“Un maltratador no es un buen padre”
En la publicación anterior “Violencia doméstica en disputas de custodia de menores y tiempo de crianza: el agresor como padre” de L. Bancroft (1,2), se expusieron las características de los hombres que maltratan, la influencia del maltrato en la crianza de los hijos y las implicaciones para la determinación de la custodia de los hijos y el régimen de visitas.
En esta publicación, continuación de la anterior, “ Violencia doméstica en disputas sobre la custodia de los hijos y el tiempo de crianza: evaluación del riesgo para los niños de hombres que maltratan” (3), Bancroft describe una herramienta de evaluación de estos riesgos y señala que “muchos de los errores que se cometen al evaluar la seguridad de los niños con un agresor ocurren por la falta de una definición clara de cuáles son los riesgos que presenta y su interferencia con la curación emocional de las experiencias traumáticas que han sufrido”. He aquí un resumen :
La creciente conciencia social y profesional de los efectos negativos en los niños de la exposición al comportamiento de los maltratadores hace necesario herramientas efectivas para evaluar el riesgo para los niños de los maltratadores como padres o tutores. En este sentido, dice “ comúnmente me encuentro con la suposición errónea entre los profesionales de que los niños corren menos peligro con un maltratador una vez que una pareja ya no vive junta, cuando la realidad es a menudo la opuesta”, “a menudo aumentan sus niveles de intimidación y manipulación después de la separación en un esfuerzo por castigar o recuperar el control sobre sus ex parejas e hijos”, además con la separación del maltratador “puede disminuir la capacidad de una madre para proteger a sus hijos de la exposición al comportamiento de maltrato”.
- Riesgos planteados a los niños por la exposición a los maltratadores.
Algunas de las fuentes potenciales de lesiones físicas y psicológicas a los niños por el contacto con hombres que maltratan emanan de las características comunes de su crianza (2), así como de otras fuentes adicionales de riesgo:
Exposición a amenazas o actos de violencia hacia su madre o hacia una nueva pareja. Una alta tasa de agresiones graves físicas y sexuales por parte de los maltratadores ocurre después de la separación, y los niños pueden ser testigos de estos incidentes, de homicidio o sus secuelas, o ser asesinados ellos mismos. Muchos maltratadores no tienen antecedentes penales lo que complica el proceso de evaluación.
Abuso físico o sexual infantil. Múltiples estudios han demostrado una tasa dramáticamente elevada de abuso físico y sexual infantil, que puede aumentar después de la separación por la incapacidad de la madre para supervisar la crianza del agresor y de las tendencias de represalia de muchos agresores.
Secuestro. La mayoría de los secuestros parentales tienen lugar en el contexto de la violencia doméstica (*), y en su mayoría son perpetrados por maltratadores o sus agentes, con mayor frecuencia dos o más años después de la separación, y la mitad de las veces durante una visita autorizada.
- Promoción de la curación y recuperación de los niños después de la exposición al comportamiento de maltrato
Los efectos de la exposición al maltrato en niños varían según las características personales, dinámicas familiares y de los recursos comunitarios que pueden moderar o exacerbar el daño que sufren los niños. Los esfuerzos para promover la curación y la resiliencia deben tener en cuenta estas variables, y considerar que cuando un maltratador ya no está presente en el hogar, pueda comenzar la curación y la recuperación de estos niños, como lo han demostrado muchos estudios. Los arreglos de custodia de los hijos y el tiempo de crianza deben considerar que se cree un ambiente que promueva la recuperación y que el contacto del niño con el agresor no interfiera con la creación de un contexto curativo. Este contexto plantea crear:
Una sensación de seguridad física y emocional en su entorno actual. Establecer condiciones de seguridad y alejamiento del maltratador, es indispensable para un proceso de curación emocional del trauma, sobre todo para los niños que han sentido el miedo, el peligro y la inseguridad en el hogar. Para el autor es importante “una respuesta constructiva y coordinada del sistema de justicia que responsabilice completamente a los agresores por sus acciones y ofrezca apoyo para ayudar a las madres y a los niños a permanecer cerca unos de otros de manera segura”.
