Cuando tenía 14 años, Keira Bell empezó a sentir una inmensa incomodidad con su cuerpo. No encajaba en los estereotipos sobre la feminidad y pensaba que el problema tenía que ser ella. Odiaba la eventualidad de convertirse en una mujer y pensó que quizás detestar los vestidos rosa y el maquillaje significaba ella que no era mujer. ¿Y si su malestar significaba que en realidad era un niño?
En lugar de cuestionar los problemas subyacentes que presentaba (como la depresión, el odio a sí misma y una baja autoestima) con compasión y cuidado, la Clínica de Género para la Niñez del NHS (parte del sistema sanitario público de Inglaterra) le aconsejó a esta adolescente que ella sí era un varón y que el mejor tratamiento para su disforia era comenzar inmediatamente con bloqueadores que detuvieran el desarrollo de su pubertad.
Después de tres consultas (cada una de tan solo una hora), Keira Bell fue encaminada en un trayecto que comenzó con bloqueadores de la pubertad a los 16 años, hormonas de sexo opuesto a los 17 y una mastectomía doble a los 20 años. Hasta la fecha se desconoce el impacto a largo plazo de este tratamiento experimental, incluyendo su efecto en el desarrollo cognitivo y reproductivo de la niñez, pero Keira hoy reconoce que este tratamiento médico no resolvió la disforia que atravesaba.
Hoy, con 23 años, Keira está demandando a la Clínica de Género Tavistock y Portman que administró su tratamiento, y que continúa diagnosticando a cientos de menores de edad. La mayoría son niñas que, igual que ella durante su adolescencia, se sienten confundidas respecto a su sexo . Keira asegura que la niñez con disforia de género que llega a la clínica necesita mejor apoyo, no un “modelo afirmativo” que automáticamente le encamine hacia los bloqueadores de la pubertad y las hormonas de sexo opuesto.
Raquel Rosario Sánchez: Estimada Keira, gracias por hablar con nosotras. Hay mucho interés en los países de habla hispana en el tema de la medicalización de la niñez que es tipificada por personas adultas como “niñez trans”. Tu eres una expaciente del Servicio de Desarrollo de la Identidad de Género (GIDS) del Reino Unido para menores de edad. ¿Qué te llevó a caminar por las puertas de esa “clínica de género” cuando tenías 16 años?
Keira Bell: Los dos años previos a ese momento estuve atrapada en una depresión y ansiedad severa. Yo me sentía extremadamente fuera de lugar en el mundo. En realidad, estaba luchando contra la pubertad y mi sexualidad. Yo no tenía a nadie con quien hablar sobre estos temas. Me identificaba más con las lesbianas butch e inicialmente sentí que había encontrado mi tribu.
Sin embargo, aquellas mujeres que veía por el internet parecían sentirse cómodas con sus cuerpos y teniendo relaciones sexuales, etc. Así que, creo que yo comencé a dudar de mí misma y empecé a cuestionar si quizás podría ser otro el problema. Cuando me topé con el transexualismo, pensé que ese era mi caso, que yo estaba destinada a ser un niño. Todo eso tenía mucho sentido para mí y me sentía identificada con esas mujeres (en línea) que habían comenzado a experimentar una transición médica. Sentí que necesitaba comenzar con la transición médica lo antes posible para poder lograr mi felicidad.
RRS: ¿Crees que el internet, particularmente las redes sociales y los foros en línea, están impulsando el aumento de las adolescentes que buscan tratamientos para cambiar de sexo? ¿Cómo crees que las personas adultas pueden cuestionar los mensajes difundidos en estos sitios web?
KB: Por supuesto, y esto ha ido aumentando exponencialmente en la última década. Por lo que he visto, las redes sociales a menudo son realmente dañinas para las niñas, adolescentes y para las mujeres jóvenes.
Cuando yo era adolescente, usaba virtualmente foros y redes sociales como una forma de descubrirme a mí misma y de aprender sobre el mundo, y sé que eso es seguro cada vez más común y extremo a medida que pasa el tiempo. Es extremadamente dañino.
Los mensajes que se transmiten en estos foros y redes sociales se pueden desafiar mediante la sensibilización. Yo les diría a las personas adultas que corran la voz, que hablen y que resistan la propaganda que se está impulsando.
RRS: Legalmente, una adolescente de 16 años no tiene la edad suficiente para conducir un automóvil o para hacerse un tatuaje, sin embargo, somos testigos de un impulso mundial para considerar a menores de edad “lo suficientemente adultos” para consentir a tratamientos médicos experimentales que alterarán la vida para siempre. ¿Qué crees que se esconde detrás de este impulso global?
KB: El dinero.
RRS: ¿Cuál fue tu experiencia y reacción inicial a los bloqueadores de la pubertad cuando tenías 16 años, a las hormonas del sexo opuesto con 17 y la mastectomía más adelante?
KB: Los bloqueadores hormonales eran vistos como un medio para lograr un fin y no me gustaba tomarlos en absoluto. Estaba muy feliz y emocionada de comenzar con hormonas de sexo opuesto, ya que pensé que finalmente podría comenzar a vivir mi vida como se suponía que debía hacerlo.
Cuando llegó el momento de la cirugía, fue más una situación práctica. Estaba harta de usar vendas apretadas para aplanarme los senos. Era doloroso y una molestia. Tampoco me gustaba el aspecto de mis senos, incluso más en ese momento que antes.
