En política nada sucede de manera accidental. Un nuevo paradigma socio económico se inauguraba en la década de los años setenta del siglo XX, destinado a dirigir y controlar nuevas formas de vida de las personas en el planeta.
A partir de ese momento histórico, se materializa la instauración del neoliberalismo, planificado por sus ideólogos y ejecutado por sus agentes. La sociedad en su conjunto debe desaparecer como categoría para dar paso al individuo y a la defensa a ultranza de la propiedad y los intereses privados. «¿Quién es la sociedad?» se preguntaba la ministra Margaret Thatcher, a lo que ella misma respondía; «no existe tal cosa, tan sólo existen los individuos”.
En el neoliberalismo los Estados pasan a ser garantes del funcionamiento de los mercados globales. Los conquistados bienes y servicios comunes, producto de las luchas de las clases subalternas y oprimidas de las décadas anteriores: sanidad pública, educación, o los elementos necesarios para la vida, los llamados recursos naturales: agua, aire… y los propios cuerpos, también deben entrar a formar parte de ese gran mercado privatizado global.
De nuevo el capitalismo marca la agenda mundial derrotando y corrompiendo a las organizaciones obreras, los partidos políticos y los movimientos de resistencia e introduce en la sociedad los principios ideológicos necesarios para que se acepten los cambios y las crisis sociales que afiancen el poder de los grupos económicos y financieros.
Dentro de ese marco socio-político planificado por el capital, se introduce la ideología neoliberal a través de los llamados think-tanks y sus agentes en las universidades, instituciones políticas estatales, los grandes estamentos internacionales (OMC, Bco. Mundial, FMI…etc.) con la imprescindible ayuda de los medios de comunicación social, en manos de los lobbies y de esos grupos de poder.
El discurso neoliberal se vuelve hegemónico no solo en la economía, también en las formas de entender y pensar el mundo, las formas de vida, las relaciones humanas y sociales, ayudado con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, sin que puedan afectar ni poner en cuestión ninguna de las relaciones de poder o los poderes fácticos.
Para introducir cambios económicos y sociales es preciso acompañarlos de nuevos paradigmas ideológicos que conduzcan la transformación socio-económica neoliberal, que actúen en la conciencia social sin necesidad de recurrir al uso continuado de la represión y la violencia explícitas. A ese nuevo paradigma ideológico y todo su andamiaje cultural y académico se le denomina posmodernidad.
La búsqueda filosófica de la verdad en la realidad a través del uso de la razón, que sustituía la época del dominio de las religiones y el medioevo, queda relegada de nuevo por el paradigma ideológico posmoderno que niega la existencia de ambas. Para la posmodernidad la realidad es un constructo y la verdad no existe.
En este marco global neoliberal aparecen también en las universidades del imperio capitalista, las ideólogas de las especulaciones posmodernas queer. Se trata de autoras que pretender transgredir las premisas y la agenda del Feminismo, la teoría y práctica política que ha logrado, después de casi dos milenios de opresión y a través de sus luchas, cambiar la visión del mundo y la realidad material de las mujeres, en algunas sociedades contemporáneas.
La lucha mantenida por las feministas por el reconocimiento de sus derechos humanos en un mundo androcéntrico, basado en el poder de los hombres y la opresión estructural y personal de las mujeres, por su condición material de nacer con ese sexo, han tenido un éxito parcial, después de trescientos años de perseverancia.
Las claves para introducir teorías que niegan la realidad material, consisten en apelar en sus relatos a la defensa de los derechos humanos de los “ cuerpos no normativos” y a la aparente transgresión y subversión que representa negar la realidad biológica,
Los logros del feminismo se traducen en mejoras materiales y de reconocimiento social de algunos de los derechos humanos de las mujeres en un mundo marcado por las normas y los roles patriarcales y la violencia estructural y simbólica, pero sobre todo real. Las instituciones sociales y políticas, las relaciones de poder, siguen siendo patriarcales y capitalistas, pero se inicia una ola de pensamiento crítico, elaboración teórica y luchas feministas que ponen en cuestión las estructuras del sistema y la violencia ejercida por esos poderes en conjunción, en gran parte del planeta.
Las ideólogas posmodernas de las teorías queer, llegan entonces para negar la realidad material y la existencia real de los “cuerpos sexuades”, y abren la puerta al mundo imaginario, en donde el sexo de las mujeres no existe y/o es una cuestión de elección personal. No están solas en sus elucubraciones, las acompañan desde el principio los grandes grupos de influencia ideológica y financiera que en forma de fundaciones y de filantrocapitalismo propagan sus teorías, a través de la academia y de numerosas subvenciones, becas, y propaganda social y cultural, e inician su expansión en el patio de atrás del imperio capitalista, el campo de pruebas que constituye Latinoamérica, y su área de influencia ideológica y económica que es Europa.
