Cuando el grupo humano de los hombres ostenta derechos de los que se priva al otro gran grupo humano, las mujeres, esos derechos se convierten en privilegios. Así, votar, recibir educación, no tener responsabilidad en el cuidado de la propia prole, tener más salario por el mismo trabajo, acceder a las mujeres para explotarlas sexual y reproductivamente… han constituido -y la mayoría de ellos aún constituyen- privilegios del grupo de los hombres respecto del grupo de las mujeres.
Esos privilegios se sustentan en la división sexual del trabajo que se garantiza mediante la construcción cultural de los roles, estereotipos y expresiones de género y su naturalización social; y, si resulta preciso, en el uso de violencia simbólica o material respecto de las mujeres que pretendan confrontarlos.
A pesar de esa violencia ejercida contra las mujeres, la lucha feminista nunca ha pretendido arrebatar derecho alguno a los hombres ya que lo que cuestionamos es el privilegio de los varones de disfrutar de esos derechos en exclusiva. Sin que eso implique que queramos ser iguales a los varones, ya que son evidentes nuestras naturales diferencias biológicas. Lo que queremos es que esa diferencia no se traduzca en desigualdad de derechos.
Ahora, la ideología queer reclama, no la igualdad de derechos (esa ya la tienen y por eso no pueden responder a la pregunta sobre qué derechos reclaman), sino la identidad con el grupo de las mujeres. Es decir, pretenden convertir en derecho una imposibilidad biológica: la elección de sexo. Convirtiendo en privilegio haber nacido mujer, o -también- de raza blanca. Al respecto me permito recordar que la biología ni es sexista ni es racista. En cambio, puede serlo la cultura que promueva el sexismo o el racismo.
la ideología queer reclama, no la igualdad de derechos (esa ya la tienen y por eso no pueden responder a la pregunta sobre qué derechos reclaman), sino la identidad con el grupo de las mujeres.
Pero es que se necesita reconocer a las mujeres como «cisprivilegiadas» para intentar legitimar la descarada usurpación de los derechos tan trabajosamente conquistados por el feminismo. Por ejemplo, que ante la opresión de las mujeres, podamos disponer de espacios exclusivos para luchar contra ella; que, ante la violencia sexual, se mantengan y/o se creen espacios de intimidad y seguridad exclusivos de mujeres; que, ante el borrado político e institucional, se establezcan cuotas que obliguen al reparto democrático del poder entre los sexos; que, ante la brecha salarial o los techos de cristal y los suelos pegajosos, se disponga de mediciones exactas de una realidad que formalmente no, pero realmente sí, nos sigue discriminando; que, ante la exclusión de las mujeres en el deporte, se mantengan las categorías deportivas exclusivas de mujeres, sin que puedan integrarse en ellas los varones autodeclarados como mujeres, etc.
Quiero hacer notar que ninguno de esos derechos ha conseguido plenamente sus objetivos: la seguridad e intimidad de las mujeres, a pesar de los espacios privativos, sigue siendo mucho más precaria que la de los hombres; política e institucionalmente estamos infrarrepresentadas en todos los ámbitos que analicemos; la brecha salarial se mantiene en torno al 21% y la de pensiones se eleva al 40%; los techos de cristal siguen sin romperse, los suelos pegajosos cada vez disponen de más sofisticados pegamentos; El deporte femenino, es verdad que ahora empieza a despegar y a ser visibilizado, no gracias a los hombres y sus políticas excluyentes, sino a las constantes denuncias del feminismo.; pero ni de lejos alcanza los niveles, respeto y visibilización del deporte masculino,
Pues bien, a partir de la aprobación de la Ley Trans, hasta esos derechos, insuficientes y poco desarrollados, pueden sernos arrebatados; bastando para ello con que varones del grupo opresor declaren que se sienten mujeres. Declaración que, además, es reversible.
Ante esta situación, pregunto: ¿desde cuándo es un privilegio disponer de espacios privativos debido a que los hombres suponen un peligro para nosotras? ¿Desde cuándo es un privilegio tener la necesidad de medir nuestra opresión?, ¿Desde cuándo es un privilegio asumir el 90% de los cuidados, que están detrás de la brecha salarial y el suelo pegajoso?, ¿Desde cuándo es un privilegio competir deportivamente entre mujeres debido a nuestra -generalmente menor- complexión física?, ¿Desde cuándo es un privilegio necesitar de cuotas para que los hombres no usufructúen el poder al 100%?
Pero es que además, ¿en nombre de qué se tiene la desfachatez de hablar de privilegios de las mujeres cuando nos maltratan, nos denigran, nos violan, nos mutilan genitalmente, nos explotan, vejan y violentan sexualmente en pornografía y prostitución, nos explotan reproductivamente estimulando salvajemente úteros para producir óvulos y para embarazar a mujeres que necesitan el dinero arriesgando su vida mucho más que en un embarazo normal; y nos asesinan?
