Una frivolidad que pasma

Pilar Aguilar
Pilar Aguilarhttp://pilaraguilarcine.blogspot.com.es/
Analista de ficción audiovisual y crítica de cine. Licenciada en Ciencias Cinematográficas y Audiovisuales por la Universidad Denis Diderot de París. Lee el blog de cine de Pilar Aguilar: http://pilaraguilarcine.blogspot.com.es
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La entrevista de Noelia Vera en El País me llenó de estupefacción (y de cosas peores, todo hay que decirlo).

Considero indecente su frivolidad al comparar la posibilidad de denuncias falsas en la violencia hacia las mujeres con el riesgo de que los espacios de mujeres sean ocupados por hombres (y cuando hablamos de espacios hablamos no solo de lugares físicos sino de pruebas deportivas, de listas electorales, etc.).

Demuestra, además, que no comprende (una persona con un cargo tan importante no lo comprende) la diferencia entre una ley correcta (aunque, como sabemos, cualquier ley puede ser infringida) y una ley que, de entrada, legisle la arbitrariedad. O sea, no ve diferencia entre, por ejemplo, una ley impositiva justa y con controles adecuados –aunque siempre habrá vivales que puedan estafar- y una ley impositiva que diga: “Que cada cual declare lo que le parezca y como le parezca”. Y, para colmo, intenta justificar el despropósito con el argumento de que, serán pocos los que se aprovechen…

Luego, suelta el clásico mantra (clásico porque ya viene usándose desde antiguo por quienes se oponen al abolicionismo): “Debemos estar unidas”. Traducido: “Cállate porque, si no te callas, eres una mala compañera que divide” … Entonces, a ver si lo entiendo: presentar una ley que muchísimas feministas no compartimos, no divide. Lo que divide es criticarla… Y, encima, nos acusa de favorecer a la derecha…

De verdad, yo me pregunto (me lo pregunto en serio): ¿No se da cuenta de la incongruencia o sí se da cuenta y la suelta con todo el cinismo a ver si cuela?

Evoca también el otro mantra: la diversidad. Que se sepa, de los 7700 millones de habitantes del planeta no hay dos iguales. ¿O acaso los 3900 millones de mujeres sí somos “las idénticas” (como denunció Celia Amorós)? Y, claro, pensando así, da alegría saber que llegan unas cuantas “autodefinidas” para romper monotonía y aportar diversidad…

Sigue: “La determinación de género es un derecho humano”. ¿En qué artículo de la Declaración de los Derechos humanos se dice tal cosa? ¿Pretenderá Vera crear y universalizar su propia lista de derechos humanos?

Y añade: “Tenemos derecho a sentirnos como queremos sentirnos sin tener que pasar por un proceso muy difícil, muy largo, muy dañino, que lo que hace es abocar a la persona que lo transita a una situación de marginalidad”. El párrafo no tiene desperdicio. Lo desgrano:

  1. Menuda perogrullada: claro que cada cual tiene derecho a sentirse como se siente. Pero ¿de verdad una persona con responsabilidad política -o, simplemente alguien con dos dedos de frente- defiende que los sentimientos individuales o de grupo son el criterio para legislar? Entonces ¿los sentimientos xenófobos también?
  2. No dudo que la transexualidad resulte un proceso difícil. Muy difícil porque, en efecto, supone un rechazo del propio cuerpo. Una persona transexual ha de superar un severo problema, una tremenda contradicción que ciertamente debe causarse muchísimo estrés y zozobra. Y, justamente por eso, no se debe frivolizar.
  3. Según Vera, la dificultad no reside en lo que acabo de decir, en que se trata de un proceso complejo, problemático y angustioso, sino que reside (y es lo que, según ella, aboca a la marginalidad, ojo) en que unos profesionales debidamente capacitados te acompañen, te orienten y te evalúen en tu ansiedad y tu desconcierto…

Si alguien quiere operarse de la nariz, los protocolos médicos obligan a evaluar y fundamentar debidamente ese deseo… Si una adolecente se siente mal con su cuerpo y quiere, por ejemplo, agrandar sus mamas o tomar hormonas de crecimiento, debe pasar por un profesional o varios que analicen su malestar y evalúen la conveniencia. Eso, por no hablar de quienes se psicoanalizan durante años por un “quítame allá ese pequeño complejo de Edipo” … Pues, por el contrario, según Noelia Vera, tener genitales y cuerpo de varón y sentirse mujer, no reviste la más mínima gravedad ni transcendencia, es un asuntillo que se puede resolver en un plis-plás, de la noche a la mañana, con una simple autodeclaración.

Asegura que un 70% de ese “colectivo está en situación de casi de pobreza”. Ante todo, debería empezar por informarnos de cuántas personas forman ese “colectivo”. Digo, por saber a qué atenernos … Y, para seguir, pregunto ¿el día que puedan autodeclararse, se acabará la “casi pobreza” que padecen? ¿Cómo se obrará tal milagro? ¿van a tener cuotas laborales y ayudas especiales? ¿y de verdad bastará con una simple autodeclaración para acceder a ellas? ¿ Y por qué pasan por engorrosos trámites las mujeres cuidadoras, las que tienen discapacidad, las de familias monoparentales, las que están en paro, etc. etc.? Que se simplifiquen la vida: que se declaren transgénero y ya.

Frente a su exacto conocimiento de la pobreza de las personas trans, sorprende que no diga nada de la pobreza de las emigrantes (que sin duda son muchas más), sorprende que confiese (sin añadir dramatismo emocional alguno ni apelar a derechos humanos) que no sabe cuántas mujeres sufren maltrato. Y sorprende que se crea que solo hay 13.317 mujeres explotadas sexualmente en España y de ellas, solo 4.300 víctimas de trata.

Paso por alto otros dislates: asegura que el debate sobre la ley transgenerista no es real (¿no mira la prensa ni las redes ni, por supuesto, tiene contacto alguno con asociaciones feministas?). Vera cree, por el contrario, que el debate sobre prostitución sí lo es y, en consecuencia, por ahora, “quietas, parás” (aunque, claro, como somos bondadosas nos preocupamos por el bienestar de las prostitutas y hacemos obras de caridad con ellas…).

Y pasma que no sepa (dado su cargo político) lo que le feminismo conceptualiza como sexo y como género. Porque si lo supiera, comprendería el alcance del problema que se plantea. Podría intentar rebatir los principios feministas; no lo tendría fácil, pero podría; no podría, sin embargo, soltar esa patochada de “la peluca” …

En conclusión: no se trata solo de desacuerdo, es que asombra tamaño despliegue de frivolidad. Y Vera es número dos del Ministerio de Igualdad…

 

 

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