Sobre el Premi Internacional Catalunya que la Generalitat ha concedido a Judith Butler

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Marina Pibernat y Silvia Carrasco, profesoras de Antropología Social de la UAB y miembras de Feministes de Catalunya

 

Pere Aragonès, actual presidente de la Generalitat de Catalunya, junto a la consellera de Igualtat i Feminismes, Tània Verge, anunció el lunes 24 de enero que el Govern ha concedido el XXXIII Premi Internacional Catalunya a Judith Butler. Según dijo, «el activismo y pensamiento de Judith Butler es inspirador porque nos ofrece un deseo de vivir, de poner la vida en el centro».

Quizás Pere Aragonès es un profundo conocedor de las tesis de Judith Butler y de los debates por los que está atravesando el feminismo desde hace casi dos décadas. Sin embargo, cabe señalar que este premio llega la misma semana en que el Parlament debatirá la propuesta presentada por ERC, el principal partido de gobierno, y JxCat, la CUP y En Comú Podem, para “reparar la memoria histórica de las mujeres injustamente condenadas, ejecutadas y reprimidas por brujería” entre los siglos XV y XVIII.

Esto hace pensar que el actual Govern se ha lanzado a una campaña de simbolismo tan rimbombante como inútil a la hora de atajar los problemas reales de las mujeres hoy en día, con el objetivo de presentarse como un gobierno de apariencia feminista, pero no tener que molestarse en tomar medidas reales. La concesión del premio a Butler parece parte de esta misma campaña: a la consellera Verge se le ha ocurrido contribuir a tal campaña con un reconocimiento a la que la posmodernidad, y no las feministas, ha encumbrado como la “teórica feminista más importante” de nuestro tiempo.

De la mano de Ada Colau, Judith Butler ha venido numerosas veces a Barcelona a pregonar su doctrina solipsista y absolutamente desconectada de los problemas materiales de las mujeres, las de Barcelona o de cualquier otra parte del mundo. La supuesta gran aportación feminista de Butler podría resumirse de la siguiente manera: para acabar con el machismo y la homofobia, finjamos que no hay hombres ni mujeres más allá de lo que cada cual declare ser y de si viste de forma más o menos femenina o masculina. Así, supuestamente, deberían acabarse las opresiones y podríamos tener “vidas vivibles” y “puestas en el centro”.

De la mano de Ada Colau, Judith Butler ha venido numerosas veces a Barcelona a pregonar su doctrina solipsista y absolutamente desconectada de los problemas materiales de las mujeres,

Esto constituye la base de la llamada “teoría queer”, un compendio de idealismos y esencialismos identitarios que, aplicados a la política, han llevado a que, por ejemplo, agresores sexuales condenados por violar a mujeres vayan a cárceles femeninas por el simple hecho de declarar que se sienten mujeres. Y precisamente en esta línea van las modificaciones de leyes que este Govern y el anterior han hecho en materia de igualdad últimamente, ya denunciadas por Feministes de Catalunya en nuestras comparecencias en el Parlament y en este blog (https://feministes.cat/es/blog/paremos-modificacion-de-la-ley-contra-la-violencia-machista-las-mujeres-y-las-ninas-salen-perdiendo).

La “teoría queer” ha ganado terreno en las universidades españolas hasta convertirse en hegemónica en muchas disciplinas y ámbitos culturales durante los últimos quince años, por influencia directa del mundo académico anglosajón y, en concreto, estadounidense, de la mano de Butler. Sus publicaciones e ideas, comprendidas o no masivamente, han gozado de múltiples espacios culturales y públicos de diseminación en los que ha podido desarrollar una, como ella lo llamaría, “performatividad” considerable desde que publicó El género en disputa (2017, original: Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity, 1990).

Ejemplo de ello es la exposición ¡Feminismos! que el CCCB acogió entre julio de 2019 y enero de 2020. Al final de esta exposición, que mostraba interesantes piezas del arte feminista de los años 70, había unos grandes paneles en los que se explicaba la historia del feminismo en Cataluña y en el resto de España. El nombre de la única feminista mencionado en esa curiosa historia era, como no, el de la estadounidense Judith Butler. No se citaba a ninguna otra feminista, catalana ni española ni de ningún otro lugar.

Esto da cuenta de la enorme expansión e implantación de sus ideas, que ya se han convertido en la única verdad revelada, y se han vehiculado y reforzado en paralelo a partir de posicionamientos y declaraciones que han penetrado ampliamente en el ámbito de la academia, el activismo y la política. Esta rápida y total influencia que ha conseguido Butler se debe, más que al hecho de ser comprendidas a través de su jerga opaca que empeora con las traducciones, al hecho de que sus teorías son perfectas para socavar la crítica social basada en la realidad material. Todo depende y se enfoca desde el misterioso sentir de cada individuo, acabando así con todo sujeto político colectivo y su proyecto de emancipación, y empezando por el del feminismo.

El movimiento feminista ha tenido la osadía de levantar la voz y señalar la irracionalidad de la teoría queer

El movimiento feminista ha tenido la osadía de levantar la voz y señalar la irracionalidad de la teoría queer, que pretende suplantar al feminismo. Ha mostrado sus nefastas consecuencias jurídicas y, especialmente, sus efectos en el cuerpo y la mente sanos de menores que expresan la necesidad de hormonarse o someterse a cirugías mayores para “performar” ser del otro sexo -otro sexo que, según tal teoría, ¡es también una construcción! Esto ha desencadenado un ataque permanente contra mujeres feministas, señalándolas en las redes sociales, amenazándolas de muerte, exigiendo que sean despedidas de sus trabajos y cancelándolas de sus propias obras.

Por si estos no fueran suficientes deméritos ante la concesión del Premi Internacional Catalunya, no hay más que leer otras “contribuciones” de su obra, que van del borrado de las mujeres lesbianas con la teoría del “falo lésbico” -una pirueta para decir lo de siempre, que la sexualidad femenina no puede prescindir de un falo- a la relativización de la violencia del incesto cometido contra menores.

Sin ir más lejos, hace unos meses, el pasado día 7 septiembre de 2021, en una entrevista en The Guardian, Butler comparó con el fascismo a las feministas, a quienes ella llama TERF (acrónimo de Trans Exclusionary Radical Feminist, Feministas Radicales Trans Excluyentes). Se sumaba así a un señalamiento que sí parece propio de aquel execrable movimiento político, persiguiendo la discrepancia y el pensamiento crítico que se enfrenta a delirios identitarios que tienen graves efectos psico-sociales.

Lamentablemente, mientras Pere Aragonès juega a ser feminista haciéndose fotos con Butler, continúan sin ser abordadas problemáticas tan preocupantes como la violencia machista, el paro y la pobreza que nos afecta a las mujeres, las nefastas condiciones laborales que sufrimos, la prostitución o los vientres de alquiler. Claro que, siguiendo las enseñanzas de su flamante premiada, siempre puede acabar de forma revolucionaria con todos los problemas y desigualdades negando la existencia de quienes las sufren. Y si no, dentro de 500 años ya nos rehabilitarán, como a las brujas.

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