Cuenta-cuentos queer: proyecto de ley “trans” y algunos de sus argumentos de autoridad

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El reciente y controvertido proyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas TRANS, impulsado contra reloj por el Ministerio de Igualdad del Gobierno de España en contacto con algunas asociaciones y grupos de interés plurales, que están totalmente de acuerdo con ella, y luego ofrecido al resto de mortales, contiene en sus treinta páginas serias deficiencias en su forma y contenido que resultan impropias de un texto legal. A la pésima redacción que lo caracteriza, se añaden las numerosas imprecisiones, errores de juicio e interpretación que salpican el texto así como algunas afirmaciones muy discutibles que le dotan de una naturaleza entre artículo de opinión y mal informe de consultoría chapucera. Las más graves han sido objeto ya de cumplida respuesta por parte de diversas organizaciones feministas.[1]

En esta ocasión, me centraré en una referencia particularmente capciosa que todavía no ha recibido atención específica. Se trata de la sorprendente referencia incluida en la Exposición de Motivos del proyecto de Ley a un artículo publicado el pasado 2020 en la revista The Lancet, (Sección II, p.4.), del artículo “Concordancia de Género, documentos de identidad y salud mental de adultos transgénero en EEUU: un estudio transversal” publicado en 2020 en The Lancet-Public Heatlh[2].

The Lancet es una de la más importante e influyente a nivel mundial en materia de salud y medicina que, en los últimos años, tras su adquisición en 1995 por el gigante editorial Elsevier,[3] y siguiendo las directrices generales impulsadas desde 2015 por la dirección mundial del grupo,[4] ha hecho de la promoción de los derechos LGTBQI+ y la diversidad inclusiva una de sus prioridades. El propio Editor-Jefe de The Lancet, y experto destacado de la OMS en esta y otras materias, Richard Horton, anunciaba formalmente en 2015, que la promoción de la agenda LGTBQI+ en el ámbito de la salud y limítrofes constituía oficialmente una de sus prioridades. [5]

Ello se plasma, por ejemplo, en el incremento espectacular del número de artículos que abordan la problemática LGTBQ. Mientras en el periodo 2000-2005 solo se publicaron 5 en todas las revistas del grupo, en 2006-2010 fueron 22, en 2011-2015 fueron 183, y en 2016-2020 se elevaron a 1320.[6]

Richard Horton, anunciaba formalmente en 2015, que la promoción de la agenda LGTBQI+ en el ámbito de la salud y limítrofes constituía oficialmente una de sus prioridades.

Es en ese contexto en el que podemos entender que un artículo publicado hace apenas unos meses en la revista The Lancet-Public Health,  que al día de hoy solo registra 6 citas en google-académico,  se refiera en el Proyecto de Ley presentado por el Ministerio de Igualdad, como argumento de autoridad, cuyo contenido el propio proyecto de Ley introduce en los siguientes términos:

“Numerosos estudios han puesto de manifiesto que una de las principales causas de la discriminación que sufren las personas trans tiene su origen en la discordancia entre su sexo y nombre y los datos que figuran en su documentación oficial. De ahí la necesidad de establecer mecanismos ágiles para proceder al cambio de sexo y nombre registral, desde un enfoque despatologizador. Según el estudio …/… en comparación con las personas trans encuestadas cuyos documentos no reflejaban su identidad de género, las personas encuestadas cuya documentación sí reflejaba su identidad de género mostraban una menor incidencia de trastornos mentales, menor ideación suicida y menos planes de suicidio.”

Sin embargo, basta con leer el mencionado artículo citado en esa exposición de motivos para comprender, que en su afán persuasivo, el equipo que redactó el Proyecto de Ley se permite exagerar y generalizar sobre el valor de ese estudio despreciando que se trata de una investigación observacional, que parte de una muestra de menos de 28.000 personas para una población estimada de cerca de un millón y medio de personas en EEUU que ‘declaran no sentirse identificadas con el sexo asignado al nacer’, de la que además fueron excluidas cerca de 5.000 que se declaraban travestis, o crossdressers en inglés. En suma, nos presentan como referencia indiscutible un trabajo del que, debido a su propio diseño de investigación, en modo alguno pueden extraerse generalización o proyección alguna de sus resultados más allá del grupo directamente examinado.

