Un tal Abuy Nfubea nos explica tranquilamente lo malas que somos las feministas blancas (Diario Público del 09/05/2021).
Empieza dando a entender que, hasta que no llegó el colonialismo, las sociedades autóctonas de África no eran patriarcales (o solo lo eran someramente). Lo suelta y se queda tan fresco.
Luego, asegura que nadie (ojo, nadie) en el mundo occidental, cuestiona el racismo-colonialismo … Y también se queda tan fresco.
Más adelante, añade textualmente:
“No creo que haya una lucha de los hombres y otra de las mujeres, porque ambos combaten por lo mismo, lo que sucede es que a algunos la situación les afecta de una forma más profunda”.
De sus palabras deducimos, pues, que el patriarcado nos oprime por igual y estamos ante una mera cuestión de profundidad … O sea, que las diferencias existentes entre hombres y mujeres en lo relativo a tiempo dedicado al hogar y los hijos (y más generalmente a los cuidados de otros), las de salario y pensiones, el acceso a trabajos bien pagados, etc. son solo cuestión de profundidad. Pregunto, por ejemplo: en los países en los que durante siglos se ha practicado (y se sigue practicando) la ablación del clítoris ¿a los hombres también les cortaban el pene, aunque de forma no tan profunda? ¿Acaso, en España, tres hombres son violados cada día, aunque de manera más “superficial? Y así podríamos seguir preguntando durante bastantes páginas.
Si, según Abuy Nfubea, hombres y mujeres combaten por lo mismo: ¿feminismo somos todas, todos y todes?
En algo tiene razón Abuy Nfubea: como sigue imperando el capitalismo y el patriarcado, sigue habiendo clases sociales, países ricos y pobres y otros vectores de desigualdad, las mujeres emigrantes son, en su conjunto, las que peor parte llevan. Y, ciertamente, si son negras o tienen rasgos no europeos, sufrirán un plus de racismo.
Pero Abuy Nfubea no analiza la opresión de esas mujeres estudiando tal complejidad ni profundizando en la intersección de desigualdades que crea sino acudiendo al conocido mantra: las mujeres blancas se aprovechan de las negras para que limpien “sus casas” (obsérvese que las casas han pasado a ser de las señoras, no de los señores; ellos, pobrecillos, no tienen casa). Y añade: “Eso no significa que esas mujeres blancas sean racistas, sino que el sistema colonial les favorece y no van a promover ninguna ley para que la señora que limpia su casa cobre más o goce de mayores libertades, aunque siempre tienen en la boca palabras como «derechos» o «libertades»”.
Abuy Nfubea no analiza la opresión de esas mujeres estudiando tal complejidad ni profundizando en la intersección de desigualdades que crea sino acudiendo al conocido mantra: las mujeres blancas se aprovechan de las negras para que limpien “sus casas”
Y claro, las señoras no van a promover ninguna ley para que la limpiadora “cobre más o goce de mayores libertades”. Las mujeres (y concretamente las que reclamamos “derechos” y “libertades”, o sea, las feministas) somos, pues, las responsables de la explotación laboral y, además, no luchamos contra ella.
Los hombres, como no son responsables ni del sistema patriarcal ni del capitalista (ni siquiera tienen casa, como ya notamos) pueden estar tan tranquilos mientras miran cómo nos maltratamos unas a otras…
Supongo que, cuando Abuy Nfubea dice que las mujeres no somos racistas, pretende dulcificar sus acusaciones, pero solo consigue añadir otra tontería más, porque sí, claro que hay mujeres racistas, igual que hay mujeres que luchan contra el racismo, la explotación laboral, la xenofobia…
Conclusión: otro señor más que nos “explica cosas” y, encima, falsedades porque:
- Se puede analizar toda la crueldad e injusticia del sistema colonial sin dulcificar, ocultar ni embellecer el patriarcado “autóctono”.
- No son precisamente las mujeres quienes implantaron el colonialismo, la explotación capitalista, el sometimiento ni la esclavitud. Ni en tiempos pasados ni ahora.
- De la carencia de derechos laborales y sociales que sufren ciertas capas de la población -y concretamente de las empleadas de la limpieza- tampoco son responsables las mujeres: las estructuras de poder (que son las que pueden actuar eficazmente contra los abusos) siguen siendo básicamente masculinas (aunque haya alguna que otra “artista invitada”).
- Quienes se aprovechan en mayor medida de la existencia de mujeres subpagadas y explotadas en los hogares son los hombres, esos que no asumen la responsabilidad de las tareas domésticas, ni siquiera la de contratar o pagar a la empleada (aunque, por supuesto, repito, son los que más provecho obtienen).
- Sabemos que hay personas oprimidas por varios sistemas complementarios y solidarios entre sí: racismo, capitalismo, colonialismo, patriarcado… Y sabemos que hay mujeres que se benefician de alguno de esos entramados, pero, insisto: no son mujeres quienes los controlan ni dirigen.
