El feminismo es abolicionista

Engracia Martín Valdunciel
Engracia Martín Valdunciel
Universidad de Zaragoza. Dra. de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación. Dra. en Ciencias de la Información y Documentación.
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El feminismo es abolicionista

El feminismo es teoría crítica y como tal aporta herramientas conceptuales para repensar la realidad al tiempo que hace propuestas de nuevos pactos sociales no patriarcales. Es pensamiento en acción. Por tanto, una tarea clave del feminismo es desarticular e impugnar los discursos que fundamentan la violencia contra las mujeres así como los mantras del patriarcado capitalista para legitimar y reproducir, con nuevos y brillantes ropajes, la subalternidad de las hembras de la especie humana, el sempiterno “ser para otros”. Entre otros objetivos, resulta prioritario, por tanto, seguir denunciando la normalización del sistema prostitucional, la “cultura” proxeneta y su marketing —la industria pornográfica—, la sexualización de niñas y adolescentes en cine, publicidad, internet, etc., o la  esencialización de roles y estereotipos sexuales del transgenerismo que borra y deshumaniza a las mujeres.

Ciertamente, no corren vientos favorables para el feminismo— y, por tanto, para la sociedad, en su conjunto—ni desde las políticas institucionales de unos Estados muy colonizados desde hace décadas por la racionalidad económica y políticas de brutales recortes y privatizaciones; ni por parte de un medio educativo y académico muy condicionado por la tecnocracia mercantil que apenas ofrece utillaje crítico para desvelar relaciones de dominación. Un ámbito, este último, de saber-poder patriarcal apenas comprometido con las desigualdades sexuales y sociales que de la posmodernidad (tanto en su vertiente neoconservadora como progre) nos retrotrae a la premodernidad.

De la misma forma, resultan incoherentes, e inaceptables, las posiciones que se autodenominan feministas y apoyan o no problematizan las estructuras de opresión de las mujeres, como el sistema prostitucional o el troyano transgenerista. Es, sencillamente, incongruente. Es como si una persona o colectivo antirracista no cuestionara la existencia del Ku-Klux-Klan. El feminismo como teoría y como movimiento político se identifica con la defensa de la autonomía y los derechos de todas las mujeres. Por consiguiente, el feminismo, como no puede ser de otra forma, ha sido y es abolicionista de cualquier práctica o discurso que  cosifique a las mujeres o niegue la dignidad de los seres humanos: sea la prostitución, la pornografía, los “vientres de alquiler”, el generismo trans, la “donación” de óvulos, la educación sexista, etc. etc. Como en cualquier otra materia, aunque sólo sea por coherencia, es preciso documentarse al respecto y conocer la historia y la memoria feminista… Porque el feminismo no es un sentimiento que se adapte a los deseos de cada cual; ni tiene que ver con cualquier ocurrencia, aunque sea institucional y estratégica, en la que caben todes, ¡hasta puteros y proxenetas! El feminismo no responde a ingeniosidades, fruto, a menudo, del oportunismo y la ignorancia, acerca del sentido y la épica feminista que ha cuestionado, y sigue cuestionando, cualquier forma de subordinación y explotación de las mujeres, como es la esclavitud sexual.

 


25 NOVIEMBRE 2022;MADRID;MANIFESTACIÓN;25N;FORO DE MADRID CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES;MOVIMIENTO FEMINISTA
Alberto Ortega / Europa Press
25/11/2022

¿“Izquierda transformadora”?

El feminismo sabe que de la derecha cabe esperar poco: conocemos bien su agenda en comunidades como Castilla León o Madrid. Por su parte, la izquierda, en sentido amplio, aunque históricamente no puede considerarse feminista, ha coincidido en ciertos planteamientos de igualdad con el feminismo. Actualmente, sin embargo, la izquierda que abandonó la crítica a las estructuras de poder y la justicia social como horizonte de emancipación, se posiciona de forma abiertamente antifeminista al secundar políticas ostensiblemente reaccionarias, como ocurre con el sistema prostitucional o las leyes transgeneristas…¿Qué decir, y qué esperar, de sindicatos, o políticos y políticas, como Ada Colau o Yolanda Díaz, entre otras, que se han tragado el sapo del “trabajo sexual”, eficazmente publicitado por el potente lobby proxeneta y sus fámulos,  que ha sido capaz, a la postre, de transmutar la dominación y explotación más antigua en un “empleo como otro cualquiera”?

