Así reza una pancarta que aparece como ilustración en un artículo firmado por Marta Borraz el 20 de enero pasado en “eldiario.es” sobre “la determinación de género y los derechos de las mujeres trans”, artículo que pretendo contestar punto por punto sin por ello dejar de respetar la decisión de todas las mujeres y grupos que han firmado un Manifiesto relativo al tema.
Me ha descolocado la cantidad de contradicciones respecto a las reivindicaciones que propone dicho Manifiesto para las personas trans, que más bien viene a referirse a las mujeres trans, ya que las chicas que “transitan” no interesan mucho, porque de lo que se trata es de colonizar el Movimiento Feminista, que es la pretensión del Ministerio en curso.
Empezaré por la pancarta: “Hermanas trans, GRACIAS, sin vosotras no habría feminismo”. ¡No me digas! Si repasamos la Agenda que ha llevado a cabo el Movimiento Feminista en el estado español, les diré la serie de objetivos que fuimos consiguiendo: empezamos por las antediluvianas leyes sobre el adulterio de “la maté porque era mía”; continuamos por la del divorcio, de la que se aprovecharon antes que nadie sus enemigos acérrimos de la derecha pudiente; seguimos por la del aborto con sus limitaciones relativas a la salud entre otras; continuamos por las de la paridad en política con el acceso de mujeres brillantes a la vida pública, y no tan brillantes, la verdad, pero igual que los varones; la eterna batalla por superar la brecha salarial; continuamos con cantidad de leyes sobre igualdad, violencia de género, coeducación, pensiones, violencia obstétrica, etcétera. Seguimos con dependencia, empleadas del hogar, doble jornada, conciliación y muchos otros problemas que tenemos las mujeres. Ahora estamos en la batalla del abolicionismo de la prostitución y de la restricción de pornografía a menores. Las universidades se poblaron con departamentos sobre estudios de género, que han dado más tesis doctorales que sobre física cuántica, desde luego. En fin, que nuestro horizonte no tiene límites porque tampoco los tiene el patriarcado. Díganme ustedes dónde estaban esas trans en todos estos asuntos, porque yo no las vi por ninguna parte. En realidad, ninguna de estas leyes les afectaba porque no han vivido las experiencias de una inmensa mayoría de mujeres realmente discriminadas, oprimidas, ninguneadas, olvidadas por la historia y más aún por una justa redistribución económica.
su estigma no es por ser mujeres, sino por ser trans, justo lo contrario que nos pasa a nosotras, con el estigma a cuestas de ser “mujeres”.
Nos vienen ahora chantajeando con el “estigma” que supone su condición, pero, lo siento, su estigma no es por ser mujeres, sino por ser trans, justo lo contrario que nos pasa a nosotras, con el estigma a cuestas de ser “mujeres”. Y me parece muy bien que “elles” luchen por superar ese estigma, pero sin olvidar el del 52% de la población. Su narcisismo llega a tal punto que ya no hay otro problema que resolver más que “su” problema, además de querer arrastrar para su causa a criaturas que ni siquiera tienen desarrollado el lóbulo frontal del cerebro, que se consigue a partir de los veinte años más o menos, entre cuyas funciones está la facultad de decidir con discernimiento, y más si se trata de cuestiones trascendentes e irreversibles. Eso se llama un crimen. Y el Ministerio de Igualdad tendría que saberlo. Y a eso lo califican como “calidad de vida de las infancias” y “derecho a realizarse plenamente”. ¿Nos hemos vuelto locos o es que somos así de papanatas?