Y, por último, la gran pregunta: ¿Cómo es posible que un señor, tan sensible a los padecimientos de las mujeres negras, no tenga ni una palabra de condena hacia las que viven esclavizadas por las mafias puteras? ¿No sabe que hay muchas más mujeres negras –pero muchas, muchas más- humilladas, sobadas y penetradas por puteros blancos que tiranizadas por mujeres españolas?
A este hombre ¿no se le cae la cara de verguenza?
a) {De sus palabras deducimos, pues, que el patriarcado nos oprime por igual y estamos ante una mera cuestión de profundidad … O sea, que las diferencias existentes entre hombres y mujeres en lo relativo a tiempo dedicado al hogar y los hijos (y más generalmente a los cuidados de otros), las de salario y pensiones, el acceso a trabajos bien pagados, etc. son solo cuestión de profundidad. Pregunto, por ejemplo: en los países en los que durante siglos se ha practicado (y se sigue practicando) la ablación del clítoris ¿a los hombres también les cortaban el pene, aunque de forma no tan profunda? ¿Acaso, en España, tres hombres son violados cada día, aunque de manera más “superficial? Y así podríamos seguir preguntando durante bastantes páginas.}
Pues, lo que debería alertarnos permanente y constantemente, sería no caer en la finalidad que persigue el ecuménico perverso transexual patriarca de debatir partes o sectores de su discurso homogéneo sin fisuras. El ecuménico perverso transexual patriarcado es el amo. Amo que condiciona presente y futuro de lo femenino. La “habilidad” del ecuménico perverso transexual patriarca, dueño del lenguaje y pensamiento femenino traslada el debate de sus “realizaciones” a la ciudadanía. Habilidad del ecuménico perverso transexual patriarcado en su perverso accionar controlador de los organismos formales, que provoca una especial maquinación donde su discurso de efectiva consistencia, es “desgranado” y lo “tira” desunido para que se haga cargo el feminismo.
b) {Pero Abuy Nfubea no analiza la opresión de esas mujeres estudiando tal complejidad ni profundizando en la intersección de desigualdades que crea sino acudiendo al conocido mantra: las mujeres blancas se aprovechan de las negras para que limpien “sus casas” (obsérvese que las casas han pasado a ser de las señoras, no de los señores; ellos, pobrecillos, no tienen casa). Y añade: “Eso no significa que esas mujeres blancas sean racistas, sino que el sistema colonial les favorece y no van a promover ninguna ley para que la señora que limpia su casa cobre más o goce de mayores libertades, aunque siempre tienen en la boca palabras como «derechos» o «libertades»”.}
Pues, el ecuménico perverso transexual patriarcado acciona, ejecuta y crea un ensamble de víctimas y victimarios en un discurso coherente, que luego desensambla y lo tira parcializado al feminismo para el enredo “leguleyo”, con el fin de lograr enfrentamientos contradictorios. El ecuménico perverso transexual patriarcado no dejará de imponer sus “reglas” y así que no podamos reconocer la peculiaridad ni la selección de elementos emergentes en su compacta ideología, que se adapta a las primaveras democráticas conformando nuevas y útiles unidades como la constitución de elementos comunes intermedios para perfeccionar su poder. Esta finalidad unificadora establece una singular relación entre la perversión irresoluble y ambigüedad sexual del varón, y el contenido de las leyes del parlamento ecuménico perverso transexual patriarcal.
c) {Y, por último, la gran pregunta: ¿Cómo es posible que un señor, tan sensible a los padecimientos de las mujeres negras, no tenga ni una palabra de condena hacia las que viven esclavizadas por las mafias puteras? ¿No sabe que hay muchas más mujeres negras –pero muchas, muchas más- humilladas, sobadas y penetradas por puteros blancos que tiranizadas por mujeres españolas?}
Pues, esta labor “unificadora” del ecuménico perverso transexual patriarcado se hace más que nunca evidente cuando toma en su discurso los objetos y las palabras a través del tiempo como creaciones de formaciones verbales singularísimas y a veces cómicas, pero lamentablemente trágicas. Deberíamos tomar la totalidad del discurso ecuménico perverso transexual patriarcal y no enfrentarnos, entre nosotros, con sus parcialidades, todo lo contrario, utilizarlo con todos los enfoques del feminismo como evidencia de los “trucos” e hipocresía de quienes ejercen y son dueños del poder para desmantelarlos. Las mujeres militantes soportan y padecen “penosamente” una intolerable tensión en el “terreno” ecuménico perverso transexual patriarcal que utiliza todos los medios a su alcance y una hipocresía sin límite al pretender – no siendo varones – que deben aceptar o respetar las normas del varón. Un penoso conflicto que la mujer padecería sería; ¿Cómo admitir que el ecuménico perverso transexual patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción?
Buenos Aires
Argentina
14 de mayo de 2021
Osvaldo V. Buscaya (OBya)
Psicoanalítico (Freud)
Señor Osvaldo, agradecería infinitamente que escribiese sus comentarios en un lenguaje menos abstruso y más accesible al común de las mortales.
Hace tiempo que los veo en Tribuna feminista y siempre me » estrujo las meninges» para entender la totalidad de sus escritos…Saludos.