Las claves para introducir teorías que niegan la realidad material, consisten en apelar en sus relatos a la defensa de los derechos humanos de los “ cuerpos no normativos” y a la aparente transgresión y subversión que representa negar la realidad biológica, que puede ser elegida, obviando y ocultando que es precisamente esa realidad material que niegan, la causa y origen de la opresión de las mujeres.
En consecuencia, las ideólogas posmodernas ponen en su agenda, teóricamente transgresora o subversiva, la negación de la realidad material, al igual que hacen los teóricos del neoliberalismo, en nombre del individualismo, la libre elección y los deseos subjetivos.
Así, neoliberalismo económico y posmodernidad ideológica tienen un origen común.
Decíamos que nada es casual en política. Que el poder siga en manos de los poderosos grupos económicos e ideológicos depende de que continúen imponiendo la agenda mundial a través de todas y cada una de las instituciones y de postulados ideológicos que nunca puedan ponen en cuestión las relaciones de poder.
Un mundo infantilizado
Los expertos en el comportamiento humano, los lingüistas y otros virtuosos del marqueting, descubren que las palabras pueden crear realidades simbólicas, por eso inician una gran ofensiva que se vehiculiza a través del lenguaje. Se inicia la invención de nuevas palabras que cambian el sentido de lo nombrado para imponer un neolenguaje que sirve para “crear realidades nuevas ” y ocultar otras. Saben también que los cuentos y relatos infantiles introducidos en nuestras mentes desde la más tierna infancia pueden seguir operando en la edad adulta.
Para introducir el giro neoliberal se requiere la destrucción y represión sistemática de cualquier pensamiento adulto y racional que pueda cuestionar el pensamiento único neoliberal.
Asistimos a la degradación del pensamiento crítico en las universidades colonizadas por las empresas y los grupos de interés. Los medios de socialización y comunicación se ocupan de crear el nuevo imaginario social. La realidad no existe, los relatos y la narrativa sustituyen a la verdad y se sacrifica la razón y las evidencias, en favor de pensamiento subjetivo, mítico y sentimental que apela a las emociones. La ideología posmoderna se introduce en las políticas culturales para contarnos relatos, que poco o nada tienen que ver con las condiciones materiales, los datos o las pruebas, para ocultarnos que nuestras condiciones de vida están siendo cada vez más degradadas, a la par que nuestro medio ambiente.
Abierta la puerta a los deseos subjetivos individuales y una vez alcanzada, en algunas partes del mundo, la posibilidad de adquirir objetos y algunos bienes de consumo, alimentan e incentivan los deseos individuales como fuente inacabable de posibilidades en el mercado, que podrá permitir, si eres persona de éxito o su sinónimo, si tienes el “poder adquisitivo” suficiente, conseguir todo lo que desees: “Persigue tus sueños”… “porque tú lo vales”…”si quieres, puedes”… dicen y reiteran la miríada de escuelas psicológicas de autoayuda nacidas al efecto y los anuncios publicitarios que enaltecen un narcisismo individual sin precedentes para la satisfacción de los deseos más profundos que merecen convertirse en derechos. Las posibilidades que ofrece el nuevo mercado de los deseos no tienen límites y constituyen objetivos a alcanzar por los individuos gracias a la biotecnología y al propio sistema capitalista, siempre que se disponga de los recursos económicos necesarios para comprarlos.
¿Cómo afectan las teorías posmodernas al Feminismo?
Destruida la realidad material por inexistente, la posmodernidad da entrada al mundo de los relatos con efectos en las mentes y en el imaginario individual y colectivo. Si la verdad y lo material no existen, basta con potenciar el pensamiento mágico y simbólico que aleja entre sí a los colectivos individualizados por diversidades y por sus múltiples y separadas identidades, de la realidad material de su vida cotidiana, cada vez más precarizada y, paradoxalmente, más homogénea.
Simultáneamente, se pretende acabar con las premisas básicas de la teoría feminista, único cuerpo teórico y movimiento político que por las dolorosas condiciones materiales que sufren la gran mayoría de las mujeres en el mundo y por su enorme fuerza transformadora y emancipadora, no ha podido ser todavía colonizado ni acallado por el sistema, a pesar de sus ataques y su violencia estructural y material.
