Las olvidadas por la justicia pertenecen a todas las capas de la sociedad.

Carolina Vásquez Araya
Carolina Vásquez Arayahttps://carolinavasquezaraya.com
Periodista chilena radicada en Guatemala y editora. Ha trabajado en proyectos orientados al desarrollo social, cultural y económico, en especial en el sector de cultura y educación, derechos humanos, justicia, mujeres y niñez.
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Intentamos ignorar una realidad que, a cada vuelta del reloj, estalla en la cara…

 

Vale preguntarse cuál es el afán de mantener la lucha, si no parece dar frutos concretos. Lo que para unos es un esfuerzo psicológico e intelectual poner en argumentos razonados la pertinencia de combatir la violencia contra la mujer y la niñez, para otros es arremeter contra un muro de estereotipos, prejuicios y costumbres arraigadas desde los estamentos más antiguos: religión y política. La frustración es constante. Cada día, millones de niñas y mujeres alrededor del mundo experimentan la realidad de ser ciudadanas de segunda, sin acceso a la libertad ni a la justicia.

Es pertinente preguntarse, por lo tanto, de qué han servido tratados y convenciones destinados a proteger los derechos de este sector, si todavía los países firmantes de esos textos de buenas intenciones –verdaderos poemas cargados de fantasía- son exportadores de esclavas para explotación en redes de trata, y sus sistemas de seguridad y justicia son incapaces de actuar en defensa de niñas y mujeres agredidas, asesinadas o desaparecidas. Las espeluznantes cifras, especialmente en países en desarrollo como los nuestros, hablan por sí solas y revelan la inexplicable nube de indiferencia sobre los crímenes de femicidio.

Las olvidadas por la justicia pertenecen a todas las capas de la sociedad. En temas de violencia doméstica, femicidio o agresiones sexuales, no hay diferencia entre ricas y pobres, habitantes de las ciudades o del campo, ciudadanas de países desarrollados o de los rincones más olvidados del planeta. El fenómeno, acallado por los medios durante siglos -aun cuando despunta desde hace algunos años- es aún un tema tabú motivo de controversia y descalificación por los sectores más conservadores. Hoy, revisando archivos encontré una columna escrita en 2011, en la cual consigné un texto literal del recurso legal contra la Ley de Femicidio y Otras Formas de Violencia en Guatemala presentado por el abogado y notario Romeo Silverio González Barrios. La cito por ser una pieza de antología merecedora del oprobio público. El profesional del derecho afirmaba en ella: ““D) La ley contra el Femicidio y otras formas de Violencia contra la Mujer, es discriminatoria aunque se haya promulgado con la intención de proteger a la mujer o de elevarla a la condición del hombre (sic)”. Asimismo, en los preámbulos, haciendo gala de su desprecio por el laicismo del Estado y, por ende, de la libertad de culto consagrada en la Constitución de la República, describe a la familia como creación de Dios y la violencia como consecuencia de los actos relatados en el Génesis, en los cuales coloca a la mujer como ser subordinado a la voluntad y autoridad del marido (…”y él se enseñoreará de ti”).

Ese vínculo tan estrecho entre fe y sometimiento de las mujeres -para convertirlas en objeto de uso y abuso- ha permeado incluso a sectores poco afines a los dictados de las doctrinas religiosas. Es decir, se consolidó como una forma de convivencia aceptada por conveniencia del sistema patriarcal, cuyo interés social, político y económico se basa en el dominio y control de una porción mayoritaria de la población. La liberación de este importante sector, por lo tanto, sigue siendo una amenaza al sistema y, consecuentemente, todos sus esfuerzos por alcanzar la igualdad en esos tres ámbitos constituyen una afrenta para el estatus. Es importante estar consciente de que los tiempos que corren –con la pandemia y otras crisis mundiales- contribuyen de manera importante a frenar el avance en derechos y oportunidades para niñas y mujeres, retroceso que lleva implícito un alto costo para el desarrollo de las sociedades y una inaceptable forma de violencia para todas.

 

El desarrollo depende de justicia para todos, privilegios para ninguno.

elquintopatio@gmail.com @carvasar

 

 

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Comentarios

  1. a) {Vale preguntarse cuál es el afán de mantener la lucha, si no parece dar frutos concretos. Lo que para unos es un esfuerzo psicológico e intelectual poner en argumentos razonados la pertinencia de combatir la violencia contra la mujer y la niñez, para otros es arremeter contra un muro de estereotipos, prejuicios y costumbres arraigadas desde los estamentos más antiguos: religión y política. La frustración es constante. Cada día, millones de niñas y mujeres alrededor del mundo experimentan la realidad de ser ciudadanas de segunda, sin acceso a la libertad ni a la justicia.}
    Pues, lo que debería alertarnos permanente y constantemente, sería no caer en la finalidad que persigue el transexual patriarcado de debatir partes o sectores de su discurso homogéneo sin fisuras. El transexual patriarcado es el amo. Amo que condiciona presente y futuro de lo femenino. La “habilidad” del transexual patriarcado, dueño del lenguaje y pensamiento femenino traslada el debate de sus “realizaciones” a la ciudadanía. Habilidad del transexual patriarcado en su perverso accionar controlador de los organismos formales, que provoca una especial maquinación donde su discurso de efectiva consistencia, es “desgranado” y lo “tira” desunido para que se haga cargo el feminismo.