¿En nombre de qué se atreven a hablar del (inexistente) derecho a identificarse con el género -construcción cultural cambiante a conveniencia de los varones- cuya utilidad práctica es subordinar a las mujeres, usando para ello el grado de violencia que los hombres estimen necesario para mantener «el orden patriarcal»? ¿En nombre de qué esa identificación les legitima para arrebatarnos los escasos derechos conseguidos tras más de 300 años de lucha, haciéndolo, además, en el colmo del cinismo, en nombre de la inclusión, el progreso y «los feminismoS»?
Lo bien cierto es que nunca hasta ahora se habían creado (falsos) derechos, cuyo efecto más rápido y directo fuera socavar o anular los de otras personas; y menos cuando estas personas constituyen, nada menos que más de la mitad de la humanidad, las mujeres.
Por eso es obvio que la ideología queer es la coartada que el Patriarcado utiliza como táctica para consolidar su estrategia de subordinación de las mujeres. Y es que los varones nunca se han resignado, por lo general, a perder sus privilegios sobre nosotras; por lo que atacan -una y otra vez- los derechos ganados por el feminismo para las mujeres. Como nos advertía Simone de Beauvoir, con toda la razón “No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.
La novedad es que el ataque, esta vez, utiliza a varones que se autodeclaran mujeres pretendiendo con ello dinamitar al movimiento feminista desde dentro. Pero no cuela: en primer lugar porque, sencillamente, el acrónimo «TERF» implicaría que excluimos a alguien que perteneciendo al feminismo, es expulsado. Pero eso es mentira ya que, como es sabido, no se puede excluir a quien nunca estuvo dentro. En segundo lugar porque se trata de personas que, con su violencia hacia las mujeres, su deseo de silenciarnos y su misoginia, delatan su innegable socialización masculina, por más tacones y rímel que se dediquen a exhibir.
Que las personas trans sirven a los intereses del patriarcado es también evidente por el hecho de que los trans no atacan a otros varones, aunque sean éstos quienes en realidad, constituyen el verdadero peligro para ellos; lo que ocurre es que los varones trans que se autodeclaran mujeres, se saben «expulsados» del grupo de los hombres. Y pretenden ocupar, violentamente, los espacios físicos y simbólicos de las mujeres. Y los demás hombres ven con satisfacción y mucha simpatía esa ocupación -y hasta la defienden con uñas y dientes- porque nada hay que complazca más a los varones que aplastar los derechos de las mujeres mientras permanecen intactos sus derechos y recuperan sus injustificados privilegios.
¿Acaso no llama la atención la rapidez con que han incorporado todos los gobiernos sujetos al poder patriarcal-capitalista una ideología queer completamente acientífica, mientras se resisten como gato panza arriba a abolir instituciones tan salvajes como la prostitución, la pornografía o los vientres de alquiler, e incluso intentan legitimarlas hablando de la «libre elección» de mujeres que no tienen otra salida vital para ellas o para sus familias que aceptar esas explotaciones?
Porque mediante esa falacia, ocultan que en prostitución y pornografía (variante filmada de la prostitución)- la libertad es únicamente del «putero comprador» o del «putero productor» que adquieren, no la libertad de esas mujeres, sino su cautiverio. Comprando con ello, por unos pocos euros, la posibilidad de cosificarlas, denigrarlas y violarlas. Igual que compran, en el caso de los vientres de alquiler, la capacidad reproductiva de mujeres empobrecidas y vulnerabilizadas por el patriarcado. Porque la feminización de la pobreza que provoca -precisamente- el género, es un aliado impagable de las falsas y maniqueas «libres elecciones de las mujeres» ¿O creen que es casualidad que los principales países «suministradores» de mujeres para la explotación sexual y reproductiva sean países pobres, en que las personas más precarizadas son, precisamente, mujeres?
En fin, como las feministas estamos perplejas y hartas de ver que, lejos de abolir el género que nos subordina, ahora exista una paroxística celebración del mismo, creemos que aquellos gobiernos que aspiren a ser democráticos deben volver a la realidad con urgencia. Aquí van algunas dosis de realidad feminista y, por ello, democrática:
1- La prostitución, como la violencia sexual que es, debe ser abolida mediante una Ley orgánica de abolición del sistema prostitucional (LOASP). La pornografía, que constituye violencia sexual filmada, debe -igualmente- abolirse (garantizando a las mujeres víctimas de la misma el derecho al olvido cibernético). Y de inmediato, como mínimo, debe impedirse su acceso a menores de edad como ya han hecho diversos países de nuestro entorno.