Estructura, límites y previsibilidad. La violencia doméstica crea caos y falta de previsibilidad en el entorno, que se agrava por los patrones de crianza del maltratador y sus interferencias con la crianza de la madre. Por lo tanto, la curación de los niños depende del desarrollo de la estructura, límites y previsibilidad que normalicen la dinámica familiar y contrarresten las experiencias previas de miedo y agitación. El apoyo de la familia y el entorno social puede ayudar a crear un entorno ordenado y predecible y, por lo tanto, contribuir al mantenimiento de una dinámica familiar más saludable.
Un fuerte vínculo con la madre. Los niños que han experimentado una profunda angustia o trauma emocional dependen para su recuperación de la calidad de su relación con la madre que los cuida. Ayudar a las madres maltratadas y a sus hijos a sanar sus relaciones es uno de los aspectos más importantes para promover la recuperación, lo que se dificultaría con las visitas paternas.
No sentirse responsable de cuidar a los adultos. Los niños expuestos a comportamientos de maltrato pueden creer que deben proteger a su madre, padre o hermanos. Se debe evitar sobrecargar a los niños con preocupaciones de adultos, sobre todo por parte del padre, que por su egocentrismo pueda exigir el cuidado emocional de sus hijos, sobre todo tras la separación.
Un fuerte vínculo con sus hermanos. El nivel general de apoyo familiar es importante para fomentar la resiliencia, y mejorar la tensión y división que los maltratadores fomentan en la familia.
Contacto con el padre maltratador con una fuerte protección para la seguridad física y emocional de los niños. Excepto en los casos que involucran a los agresores más terroríficos o aquellos que han abusado de los niños física o sexualmente, el contacto con el padre puede permitir una comunicación entre ambos. Sin embargo, dicho contacto es contraproducente cuando interfiere con la creación de un contexto curativo, que muchos de ellos no apoyan, por lo que colocar a los niños bajo la custodia de un maltratador o en visitas sin supervisión con él a menudo impedirá su recuperación.
- Evaluación del riesgo para los niños del contacto con los agresores
La evaluación del riesgo para los niños del contacto con el agresor es un proceso complejo dada la variedad de lesiones psicológicas y físicas de los niños y de los elementos necesarios para su recuperación. La información sobre el historial de comportamiento y actitudes del agresor debe incluir a la madre, los niños, ex compañeros del agresor, registros judiciales y policiales, servicios de protección, registros médicos, escolar y cualquier persona que haya sido testigo de eventos relevantes. Estos datos se deben considerar para evaluar los siguientes puntos:
Nivel de peligro físico para la madre. Cuanto mayor sea la gravedad o la frecuencia del nivel de violencia de un agresor contra la madre, mayor es el riesgo de que abusara físicamente de los niños, de que intente matar a la madre, o llevar a cabo otras agresiones contra ella, aunque los intentos de homicidio pueden ocurrir aunque la violencia no haya sido severa. Un historial de agresión sexual a la madre está correlacionado con el aumento del riesgo de violencia física sobre las mujeres y los niños. Las amenazas también están altamente correlacionadas con la violencia física futura, incluida la violencia posterior a la separación. Cualquier antecedente de violencia durante el embarazo también indica un mayor riesgo de cometer violencia frecuente o severa después. Dado que la pareja lo conoce mejor, su propia evaluación es más precisa que cualquier otro predictor.
Las preguntas relevantes adicionales incluyen: ¿Alguna vez el agresor intentó ahogar a la madre? ¿Qué tipo de lesiones ha causado? ¿Ha violado alguna vez una orden de restricción? ¿Ha hecho amenazas letales contra ella o los niños? ¿Ha matado o atacado a las mascotas? ¿Es extremadamente celoso o posesivo? ¿Tiene acceso a las armas? ¿Está deprimido, abatido o paranoico? ¿La acosa? ¿Está en escalada? ¿Cuál es su historial criminal? ¿Abusa crónicamente de sustancias? ¿Ha sido violento con los niños o con miembros no familiares? ¿Usa pornografía? .