    b) {Es pertinente preguntarse, por lo tanto, de qué han servido tratados y convenciones destinados a proteger los derechos de este sector, si todavía los países firmantes de esos textos de buenas intenciones –verdaderos poemas cargados de fantasía- son exportadores de esclavas para explotación en redes de trata, y sus sistemas de seguridad y justicia son incapaces de actuar en defensa de niñas y mujeres agredidas, asesinadas o desaparecidas. Las espeluznantes cifras, especialmente en países en desarrollo como los nuestros, hablan por sí solas y revelan la inexplicable nube de indiferencia sobre los crímenes de femicidio.}
    Pues, el transexual patriarcado acciona, ejecuta y crea un ensamble de víctimas y victimarios en un discurso coherente, que luego desensambla y lo tira parcializado al feminismo para el enredo “leguleyo”, con el fin de lograr enfrentamientos contradictorios. El transexual patriarcado no dejará de imponer sus “reglas” y así que no podamos reconocer la peculiaridad ni la selección de elementos emergentes en su compacta ideología, que se adapta a las primaveras democráticas conformando nuevas y útiles unidades como la constitución de elementos comunes intermedios para perfeccionar su poder.

    c) {Las olvidadas por la justicia pertenecen a todas las capas de la sociedad. En temas de violencia doméstica, femicidio o agresiones sexuales, no hay diferencia entre ricas y pobres, habitantes de las ciudades o del campo, ciudadanas de países desarrollados o de los rincones más olvidados del planeta. El fenómeno, acallado por los medios durante siglos -aun cuando despunta desde hace algunos años- es aún un tema tabú motivo de controversia y descalificación por los sectores más conservadores.}
    Pues, esta finalidad unificadora establece una singular relación entre la perversión irresoluble y ambigüedad sexual del transexual varón, y el contenido de las leyes del ecuménico perverso parlamento patriarcal. Esta labor “unificadora” del transexual patriarcado se hace más que nunca evidente cuando toma en su discurso los objetos y las palabras a través del tiempo como creaciones de formaciones verbales singularísimas y a veces cómicas, pero lamentablemente trágicas

    d) {Es importante estar consciente de que los tiempos que corren –con la pandemia y otras crisis mundiales- contribuyen de manera importante a frenar el avance en derechos y oportunidades para niñas y mujeres, retroceso que lleva implícito un alto costo para el desarrollo de las sociedades y una inaceptable forma de violencia para todas.}
    Pues, el narcisista paranoico perverso poder mundial globalizado transexual patriarcal, hoy, utiliza los temores con el encierro abusivo, el uso de las pantallas y la exposición al morbo de los medios en la problemática del desarrollo respecto del terrible confinamiento. Lo esencial en considerar será que, no son los sucesos mismos generados en la situación de cuarentena —-un real campo de concentración—-, los que actúan traumáticamente, sino su recuerdo emergente. Los casos de este real campo de concentración abusivo, derivará en una serie de “costumbres” patológicas, síntomas y fobias irreversibles, por medio de su referencia a las presentes experiencias de la indebida cuarentena, que resultarán explicables en el enlace lógico de las manifestaciones neuróticas y paranoicas del futuro; que hará imposible rechazar dichos recuerdos, fielmente conservados en niñas y niños. Claro está que será inútil querer interrogar en el futuro al adulto sobre el actual y real confinamiento de la indebida cuarentena fuera del psicoanálisis, pues su huella no se encuentra jamás en la memoria consciente y si solo en los irreversibles síntomas patológicos. Para que lo femenino, nuestra única y absoluta esperanza, pueda modificar la civilización del narcisista paranoico transexual patriarcado, es necesario aquilatar la acumulación de la gran cantidad de “experiencia”, de la mujer, más del 50% de la humanidad, en sus sistemas mnémicos y la diversa fijación de las relaciones provocadas en éste material mnémico, por distintas adaptaciones, en el transcurso de milenios por las sucesivas generaciones del varón; irresoluble perverso y ambiguo sexual.
    Un penoso conflicto que la mujer padecería sería; ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción?
    El sentido y la verdad del feminismo (la mujer) es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
    “El feminismo es única y absolutamente la mujer”
    El discurso de la acción femeninológica, de mi ciencia de lo femenino (Femeninologia), expone al varón frente a aquello que ha silenciado en el pasado; el fundamento agresivo que encubre con su hipócrita moral y ética patriarcal, que se demuestran insostenibles en el presente.
    Por Osvaldo Buscaya (OBya)
    Psicoanalítico (Freud)
    Femeninologia (Ciencia de lo femenino)
    Lo femenino es el camino
    Buenos Aires
    Argentina
    30/12/2020

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