No en vano, en el mismo número de la revista se publica un breve comentario crítico en el que Malta y sus colegas señalan abiertamente las limitaciones del trabajo de Scheim y otros, señalando lo siguiente:[7]

«El diseño del estudio transversal prohíbe la interpretación causal de las relaciones identificadas, y la causalidad inversa es plausible: aquellos con una mejor salud mental podrían ser más capaces de navegar por los difíciles requisitos burocráticos para obtener identificaciones congruentes de género.”[8]

Es decir, aunque las “identificaciones concordantes con el género sentido” puedan ser, a reserva de su modo de concreción jurídica concreta, un aspecto importante, hay otros muchos factores que continúan afectando a la elevada incidencia de problemas de salud mental en ese grupo de población que requieren atención específica. Aspectos tales como un bajo nivel de apoyo familiar, la exposición a los esfuerzos de conversión de la identidad de género, altas tasas de pobreza, vivienda inestable, y acceso inadecuado a servicios de atención médica, cirugía o salud mental, o diversas formas de violencia. Por ello, concluyen que también se deben “abordar la multitud de otros factores que contribuyen a los problemas de salud” de estos grupos de población. Aspectos todos ellos que no parecen entrar en conflicto, a diferencia de las múltiples implicaciones en los ámbitos más dispares de la sustitución del sexo biológico por la identidad de género sentida, con el interés general de las mujeres.

la operación internacional que está detrás de todo ello trasciende luchas partidistas, a pesar de que algunos partidos políticos si son cómplices de la franquicia que se diseña para cada país, con el mismo patrón customizado de políticas, leyes y medios de comunicación en serie.

En todo caso, no deja de ser sorprendente que la interpretación hiperbólica que realiza el Ministerio de Igualdad del valor de ese trabajo, coincida precisamente con la que ofrece el editorial de The Lancet-Public Health en ese mismo número, y con los pronunciamientos que al respecto realiza el superpoderoso grupo Elsevier, cuando anuncia su proyecto de expandir a la sociedad su agenda.[9]

Ello confirma también que la operación internacional que está detrás de todo ello trasciende luchas partidistas, a pesar de que algunos partidos políticos si son cómplices de la franquicia que se diseña para cada país, con el mismo patrón customizado de políticas, leyes y medios de comunicación en serie. Toda una ingeniería corporativa global, con muchos recursos y financiadores, que pretende desconfigurar por el camino y presentar como dividido y en lucha al movimiento feminista. Mientras el carácter misógino, homófobo y lesbófobo de su propuesta se oculta, revistiéndolo de pobres argumentos de ampliación de derechos de personas, que ya casi ni se nombran.


[1]  https://contraelborradodelasmujeres.org/es-aun-peor-de-lo-que-temiamos/

[2] Vid: Scheim, Ayden I., Amaya G. Perez-Brumer, y Greta R. Bauer (2020) «Gender-concordant identity documents and mental health among transgender adults in the USA: a cross-sectional study.» The Lancet Public Health 5.4: e196-e203, disponible en: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2468266720300323

[3]  https://www.elsevier.com/about/press-releases/corporate/elsevier-launches-a-new-corporate-website

 

[4] Ver:

https://www.elsevier.com/connect/on-being-lgbtq-in-science-yes-it-matters-and-heres-why

https://www.elsevier.com/connect/elsevier-and-500-queer-scientists-to-hold-nyc-event-for-world-pride

[5] https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(15)60595-5/fulltext

[6] https://www.sciencedirect.com/search?qs=LGBTQ

[7] Vid: Malta, Monica, Sara LeGrand, Jack Turban, Tonia Poteat, y Kathryn Whetten (2020) «Gender-congruent government identification is crucial for gender affirmation.» The Lancet Public Health 5, no. 4 (2020): e178-e179. https://www.thelancet.com/action/showPdf?pii=S2468-2667%2820%2930054-2

 

[8] Ibidem

[9] https://www.elsevier.com/connect/elsevier-svp-paves-way-for-future-lgbt-leaders

 

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