Desde su inicio, las nueva y crípticas doctrinas posmodernas y queer, sin un real cuerpo teórico, son utilizas por el capitalismo y el patriarcado para negar la existencia de la una realidad material observable. El hecho material de la opresión política, social y económica de las mujeres basadas en su sexo, deja de tener relevancia para las sacerdotisas de las nuevas creencias.
Las doctrinas queer se introducen como caballo de Troya en el movimiento feminista, para negar la mayor, la evidencia de que la opresión y todos los dispositivos de control y violencia contra las mujeres se deben al hecho material de haber nacido con ese sexo biológico.
Las creencias queer son defendidas por las sacerdotisas desde la academia, ayudadas por un innumerable colectivo de agentes sociales y de activistas transgénero, formando el movimiento Q+, que ocupando y usurpando el lugar de los movimientos LGTBI, ejercen violencia misógina contra quienes les lleven la contraria. Creando categorías fóbicas inexistentes para señalar, perseguir y agredir a las que piensen diferente, como si se tratara de polícias del pensamiento.
Las creencias queer, en forma de cuentos, protocolos y guías, se están impartiendo ya en las escuelas, dando entrada al mundo de los unicornios, figura mítica que representa el abandono de la razón por la religión y la mitología antimaterialista. Creencias que pretende ser ratificada por leyes que eliminen al sujeto político del feminismo: la mujer como clase sexual oprimida, como hicieron ya con la clase obrera. Pero que también abren la puerta de par en par a los grandes negocios de los laboratorios y a la industria biotecnológica, para la hormonación y mutilación, de por vida, de niños y niñas sanos por el simple supuesto de mostrar incomodidad con las normas y roles opresivos de género, este sí, asignado socialmente.
A ese respecto, una de las juristas redactora de las modificaciones de la ley sobre el derecho de las mujeres a erradicar la violencia machista, aprobada por el parlamento catalán hace unos meses, parlamento que, sin embargo, ha estado absolutamente inoperativo para otros temas de urgencia social en plena pandemia, manifestaba públicamente que introducir derechos a los auto determinados como mujeres, le permitía mantener la esperanza de vivir en un futuro muy próximo “ en un mundo plagado de unicornios”.
Las leyes elaboradas por la “nueva política” de ideología posmoderna, instaladas en el Ministerio de Igualdad del gobierno de España, van en el sentido de eliminar la categoría mujer y por tanto obviar de nuevo, la realidad biológica por las que las mujeres son oprimidas. Sus políticas “feministas” se han limitado a introducir la agenda queer en forma de leyes. Nuevas leyes estatales que afectarán, de ser aprobadas, los derechos y los espacios de las mujeres, conseguidos tras décadas de lucha del movimiento feminista.
Los limitados logros en derechos sociales de las mujeres en algunas partes del mundo, serán invadidos de nuevo por el patriarcado, que, habiendo perdido parte de sus privilegios gracias a la lucha feminista, espera irrumpir de nuevo en los espacios públicos y políticos alcanzados hasta la fecha.
Será así, si las feministas y los grupos LGTBI no lo impiden.
La agenda neoliberal y posmoderna contra el feminismo la siguen marcando el patriarcado y el capitalismo. Por eso nuestra lucha y resistencia son imprescindibles para un alcanzar un mundo emancipado no dominado por unicornios patriarcales.
Algunos estudiosos están relacionando ya la nueva distopía social y política que permite a los mamíferos humanos elegir y cambiar de sexo a voluntad, con la aparición de las nuevas amenazas económicas y sociales de la ideología transhumanista, un nuevo cambio propiciado por la tecnología disponible en manos de los mismos grupos de poder, que van a marcan una vez más, como debemos pensar y vivir en el sistema capitalista.
Nuevos mundos poblados de unicornios sin sexo pero también que no van a oponer resistencia alguna a un sistema de depredación, extractivismo y degración irreversible del planeta.
Para que lo femenino, nuestra única y absoluta esperanza, pueda modificar la civilización del narcisista paranoico transexual patriarcado, es necesario aquilatar la acumulación de la gran cantidad de “experiencia”, de la mujer, más del 50% de la humanidad, en sus sistemas mnémicos y la diversa fijación de las relaciones provocadas en éste material mnémico, por distintas adaptaciones, en el transcurso de milenios por las sucesivas generaciones del varón; irresoluble perverso y ambiguo sexual. Un penoso conflicto que la mujer padecería sería; ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción?
Osvaldo V. Buscaya (OBya)
Psicoanalítico (Freud)