Ya comenté en otros artículos la hostilidad que algunos manifiestan cuando oyen que hemos creado un partido feminista. Claman airados: “¡Vais a dividir a la izquierda!” sin percatarse de que los partidos que no toman en cuenta los intereses de la mitad de la población, no es que dividan, es que nos borran, nos expulsan radicalmente. Es más: ¿cómo se atreve a llamarse de izquierdas una gente que ningunea al 51% de la raza humana?
En último extremo, si no quieren dividir, que se vengan con nosotras, que somos más…
También comenté la mentalidad de siervas que tan profundamente tienen interiorizada algunas mujeres. Rechazan un partido feminista porque están profundamente convencidas de que los hombres marcan el camino, señalan los objetivos y las metas, dicen lo que es importante y lo que no… A nosotras nos corresponde seguirlos, secundarlos, ayudarles, animarles… Su modelo es el que vemos en las pelis y en las series. Seguro que muchas ni siquiera lo formulan así de claro, pero, en el fondo, lo tienen interiorizado.
En un tercer artículo, comenté de aquellas que, siendo feministas, optan por otras militancias. Con ellas nos sentimos totalmente hermanadas porque sabemos que compartimos camino y objetivos. No tenemos nada que reprocharles (salvo si son tan “sutil y tenuemente” feministas que callan como muertas en sus respectivas organizaciones para no molestar y para que “no se les note”).
Hay aún otros dos grupos de mujeres:
- Las que estando de acuerdo con nuestra lucha, compartiendo nuestros análisis y nuestras propuestas, no se atreven a afiliarse.
- Las que, aún viviendo disconformes con su realidad, arrastrando la amargura de haber tenido que renunciar a sus sueños, intuyendo que soportan más de lo soportable, sabiendo –aunque no se atrevan a confesárselo ni a sí mismas- que son explotadas de mil maneras, sintiéndose frustradas en sus relaciones “amorosas” o/y sexuales, hartas de cuidar sin ser cuidadas… a pesar de todo ello, siguen sin fuerzas para la rebelión… siguen sin enterarse de que el feminismo tiene respuestas.
¿Qué decirles a las del primer grupo? Pues que se atrevan, al menos, a afiliarse. Que nadie les va a exigir más de lo que estén dispuestas a dar. Que, si quieren, pueden limitarse a pagar la cuota (modesta y acorde con su nivel económico). Que, además, pueden participar en las asambleas de su agrupación territorial y que les resultará interesante conocer a mujeres tan diversas, pero, al tiempo, tan unidas ideológicamente. Que, bienvenidas si, en un momento dado, comparten algo de su sabiduría y su experiencia…
Otras no se afilian porque tienen muchas prevenciones hacia los partidos. Piensan: jerarquías, catecismos, imposiciones… Se equivocan. Cierto que tenemos una estructura y nos repartimos las diversas responsabilidades porque solo así se puede trabajar. Solo racionando las tareas y sabiendo quién se hace cargo de cada cosa, es posible marcarse metas conjuntas y avanzar. Pero nosotras estamos decididas a construir un partido profundamente democrático, donde se valoren todas las aportaciones, donde no haya “importantes” y secundarias de quinta fila.
Las animamos a consultar nuestra web. Solo se exige estar de acuerdo con el programa. O, dicho de otra manera: tener claro que se debe abolir la prostitución, el género, la comercialización del cuerpo de las mujeres, que no estamos en el mundo para colmar los deseos de otros, y que debemos acabar con explotaciones sin cuento. Por lo demás, sigue habiendo un amplio margen para el pensamiento individual…
Y cualquier feminista sabe que, como dijo Simone de Beauvoir, “El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente». O sea, no es feminista quien no se involucra en nada. Cierto, como ya señalé, cada cual valora el grado de implicación que busca y valora en qué y cómo lo hace. Y ojo, repito, no estoy diciendo: “O militas en nuestro partido o no eres feminista”. Pero sí digo: sentada en tu sillón, sin ni siquiera contribuir en lo más mínimo a la lucha común… como que me permito dudar de que lo tuyo sea feminismo…
Pensadlo las que, por unas u otras razones sentís tantos recelos… Pensad que estamos en un momento muy duro de la historia de nuestra liberación, que todas somos necesarias…
: sentada en tu sillón, sin ni siquiera contribuir en lo más mínimo a la lucha común… como que me permito dudar de que lo tuyo sea feminismo…
Y del segundo grupo de mujeres -segura y tristemente el más numeroso- el de las que aún ignoran que el feminismo tiene las claves para avanzar hacia una vida mejor ¿qué decir? Pues que si las que ya somos feministas no ponemos energías, inteligencia y corazón en explicar, convencer, movilizar, estas mujeres se morirán sin haber podido mejorar su situación…
Ellas no saben que nos están esperando, pero nosotras sí lo sabemos.
De modo que, una vez más, os invito a que os afiliéis a nuestro partido. Venga, se acabó la pasividad.