Historia de abuso físico hacia los niños. Los maltratadores son más propensos que los hombres no agresores a abusar físicamente de los niños y este riesgo puede aumentar en la separación posterior. Por lo tanto, es importante evaluar sus antecedentes, incluidas sus reacciones cuando está enojado con los niños.
Las preguntas relevantes adicionales incluyen: ¿Él pega a los niños? ¿Ha dejado alguna vez marcas? ¿Alguna vez agarra a los niños? ¿Ha estado involucrado en peleas con sus hijos mayores? ¿Minimiza o justifica los comportamientos físicamente abusivos que ha usado en el pasado?
Historia de abuso sexual o violación de límites hacia los niños. Existe una superposición sustancial entre el maltrato y la perpetración de incesto, por lo que la evidencia de abuso sexual debe tratarse con especial cuidado en casos de violencia doméstica. Las violaciones de límites más sutiles también pueden ser psicológicamente destructivas y pueden crear un contexto para el abuso sexual futuro o ser signos de abuso sexual actual no revelado. Las preguntas a explorar incluyen:
¿El agresor respeta el derecho a la privacidad de sus hijos y mantiene la privacidad adecuada? ¿Expone a los niños a la pornografía? ¿Presiona a los niños a un afecto físico no deseado o los involucra en una conversación sexual inapropiada? ¿Hace comentarios inapropiados sobre el cuerpo o el desarrollo físico de los niños? ¿Hay indicios de secreto?
Nivel de crueldad psicológica hacia la madre o los hijos. El historial de crueldad mental de un agresor hacia la madre o los niños es un indicador importante de cómo opera su conciencia y, a su vez, de cuán seguros estarán los niños bajo su cuidado. Los maltratadores psicológicamente más abusivos pueden estar especialmente decididos a vengarse de la madre, utilizando a los niños como armas si es necesario.
El grado de abuso emocional en el hogar es un determinante importante de la gravedad de las dificultades desarrolladas por los niños expuestos a la violencia doméstica. En muchas evaluaciones se pasa por alto un historial de crueldad, a pesar de que la mayoría de las mujeres maltratadas informan que el abuso psicológico del agresor es aún más destructivo que su violencia física.
Las preguntas a explorar incluyen: ¿Cuáles han sido sus actos más dolorosos emocionalmente hacia la madre? ¿Qué comportamientos suyos han causado la mayor angustia a los niños? ¿Ha dañado alguna vez deliberadamente a los niños emocionalmente?
Nivel de control coercitivo o manipulador ejercido durante la relación. Cuanto más severamente controlan los maltratadores a sus parejas, más probabilidades tienen de utilizar a los niños como armas de abuso, y más probabilidades tienen de ser padres autoritarios. Un nivel dictatorial de control sobre los niños se ha asociado con un mayor riesgo de abuso físico y sexual.
Las preguntas relevantes incluyen: ¿Ha interferido con sus contactos sociales o profesionales? ¿Es económicamente coercitivo? ¿Dicta decisiones importantes, mostrando desprecio o indiferencia por sus opiniones? ¿Monitorea sus movimientos? ¿Es dictatorial o controla minuciosamente a los niños?
La manipulación como forma de control se puede examinar a través de preguntas como: ¿Él juega el papel de víctima en la relación? ¿Cambia abruptamente a un comportamiento amable y amoroso cuando desea alcanzar ciertas metas? ¿Ha sembrado divisiones dentro de la familia? ¿Hay evidencia de que con frecuencia es deshonesto? ¿Es descrito por su pareja, hijos u otros testigos como «loco»? En los casos en que el agresor tiene un problema grave o crónico con la mentira, la seguridad de los niños puede verse comprometida por su capacidad de encubrir las realidades de su comportamiento parental. Tal agresor también puede mentirles directamente a los niños sobre sus madres, lo que puede crearles confusión o generar tensiones en sus relaciones con sus madres. Por lo tanto, los evaluadores siempre deben examinar la evidencia de la credibilidad de un agresor.