La Ley actual exige, antes de tomar semejante decisión, contar con un informe psicológico y haber pasado dos años de hormonación, lo cual califican de proceso patologizante. Por favor, si a mí me exigen pasar por una serie de pruebas antes de renovar el carnet de conducir ¿voy a poner el grito en el cielo porque eso presupone que puedo estar “gagá”? Pues dado el número de arrepentimientos en los casos de transición, tendrían que poner muchas más pruebas de tipo psicológico para el bien de las personas interesadas y de sus familias. Creo, por el contrario, que supondría una gran irresponsabilidad por parte de las autoridades sanitarias hacer de la transición un coladero para niños a quienes les gusten las muñecas o niñas que jueguen al fútbol. A veces no hay más que un tema de simples gustos o de homosexualidad, que no tienen por qué constituir un problema. Además ¿les parece poco patologizante tener que estar hormonándose de por vida con lo que eso tiene de patología inducida? ¿Se han medido los efectos que tiene para la salud semejante práctica a la larga?
Resulta curioso que en el Manifiesto se diga “Deseamos una sociedad en que las personas no sientan la presión de cumplir con la rigidez de género, que admita las variables diversas y transformadoras de lo femenino y lo masculino”. De acuerdo, tanto que el feminismo es lo que busca: no tener que responder a la rigidez del género, tanto que estamos por liquidar el género que nos ha constreñido, pero no para sustituirlo por otro género, sino para arrumbarlo en el baúl de los estereotipos. ¿Cómo es eso si lo que buscan es la autodeterminación del género? Quieren dejar de ser hombres para ser consideradas mujeres. Pero ¿en qué quedamos? Las feministas rechazamos el corsé del género, pero no para ser hombres, sino para ser mujeres realmente libres.
a mí me exigen pasar por una serie de pruebas antes de renovar el carnet de conducir ¿voy a poner el grito en el cielo porque eso presupone que puedo estar “gagá”?
Confieso que personalmente siento una gran ternura por las personas que desean ardientemente transitar al otro género, porque transitar al otro sexo es imposible. La educación sería el medio de mitigar ese sufrimiento, enseñando a niñas y niños a expresar libremente su personalidad sin que eso supusiera rechazo social ni sufrimiento personal. Pues bien, el Ministerio, en lugar de impulsar intensas campañas educativas, lo reduce o lo complica con la hormonación, la doble masectomía, bloqueadores de la pubertad y patologizaciones por el estilo.
Se nos acusa a las feministas de ser muy agresivas con el tema, pero nuestra agresividad es respecto a una ley y no referente a las personas, una ley que tendría que tener unas líneas rojas muy claras: la plena capacidad del sujeto para elegir a una edad en la que esto tenga garantías; la separación en determinados espacios de las mujeres y las mujeres trans, como el deporte, las cárceles o los espacios más íntimos en los que las mujeres se sintieran cohibidas. La agresividad personal viene más bien por parte del transactivismo, que se ha dedicado a poner denuncias por “delitos de odio” o a reventar y dividir al Movimiento, como se vio en la última manifestación del 8 de marzo. ¿Cuándo las feministas nos hemos denunciado unas a otras por muchas polémicas que hubiera entre nosotras? Si quieren ser de nuestro género que aprendan del feminismo.
Y, por último, ese brindis al sol por parte del Manifiesto, que quiere “un feminismo diverso, inclusivo, interseccional y desbordante”. Me pregunto qué tiene que ver el fenómeno trans con el feminismo. ¿Desde cuando una persona que se identifica con los estereotipos de género es feminista? Todo lo contrario. Esta es la gran contradicción. ¿Y desde cuándo esas tonterías del “cis” género frente al “trans” género como si no significaran lo mismo: la identificación con un género? Ahora, la “diversidad” trata de sustituir todos los conceptos que hemos venido asumiendo como propios, ya sean igualdad o diferencia, equidad o responsabilidad, cuidados o conciliación entre otros. En cuanto a la “interseccionalidad”, se refiere a dividir el movimiento desde dentro, metiendo con calzador a otros grupos en lucha, que se complementa con “inclusividad”, que es justo lo contrario. Qué “cacao maravillao”. En cuanto a lo de “desbordante”, supongo que se refiere a la aspiración eterna de aquella izquierda del pasado de liderar los movimientos de masas. Sería deseable una mejor conceptualización y menos demagogia.