¿Cómo es posible que desde fuerzas que se autocalifican de “transformadoras” el mito de la “libertad de elegir” no pueda justificar la explotación laboral y, sin embargo, no se pongan objeciones a que la “libre elección” sea la coartada para mantener la desigualdad y la explotación sexual de las mujeres?… ¿Cómo se puede defender la no mercantilización de la educación, la sanidad, los servicios públicos, las pensiones… y sin embargo no considerar los mismos reparos en el mercado sexual de mujeres y niñas? Tildan de moralistas las posturas que defienden la abolición de la explotación sexual, pero la moral religiosa profunda y ancestralmente misógina — la católica no es una excepción— ha bendecido y bendice la prostitución… También, desde esas posiciones se presume que la violación mediante pago transgrede…¿Qué norma quebranta un putero que abusa de una mujer o a una menor? ¿Quizá aspiran a épater le bourgeois, como pretendían algunos misóginos románticos o transgresores, ranciamente machistas, de la “revolución sexual”—magistralmente analizados por Kate Millet —que no concedían a las mujeres sino el status de objeto erótico?  Probablemente, desconozcan que la burguesía ha sancionado y regulado el suculento negocio de la esclavitud sexual de las hijas de las clases trabajadoras … Ignoran, seguramente, que la prostitución forma parte de los pactos patriarcales que no conocen fronteras ni marcas políticas o ideológicas en los que las mujeres son los objetos transaccionales. Lo que sí transgrede la prostitución son derechos humanos básicos de las mujeres, como su integridad física y moral… Y sabemos que allí donde se ha regulado se ha instalado un infierno en la tierra para ellas y se ha facilitado un negocio criminal para los prostituidores (como en Alemania, Holanda, N. Zelanda, etc.)

Insistimos, lejos del marco mercantil patriarcal que necesita “vender” la prostitución como, mero, “contrato” privado, estamos ante un gravísimo problema social y político. Por más que el lobby proxeneta y sus lacayos insistan machaconamente en la estrategia de blanquear la prostitución como resultado de la “libre elección”, cuando una conducta individual tiene repercusión social la sociedad tiene derecho y obligación de reaccionar. Efectivamente, la existencia de la prostitución afecta al conjunto social, nos convierte a todas en prostituibles: niega la categoría de sujeto a la mitad de la sociedad. En consecuencia, su existencia supone un déficit democrático colosal, no puede leerse sino como un rotundo fracaso político. No se trata de un tema más o un asunto que divide a la izquierda, como oímos a menudo… Hablamos de credibilidad y salud democrática. En una sociedad progresista el único debate posible acerca del sistema prostitucional es cómo abolirlo —que no prohibirlo— cómo restituir derechos a las mujeres prostituidas, cómo desnaturalizar la “cultura” de la violación, cómo educar en igualdad, cómo penalizar el delito… Desafortunadamente, en estos años de socio-liberalismo, como ocurre con otros derechos de las mujeres, no sólo no se ha avanzado, se han menospreciado propuestas feministas que llevan años trabajándose ( como la Ley Orgánica Abolicionista del Sistema Prostitucional). Más allá del respeto a derechos fundamentales o de dar cumplimiento a la constitución, constituye un tema de decencia y de humanidad … ¿Acaso no debería ser la abolición de la prostitución un punto insoslayable— y un auténtico test de fiabilidad— en cualquier debate político o programa, máxime si se pretende de izquierda y transformador?

 

La fuerza del feminismo, el futuro de todas

A pesar de este panorama, en muchas manifestaciones habidas el 8 de Marzo en nuestro país se ha puesto de manifiesto la fortaleza del feminismo: “no hay elección en la prostitución”, “la pornografía es prostitución”, “las mujeres no se compran o alquilan”, “ser mujer no es un sentimiento” o “el feminismo no se rinde”, han sido algunas de sus consignas. Además de continuar con la insustituible lucha teórica y política diaria, deberíamos canalizar la indignación y las reivindicaciones en las próximas citas electorales. Somos, al menos, la mitad de la población.

 


Sugerencia de lecturas

—Revista Mujeres Libres

—La industria de la vagina, la economía política de la comercialización global del sexo, de Sheila Jeffreys, 2011 en español.

El ser y la mercancía, prostitución y vientres de alquiler, de Kajsa Ekis Ekman, publicado en 2017 en español.

—Elementos para una teoría crítica del sistema prostitucional, coordinado por Laura Nuño y Ana de Miguel, 2017.

—18 voces abolicionistas, coordinado por Pilar Aguilar, 2019

Pornografía, el placer del poder, Rosa Cobo, 2020

Distopías patriarcales, análisis feminista del generismo queer, Alicia Miyares, 2021

La prostitución en el corazón del capitalismo, Rosa Cobo, 2022,

—Hacia el final de la prostitución, abolicionismo y dignidad de las mujeres, coordinado por R.María Rodríguez Magda, 2022

La coeducación secuestrada, coordinado por Silvia Carrasco, 2022

Feminismo liberador frente a neoliberalismo trans, Pilar Aguilar, 2022

 

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