Violencia vicaria: “Yo no te mato, tú te suicidas”

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“Yo no te mato, tú te suicidas”

La Violencia Vicaria, siempre comienza con la amenaza a la mujer: “si me dejas te quitaré a los niños”, “no les verás más”, “ya verás lo que te pasará”, “voy a hacer que te odien” …”te daré donde más te duele”

La violencia vicaria es una forma de maltrato hacia la mujer que toma a las hijas y a los hijos como objetos y los arroja sobre la madre. En su máxima expresión, este individuo les asesina, pero siempre, siempre, antes lo verbalizó, lo expresó y se lo hizo saber a esa mujer que él sabe muy bien que su punto débil son sus hijos.

Por ellos y ellas, aguantó sus amenazas, sus insultos, sus degradaciones y su permanente maltrato que no siempre se expresaba en golpes. Por ellos tardó años en decidir separarse. Y su martirio comienza cuando decide hacerlo, buscando poner distancia a ese maltrato y a la violencia. El calvario se materializa utilizando a la justicia, gracias a que ésta continúa ponderando el estatus de pater familias por encima de cualquier derecho de cualquier integrante de la familia. Para eso es el Pater, el patrón, el amo y señor de su prole, que por supuesto, incluye a la mujer.

La disociación de la justicia, que permite que un maltratador sea “un buen padre”, le permite a estos individuos que en nombre del amor y abnegación de padre, continúen el maltrato, y disfrazado de derechos de patria potestad, la mujer será ahora insultada, maltratada y culpada en los tribunales.

Comienza el periplo judicial: el maltratador la llevará a la justicia por cualquier motivo, la obligará a pagar abogados, peritos, procuradores e infinitos años de vida para intentar proteger y poner a salvo lo que más quiere: sus hijas e hijos. La estrategia judicial: atiborrarla y perseguirla a través de la justicia, es un fenómeno que, amparado en su derecho de pater familias, el maltratador utilizará siempre. No le importa someter a sus hijas e hijos a constantes tránsitos por los juzgados, no le interesa si van dos o 10 veces a entrevistas traumáticas donde profesionales que deberían evaluarles y NO juzgarles, les enrostrarán que “mienten”, que “digan algo bueno del padre”, que no puede ser que ese padre no tenga algún valor, etc. etc. No olvidemos que les hablan a y niños que han visto arrastrar a su madre por el suelo, insultarla, amenazarle, que han sido testigos mudos y temblorosos de escenas que no olvidan a pesar del paso de los años. Profesionales que continúan ponderando el rol del pater por encima de lo que se debería ponderar: “El interés superior de niñas y niños”

La disociación de la justicia, que permite que un maltratador sea “un buen padre”, le permite a estos individuos que en nombre del amor y abnegación de padre, continúen el maltrato, y disfrazado de derechos de patria potestad, la mujer será ahora insultada, maltratada y culpada en los tribunales.

Niñas y niños que pierden el control de esfínteres solo con el sonido de la llave en la puerta que indica “el regreso”. Pero ese, es territorio del maltratador, aún con denuncias y condenas firmes por violencia, la justicia dividirá de la causa (a veces más de una) que le condenó, su derecho de custodia, patria potestad y visitas. Disociación que le permite al violento, continuar el contacto con la mujer a quien quiere castigar y demostrar que sus amenazas se cumplen. En presencia o a la distancia, los hijos serán objetos para continuar hiriéndola: no les baña, les da azúcar si son diabéticos, no les da la medicina, les deja al sol en el verano y les lleva de regreso descalzos en invierno. Continúa hablando mal de la madre, insultándola, degradándola en su presencia y a veces, tristemente, con la complicidad de su nueva pareja

Su diana es la madre, los hijos importan poco, ninguno se hará cargo de ellos: contratarán una cuidadora, los cuidará su madre, su tía, su hermana, su nueva pareja (esto es otro clásico), que comprará el argumento de pobres-niños-cuya-madre-no -les-trata-bien, y como la abnegación está incluida en los roles que debemos cumplir las mujeres, ellas se dedicarán en cuerpo y alma a esos niños. Así que el tema cuidados lo tienen resuelto, por eso avanzan hasta cumplir su amenaza: “te quitaré a los niños”.

Lundy Bancroft[1], describe muy bien lo que es un maltratador como padre: su único objetivo es continuar el daño sobre la madre, los hijos no importan. También Consuelo Barea[2] en su último libro, hace un perfil exacto de estos individuos post divorcio en su rol de padres.

Aunque me cuesta llamarles padres, creo que habría que inventar una palabra que les diferencie de los verdaderos padres, aquellos a quienes, si le importan sus hijos e hijas. Pero esos no maltratan, no degradan a la mujer que parió a sus hijos, y jamás les escucharemos hablar en público, mal de ella. Porque un hombre que quiere a sus hijos, no critica frente a miles de personas y públicamente, a la madre. Jamás. Sabe que para ellos/ellas, su madre es un sostén necesario, les parió, les dio la vida, puso su cuerpo para gestarlos y pasó más de una noche sin dormir para amamantarles y darles una medicina si estaban enfermos. O no hizo nada de eso, pero es su madre y el vínculo con una madre es fundante. En Psicología, sabemos que si no se resuelve, es imposible continuar avanzando. Por eso, atacar a la madre que los parió, es una estrategia de maltrato y violencia, una más de todos los maltratadores. Tal vez, ellos no lo han resuelto y por eso avanzan atacándolas (¿), sería un interrogante a resolver.

creo que habría que inventar una palabra que les diferencie de los verdaderos padres

La violencia vicaria es la violencia contra las mujeres desplazada sobre los hijos e hijas. Armas para los hombres violentos capaces de hacer de sus hijos un objeto para atacar a esa mujer que les hirió el narcisismo, porque de eso también va el tema.
Y las leyes, la mentalidad patriarcal de quienes las interpretan sin perspectiva de género, les favorecen. Y ellos lo saben y los grupos que les asesoran se lo dicen: –En la justicia lo ganarás… tienes que denunciarle hasta la extenuación.

Y extenuada física, psicológica y económicamente queda una mujer luego de 5, 10 y 15 años de litigios judiciales múltiples. Algunas alcanzan la mayoría de edad de sus hijas e hijos, otras quedan en el camino: yo no te mato, tú te suicidas. Esa es la frase que el maltratador le dice en su pensamiento. Tal y como siempre, la culpó a ella de toda su violencia.


[1] http://lavozdelavictimaylajusticia.blogspot.com/2019/08/comprension-del-agresor-en-disputas-de.html

[2]  Barea, Consuelo, ¡y Te Quitare Los Hijos! – El Maltratador Como Ex Marido Y Como Padre (Español) Tapa blanda –2014

 

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