá beneficiarse de dichas medidas. Aparte de que legislar en función de sentimientos o deseos individuales no parece ser lo más racional que podamos hacer.

Canadá y Reino Unido ya están viviendo en esta distopía donde se niega la biología por no herir sentimientos subjetivos e individuales.

La teoría y la lucha feminista tienen más de tres siglos de historia y nos ha costado (y aún nos cuesta) traducir todo esto en iniciativas legislativas que corrijan la desigualdad de la que partimos. Sigue habiendo países en el mundo donde las mujeres tienen negados los más básicos derechos civiles y políticos, sigue habiendo aborto selectivo de fetos en función de su sexo, siguen las mujeres sufriendo toda clase de vejaciones porque nuestra naturaleza nos hizo menstruar, gestar y parir. Sin embargo, la teoría queer, que nació en la década de los años 90 y que ha crecido dentro de la Academia como la espuma, está consiguiendo traducir su teoría en leyes a pasos agigantados, está introduciendo en la política, que dirige la vida de todas y todos, sus conceptos infundandos. ¿No resulta extraño que unas hayamos conseguido tan poco en tanto tiempo y otros tanto en tan poco tiempo? No exageramos, Canadá y Reino Unido ya están viviendo en esta distopía donde se niega la biología por no herir sentimientos subjetivos e individuales. Y claro que los seres humanos somos más que biología porque somos biografía, pero de ahí a negar la realidad material de los cuerpos sexuados (que no los cerebros) hay un abismo.

Por tanto, se hace urgente, que toda persona que se diga feminista reflexione sobre este asunto y abra los ojos, porque lo que nos jugamos son todas las políticas públicas hacia las mujeres que tanto nos ha costado conseguir y que aún tenemos a medio camino. Es necesario y, como grito de socorro lo lanzamos desde esta tribuna, que todas las caras visibles y voces con altavoces se posicionen de una vez y sin ambages sobre este asunto. Ciertamente, el sujeto político del feminismo nunca fue un asunto que nos haya hecho perder tiempo y esfuerzos intelectuales. Pero el objetivo del feminismo, lo que persigue nuestra lucha es algo que nos compete. Y el objetivo del feminismo siempre fue abolir el género. El Feminismo, moleste a quien moleste, siempre ha perseguido y persigue abolir la prostitución, la pornografía, el género y se opone frontalmente a los vientres de alquiler. Las feministas lo tenemos claro, no tenemos debate en ello. Esos debates los quieren introducir elementos troyanos que están poniendo en peligro que alcancemos nuestros objetivos. En momentos de crisis, volver la vista a las clásicas resuelve muchos problemas. El avance del Feminismo es innegable, por ello los ataques son muchos y virulentos. Feministas del mundo, levantad la voz y no transijáis.

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