En varios artículos he aludido a las feministas que tienen una “doble militancia”: en el feminismo y en un partido “generalista”.
(por ejemplo: https://tribunafeminista.elplural.com/2020/02/tacticas-obnubilantes/ y
https://blogs.publico.es/otrasmiradas/30585/feminismo-y-partidos-politicos/)
Y, como se puede comprobar leyendo estos artículos, aun sin compartir su postura, las comprendo. Las comprendo siempre, claro está, que su partido no practique un machismo feroz.
En cualquier caso, entiendo que es responsabilidad de cada cual adoptar sus propias determinaciones (y, luego, eso sí, que cada cual aguante su vela).
Ahora bien, las militantes socialistas no pueden negar que, con las resoluciones que ha adoptado el Congreso de Valencia, el PSOE les ha dado un brutal bofetón. Y cuando digo bofetón me quedo corta: la mesa que presidía la Comisión de Igualdad se negó incluso a que se votaran las enmiendas relativas al bloque del cambio del sexo registral. O sea, optó por un radical: “Esto no se discute, por mis huevos (mis huevos femeninos, pero mis huevos” y perdonad el lenguaje)”.
¡Toma ya democracia interna!
Para mayor inri, escarnio y recochineo, la dirección anda difundiendo notas de prensa donde presume (es decir, miente, a ver si cuela) de que el Congreso ha consensuado una “reconciliación del ideario socialdemócrata con las reivindicaciones ecologistas y los derechos de las mujeres”. Eso publica en El País, (fiel vocero, como sabemos), bien instruido sobre lo que conviene decir…
En fin, no sé en qué habrán quedado las reivindicaciones ecologistas, pero las feministas han sido machacadas en toda regla.
Y repito: respeto las opciones de cada cual, pero no puedo respetar a quienes nos cuentan milongas pretendiendo que nos las creamos. No puedo respetar a quienes hacen como que no se enteran de que
- la derrota brutal que les ha impuesto la dirección es antidemocrática puesto que, como dije, no es que hayan perdido la votación, es que les han impedido votar.
- lo de “calmaos, chicas, que os queremos y, a cambio, haremos una ley abolicionista y contra los vientres de alquiler” es una artimaña burda y fullera. Porque, a ver ¿alguien se cree que lo no han amagado hacer en dos años no van poner en marcha ahora? Si para no enfadar a los transactivistas de dentro y de fuera, optan por aprobar la ley trans ¿van a querer, cuando falte un año para las elecciones, enemistarse con sus votantes puteros, que ciertamente son mucho más numerosos que los queers-trans? Es más, si pensaran hacer una ley abolicionista ¿estarían presentando en el Congreso de los Diputados otra ley que penaliza el proxenetismo pero que no toca, ni de lejos, los puteros? ¿Nos aseguran que un mes después de que se apruebe esta ley (en la que aún está por ver en qué queda lo de penalizar a los proxenetas) van a presentar otra que la enmienda? ¿de verdad nos lo tenemos que creer?
Ni yo me lo creo, ni se lo cree nadie.
Las que dicen que sí, que se lo creen y alegan: “Bueno, no hemos conseguido todo, pero algo hemos ganado” son:
- O ciegas hasta un punto digno de asombro.
- O se satisfacen con la verborrea porque no son feministas (aunque se pongan la etiqueta porque a ver quién no se la pone hoy en día…).
- O se hacen las longuis y las ingenuas para no admitir que tragan lo que les echen. Y lo tragan, o bien por oportunismo (por no perder prebendas) o porque resulta lo más cómodo.
Las que no entren en ninguno de esos tres supuestos, es decir, las feministas (las que realmente lo son) saben perfectamente que el PSOE las ha vendido. Y, si a pesar de saberlo, deciden seguir militando porque siguen creyendo en la necesidad de trabajar desde dentro, yo las respeto, insisto, pero, a cambio, les pido que me respeten a mí, que tengan la honestidad de no intentar contarse y contarme patrañas y fábulas.
Y, lo confieso, a veces, hasta yo, que soy ya perra vieja, me asombro de la unánime ceguera patriarcal que demuestran los poderes y las instituciones.
Me pregunto: pero ¿cómo pueden no ver lo más evidente? Pero ¿cómo no se plantean que, por ejemplo, si cualquiera pudiera autodeclarse trabajador de Mercadona sería imposible que sus 95.140 empleados lucharan por un convenio colectivo? ¿cómo pueden decir que ser mujer es un sentimiento? ¿ser pobre también? ¿cómo pueden ver impasibles el aleccionamiento brutalmente patriarcal y machista que se está impartiendo en los centros educativos a cuenta del adoctrinamiento trans-queer? ¿qué tienen que ver los derechos humanos y la defensa de los transexuales con esta la locura neoliberal?
a veces, hasta yo, que soy ya perra vieja, me asombro de la unánime ceguera patriarcal que demuestran los poderes y las instituciones.
Las feministas nos hemos quedado solas, totalmente solas. Todos los partidos políticos nos han vendido. Todos en amor y compañía.
Pero, queridas feministas, no podemos desanimarnos. Cuesta decirlo, sí, pero lo digo: ¡Viva la lucha de las mujeres!