RRS: Mirando hacia atrás, ¿cómo reflexionas ahora sobre esos años de su vida?
KB: Miro hacia atrás con mucha tristeza. No había nada de malo en mi cuerpo. Yo simplemente estaba perdida y no contaba con el apoyo adecuado. La transición me otorgó la facilidad para esconderme aún más de mí misma. Fue una solución temporal, si acaso eso…
RRS: ¿Cómo puede la sociedad abordar la disforia de género en niños, niñas y adolescentes, sin recurrir a prácticas médicas nocivas?
KB: Tiene que comenzar con cómo miramos la no conformidad con los estereotipos de feminidad y masculinidad, y la no conformidad en general. Casi todas las niñas y adolescentes (si no todas) que quieren o han hecho la transición, sienten que están en el cuerpo equivocado porque no se ajustan a algo que esta sociedad considera importante o necesario.
Es necesario aceptar la inconformidad con esos estereotipos. Los modelos a seguir son también muy importantes. Las jóvenes lesbianas o las mujeres bisexuales, especialmente las que somos negras, no tenemos muchos modelos a seguir. Necesitamos también un mejor apoyo para la salud mental, que es una gran medida preventiva. Este punto creo que se aplica a la mayoría de los países.
RRS: A lo largo de los años, muchas personas adultas, en particular profesionales médicos, fueron participes de tu tratamiento. ¿Alguno de esos profesionales expresó dudas o te sugirió no tomar estas decisiones que alteraron tu vida?
KB: En mi experiencia, cuando los profesionales fuera de la clínica de género me veían, dudaban mucho en tratar conmigo, ya que (al menos en ese entonces) la disforia de género o el deseo de cambiar de sexo era algo poco común en los pacientes.
Me referían a la clínica de género ya que tenían la impresión de que ahí se brindaba apoyo especializado y terapia en un ambiente neutral. Este, por supuesto, no es el caso. Una vez que llegué, nadie me cuestionó, en ningún sentido. Al contrario, desde el principio afirmaban que yo sí era un niño.
RRS: En un momento, luego de darte cuenta de que la transición de género no ayudaría a aliviar el malestar que sentías, tomaste la audaz decisión de demandar legalmente a la clínica Tavistock. ¿Qué te impulsó a emprender una acción legal?
KB: Estaba, y estoy, desesperada por ver algún cambio positivo. Sentí que estaba en la posición perfecta para hacerlo: esta es mi historia. Yo he salido del otro lado y veo lo dañino que es esto, especialmente ahora que medicalizar menores de edad que rechazan estereotipos de feminidad y masculinidad se ha convertido en todo un movimiento. Hay tantas chicas que se sienten igual que como yo me sentí. Las verdaderas necesidades de esas niñas y adolescentes están siendo ignoradas. Yo quiero justicia.
RRS: Pero, ¿qué le dirías a una niña o a una adolescente que está cuestionando su sexo y ella siente que seguir el camino de la medicalización es la única solución a su disforia de género?
KB: Yo me sentiría mal si hiciera cualquier cosa que no fuera desalentarla. El entorno en los últimos 10 años ha cambiado tan drásticamente que a todo el mundo se le pregunta donde sea que vayan: “¿Cuáles son sus pronombres?” o “¿Cuál es tu género?”.
Yo realmente animaría a esa niña o a esa adolescente que limite su tiempo en las redes sociales, que salga a la naturaleza y, lo más importante: ¡que piense por sí misma! En mi opinión, cuanto más te alejes del egocentrismo, mejor.
RRS: Hoy eres una inspiración para muchas personas, particularmente para las mujeres jóvenes que también luchan contra la imposición de la feminidad. ¿Cuál será el próximo paso en tu abogacía sobre este tema?
KB: Todavía no he hecho ningún plan sólido, porque me gusta moverme con libertad. Pero, por ahora, yo quisiera seguir concientizando y abogando para que, de alguna manera, podamos obtener un mejor apoyo para la salud mental de la niñez que atraviesa la disforia de género.
Gracias a Keira por concedernos esta entrevista. Le agradecemos su activismo valiente en defensa del derecho de niñas y niños a una vida libre de estereotipos y por una mejor protección para la niñez con disforia de género. Seguiremos con interés el liderazgo de Keira Bell en este asunto en el futuro.
Y si el cuerpo estaba anticipando que ibas a enfermar? Y si el cuerpo te estaba protegiendo con una autoestima baja? Y si habia mas de una solucion?
Miren esta epigenetica que similar en rasgos a la del articulo, cancer de testiculos.
https://www.elcomercio.es/aviles/siete-meses-ecografia-detecto-cancer-testiculos-20201201002017-ntvo.html
Y si la religion era una de las opciones antes? Mucho del desarrollo cientifico que en tiempos actuales permite hacer operaciones procede de cuando la ciencia estaba auspiciada por la religion, nos remontamos a hace 4 siglos, cuando quemaron a Miguel Servet, sacerdote descubridor/divulgador de la circulacion de la sangre (aunque habia otros), cuando encerraron a Galileo, etc… Y si la religion esta haciendo campaña contra una opcion porque la religion es como la cascara de otra opcion, que una vez que tomo vida propia, se niega a aceptar su inherente obsolescencia, como el hombre que quiere prolongar a la fuerza la relacion que era cosa pasajera y ya no sirve?
El cura de turno: «Ya pedimos perdon por las atrocidades».
Acaso sirve la palabra del maltratador para enmendar violencias de sangre?