Nivel de derechos y egocentrismo. Se refiere a la percepción del agresor de sí mismo como merecedor de derechos y privilegios especiales dentro de la familia, que manifiesta a través de un enfoque egoísta de sus necesidades, la aplicación de dobles raseros, una visión de los miembros de la familia como posesiones personales, o grandiosidad egocéntrica con respecto a sus cualidades como pareja o como padre que contrasta con la evidencia de su abuso. El egocentrismo aumenta las posibilidades de reincidencia violenta en los agresores, también con la tendencia a perpetrar incesto, ya que ve a los niños como objetos de su propiedad y con el derecho a hacerlo.
Las preguntas relevantes en este área incluyen: ¿El agresor es exigente con frecuencia y sin razón?, ¿se enoja o toma represalias cuando no se le atiende? ¿Define los intentos de la víctima de defenderse como abuso hacia él? ¿Tiene doble rasero con respecto a su conducta y la de otros miembros de la familia? ¿Parece ver a los niños como objetos de propiedad?
Historia de usar a los niños como armas y de socavar la crianza de la madre. Los maltratadores que tienen antecedentes de usar a los niños como armas contra su madre, o de socavar deliberadamente su crianza, generalmente continúan o intensifican esos comportamientos después de que la relación se rompe. No es común una mejoría tras la separación, sino que la situación empeore, incluso en los casos que no usaron a los niños como armas mientras la pareja estaba junta pueden hacerlo después de la separación.
Las preguntas a seguir incluyen: ¿El maltratador ha maltratado a los niños por enojo con la madre? ¿Les ha enseñado creencias negativas sobre ella? ¿Alguna vez le ha impedido cuidar a un niño? ¿Alguna vez ha amenazado con dañar, secuestrar o tomar la custodia de los niños? ¿Ha usado a los niños para asustarla, como conducir imprudentemente con ellos en el automóvil? ¿Ha amenazado con dejar su trabajo para evitar pagar la manutención de los hijos? ¿Involucra a los niños en actividades que sabe que la madre no permite o socava su autoridad de otras maneras?
Historial de colocar a los niños en riesgo físico o emocional mientras abusan de su madre. La determinación del agresor de maltratar a la madre pone en peligro a los niños al anularle el criterio de seguridad en la crianza. Su insistencia temeraria en obtener represalias contra la madre aumenta después de la separación, con aumento del riesgo para los niños. Los agresores más violentos son físicamente más peligrosos para los niños.
Las preguntas relevantes incluyen: ¿El agresor ha sido violento o mentalmente cruel durante alguno de los embarazos de la madre? ¿Ha sido violento en presencia de los niños, la agredió mientras un niño estaba en sus brazos, o empujó a un niño fuera de su camino para alcanzarla? ¿Alguna vez ha arrojado objetos de una manera que haya arriesgado golpear a los niños? ¿Ha abusado verbalmente o humillado a la madre en presencia de los niños? ¿Ha descuidado a los niños cuando estaba enojado con ella?
Antecedentes de crianza negligente o gravemente poco involucrada. El historial de maltrato por la falta de atención adecuada a las necesidades de sus hijos es particularmente relevante en el contexto posterior a la separación. Se ha constatado que un maltratador que ha mostrado poco interés en sus hijos protege poco su salud y seguridad durante el tiempo de crianza, y puede no satisfacer incluso sus necesidades emocionales básicas. Además, su baja participación en la crianza de los hijos durante sus primeros años aumenta el riesgo estadístico de cometer incesto.
Las preguntas relevantes incluyen: ¿Tiene el agresor antecedentes de desaparecer durante horas, días o semanas a la vez? ¿Se ha negado alguna vez a atender las necesidades médicas de los niños? ¿Su falta de atención ha puesto en peligro a los niños? ¿Ha mostrado un interés abrupto en los niños, tal vez incluyendo la búsqueda de custodia, en respuesta a la separación? El propio conocimiento y compasión del agresor con respecto a los niños se debe evaluar con preguntas como: ¿Me puede decir los nombres de los maestros actuales y pasados de sus hijos? ¿Podría describir la infancia de cada niño? ¿Cuáles son los intereses, gustos y disgustos particulares de cada niño? ¿Con qué dificultades se encuentra cada niño actualmente? ¿Qué tipo de participación mantienes con los niños que tienes de relaciones pasadas?
