Vamos a ir aclarando cosas sencillas: la variabilidad de las personalidades humanas es ilimitada, y en efecto no es «binaria». Lo que es dimórfico es el sexo de la especie, porque así se reproduce nuestra vida en la Tierra: con un gameto A y un gameto B.
— Ana de Blas (@anadebla) December 22, 2019
Vamos a ir aclarando cosas sencillas: la variabilidad de las personalidades humanas es ilimitada, y en efecto no es «binaria». Lo que es dimórfico es el sexo de la especie, porque así se reproduce nuestra vida en la Tierra: con un gameto A y un gameto B.
Bien.
No necesitamos legislación que diga cómo ha de ser esa personalidad, cómo ha de vestirse, expresarse o sentir. Le ponemos límites a sus actos en la medida que puedan dañar a otros o a la comunidad. No necesitamos legislar «géneros», whatever that means para ustedes.
Sin embargo, sí necesitamos una carta de identidad que diga que eres un ciudadano que acaba de nacer: una partida de nacimiento inaugura tu ciudadanía, tus derechos y futuras obligaciones, a medida que creces. Es un avance disponer de esa cédula, antiguamente no la había.
Ese documento legal imprescindible se basa en otro: el certificado médico de tu nacimiento. Ahí se encuentra tu derecho de filiación con el de identidad, el médico certifica quién es tu madre, es decir, quién eres. Y ahí se anota tu sexo: mujer o varón.
¿Podríamos organizar una sociedad en la que no hiciera falta anotar que el nuevo ciudadano, que acaba de nacer, es un niño o una niña? Quizá lo alcancemos, no lo sé. Lo que sabemos es que hoy por hoy, las mujeres deberíamos entender que aún necesitamos censarnos por sexos.
Y lo necesitamos porque sin eso, no hay posibilidad de políticas de equidad entre los sexos. ¿Cómo haríamos una lista paritaria? ¿Cómo haríamos una competición deportiva justa? ¿Cómo protegeríamos a las mujeres de la violencia sexual? ¿Cómo crearíamos espacios seguros para ellas?
¿Cómo haríamos estudios sociales para ver qué está pasando en la desigualdad entre los sexos? ¿Como sabríamos si hay una brecha salarial, una división sexual del trabajo, un empobrecimiento femenino…?
Ahora bien, ¿significa esto que yo crea que cada niña o niño que nace debe tener un destino marcado por ello? Absolutamente no, ¡al contrario! Y esta es mi explicación de cosas sencillas, acerca del tuit que puse aquí hace días: la biología no es destino, tampoco es voluntad.