Negarse a aceptar el final de la relación, o aceptar la decisión de la madre de comenzar una nueva relación. La negativa de un agresor a aceptar la separación se acompaña a menudo de celos y posesividad severos, que aumenta su peligrosidad, incluido el homicidio, y pone a los niños en mayor riesgo. También indican un mayor uso de los niños como herramientas de abuso o control después de la separación. Al percibir a los niños como objetos de su propiedad, se vuelven intimidantes si se enteran de que hay un nuevo hombre en la vida de sus hijos. Hasta incluso aquellos maltratadores que acogen con beneplácito el final de una relación deben ser evaluados por su nivel de deseo de castigar a la madre por transgresiones percibidas del pasado, o para establecer el dominio paterno sobre los hijos.
Las preguntas relevantes incluyen: ¿Está el agresor deprimido o en pánico por la ruptura, o insiste en que la relación no ha terminado? ¿La está acosando? ¿Exigió abruptamente la custodia o amplió el tiempo de crianza al enterarse de que la madre había decidido definitivamente no volver con él, o cuando comenzó una nueva relación romántica? ¿Alguna vez ha amenazado o asaltado a una nueva pareja suya, o le ha advertido que no permita que ningún hombre que no sea él esté cerca de los niños? ¿Ha intentado asustar a los niños acerca de la nueva pareja de la madre o inducirles a sentir culpa por desarrollar un vínculo con él?
Nivel de riesgo de secuestrar a los niños. El riesgo elevado de secuestro por parte de un agresor, se debe evaluar, sobre todo si ha habido amenazas, y se deben investigar renovaciones repentinas de pasaportes, separaciones de pasaportes de los niños y las madres, apariciones sorpresa en las escuelas de los niños, búsqueda de trabajo en otros estados o países, o planes de viaje inexplicables.
Historial de abuso de sustancias. Los maltratadores que abusan de sustancias corren un mayor riesgo de maltratar físicamente a los niños, de agredir violentamente a la madre, de cometer homicidios, y de abuso sexual. Incluso cuando declara que ha superado el abuso de sustancias, se debe examinar cuidadosamente la duración y la profundidad de esta recuperación, y asegurarse de que siga un tratamiento adecuado. La tendencia del agresor de culpar de su violencia a la adicción debe tratarse como una señal de riesgo para el futuro, incluso si se está recuperando.
Historial de salud mental. Los antecedentes de enfermedad mental se encuentran solo en una minoría de agresores, incluso entre los que matan, pero si están presentes pueden aumentar la peligrosidad de un agresor y la resistencia al cambio. Ciertos diagnósticos, como el trastorno de personalidad antisocial, el trastorno obsesivo / compulsivo, la depresión mayor y el trastorno límite de la personalidad aumentan el peligro. Un maltratador con enfermedades mentales necesita intervenciones separadas adecuadas para su abuso y sus dificultades psicológicas. Sin embargo, la ausencia de enfermedad mental o de trastorno de la personalidad, no aumenta la probabilidad de que un agresor sea un padre seguro o responsable.
Al recopilar y evaluar los indicadores de riesgo, es importante considerar el conocimiento y percepciones de la madre maltratada, particularmente en las evaluaciones de custodia y tiempo de crianza, no hacerlo supone una de las debilidades más comunes en las evaluaciones de riesgos en casos de violencia doméstica. También se debe evitar considerar el riesgo en función de la situación económica, clase, raza o nivel de educación del agresor, ya que con frecuencia se subestima por los tribunales y los servicios de protección infantil el peligro físico, sexual o psicológico para los niños de los maltratadores con buena educación y éxito profesional. Por el contrario, también se exagera el riesgo en personas o colectivos de bajos recursos.
en la evaluación de la violencia del padre maltratador hay que tener en cuenta que se conocen las características y conductas de estos hombres, la crianza que ejercen, los intentos de romper y atacar el vínculo madre-hijo, los riesgos a los que exponen a los niños, físicos, sexuales, psicológicos.
La complejidad de la valoración de la paternidad del agresor debe conceptualizarse como una caída en un continuo y se deben usar múltiples fuentes de información para evaluar en qué parte del continuo parece caer. Puede ser útil pensar en tres dimensiones separadas de riesgo, ya que se puede encontrar que un agresor tiene un nivel de peligro físico para sus hijos, otro nivel de peligro sexual y otro más de peligro psicológico.
La seguridad física y emocional de las madres y los niños debe ser primordial en los planes de custodia y tiempo de crianza, junto con la creación de un contexto de curación que pueda apoyar la resiliencia de los niños. Cuando las experiencias de los niños durante el tiempo de crianza causan daño a la fortaleza y la seguridad de sus relaciones con sus madres o entre ellos, o causan retrocesos en su curación emocional por el trauma de la exposición a la violencia doméstica, los costos de apoyar las relaciones con el padre maltratador pueden superar los beneficios.
Los niños expuestos a comportamientos de maltrato pueden beneficiarse enormemente cuando los profesionales conocen el rango de riesgos que los agresores representan para los niños, y cuando los tribunales de familia aplican una herramienta sistemática de evaluación de riesgos. Este modelo puede servir como punto de partida para enfoques más avanzados que sirvan para promover la curación y la protección de los niños expuestos a los hombres que maltratan.
En conclusión, en la evaluación de la violencia del padre maltratador hay que tener en cuenta que se conocen las características y conductas de estos hombres, la crianza que ejercen, los intentos de romper y atacar el vínculo madre-hijo, los riesgos a los que exponen a los niños, físicos, sexuales, psicológicos. La separación aumenta el riesgo de los hijos, que no pueden ser protegidos por la madre. Para evaluar los riesgos hay que tener una definición clara de los mismos y contar con la información de la madre, más precisa que cualquier otra, y de los hijos. Para promover la curación del niño hay que alejarlo del agresor, fomentar un fuerte vínculo con la madre y los hermanos, crear un entorno seguro y previsible, con una estructura y limites que normalicen la dinámica del hogar. La respuesta de la justicia debe responsabilizar al agresor de sus acciones. Entender esto es básico y de sentido común, si la violencia no se enfrenta de la manera adecuada, no se podrá resolver, ni habrá esperanza para las víctimas.
BIBLIOGRAFIA
(1) Lundy Bancroft es investigador y consultor reconocido sobre abuso doméstico y maltrato infantil en EEUU, con una amplia experiencia de casi 30 años con hombres abusivos y los niños expuestos a ellos. Ha trabajado como consejero y supervisor clínico en 2000 casos (a fecha 2010)) de violencia doméstica. Es consultor de jueces y otros profesionales del sistema judicial. Evaluador de custodias y testigo experto en casos de violencia doméstica y abuso infantil. https://lundybancroft.com/
Autor de muchas publicaciones y libros, entre ellos “el maltratador como padre”, y “¿por qué hace eso? dentro de las mentes de hombres enojados y controladores”
(2) L. Bancroft (2010). Domestic Violence in Child Custody and Parenting Time Disputes – Part II: the batterer as parent The Michigan Child Welfare Law Journal, Vol. XIII (III), 14-18. https://www.researchgate.net/profile/Danielle_Rudder/publication/305222244_Resource_and_Service
(3) L. Bancroft (2010). Domestic Violence in Child Custody and Parenting Time Disputes – Part III: assessing risk to children from men who batter. The Michigan Child Welfare Law Journal, Vol XIII (III), 19-28.
https://www.researchgate.net/profile/Danielle_Rudder/publication/305222244_Resource_and_Service
(Publicaciones adaptadas del libro “el maltratado como padre”)
( * ) la literatura científica utiliza diferentes términos para referirse a la violencia contra la mujer