2- La donación de óvulos y los vientres de alquiler son violencia reproductiva. Por tanto, debe cesar el comercio de óvulos y debe anularse la instrucción del Registro Civil de 2010 que permite la regularización de bebés que hayan nacido en el extranjero mediante dicha práctica explotadora.
3. No necesitamos tanto minutos de silencio o tuits copia-pega por los asesinatos machistas, como una mayor efectividad y eficacia en las medidas del Pacto de Estado, sin desviar fondos a otros fines que no sean los propios de la lucha contra la violencia ejercida sobre las mujeres por razón de su sexo.
4- Exigimos la corresponsabilidad en los cuidados por parte del Estado, las empresas e instituciones y los varones.
5- Se deben implantar las cuotas al 50% (y no, como ahora, que se ha naturalizado una brecha de 20 puntos -hombres el 60% y mujeres el 40%).
6- Queremos garantía de juego limpio en el deporte, lo que implica práctica deportiva segregada por sexos; sin perjuicio de la creación de otras segregaciones que resulten necesarias para garantizar la igualdad de oportunidades: por edad, por discapacidad, por cuerpos hormonados, etc.
7- Mientras la igualdad entre hombres y mujeres no sea efectiva, queremos espacios no mixtos donde analizar y realizar propuestas para conseguirla, sin la presencia de integrantes del grupo opresor.
8- Mientras haya violencia sexual, queremos espacios seguros libres de la presencia de varones, autoidentificados o no; lo que incluye prisiones, habitaciones de hospital, viviendas y albergues de seguridad, vestuarios, lavabos, etc. y cualquier otro espacio que requiera de medidas de seguridad para evitar riesgos potenciales a las mujeres y las niñas.
9- El género es una herramienta de opresión y no puede, por ello, ser protegido en modo alguno. Al contrario, debe ser abolido. Hay que empezar por la abolición de la Ley Trans que, en lugar de ello, celebra el género.
10- Para la abolición del género es necesaria la incorporación efectiva, generalizada y sistemática de la Coeducación en todo el sistema educativo sin excepción. Porque una Coeducación libre de estereotipos de género, que explique con claridad la opresión femenina a lo largo de la historia, que corrija la clamorosa omisión de las mujeres en la historia, sus aportaciones, sus impactos y sus intereses; que hable de las relaciones afectivas y sexuales respetuosas entre mujeres y hombres sin perjuicio de garantizar que nadie puede recibir discriminación por sus personales elecciones afectivas o sexuales… es -además- la mejor arma preventiva contra la violencia sexista y de pareja.
Queremos, en definitiva, igualdad de derechos. Y para ello necesitamos, no menos, sino más feminismo, así, en singular. Sin «s» que nos divida; porque, siguiendo a Celia Amorós, “Cuando se quiere la Democracia se quiere el feminismo”.
Si los partidos que se consideran progresistas no incorporan -y cumplen- estas justas reivindicaciones, y cualesquiera otras que remuevan injustos privilegios masculinos, sin quitar derechos a nadie pero haciendo efectiva la igualdad entre los sexos, las mujeres sabremos que no se puede contar con ninguno de ellos. Y lo que era una intuición pasará a ser una certeza: ¡Sólo las mujeres liberarán a las mujeres de su opresión!
Es Delito de Lesa Humanidad el enriquecimiento en la gestión gubernativa de los “representantes”, el fraude sobre el Estado, el abuso sobre la niñez, la trata, el proxenetismo, el travestismo y sus consecuencias, como toda violencia de género.
“Las fuertes resistencias contra lo femenino no serían de índole intelectual, sino que proceden de fuentes afectivas; la irresoluble perversión no sublimada y ambigüedad sexual del varón que posee la decisión final en éste esquema, donde lo masculino sigue siendo la ley”. Osvaldo Buscaya
a) {Cuando el grupo humano de los hombres ostenta derechos de los que se priva al otro gran grupo humano, las mujeres, esos derechos se convierten en privilegios. Así, votar, recibir educación, no tener responsabilidad en el cuidado de la propia prole, tener más salario por el mismo trabajo, acceder a las mujeres para explotarlas sexual y reproductivamente… han constituido -y la mayoría de ellos aún constituyen- privilegios del grupo de los hombres respecto del grupo de las mujeres.}
Pues, la regresión permanente de la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal sería la representación de aquellas imágenes sensibles que descompone el “material “de las que nació con anterioridad. Las diversas “modalidades” de adaptación del transexual ecuménico perverso patriarcado en el transcurso de la historia; animismo, religión y científica serían modificaciones que las hacen más o menos transitables o intransitables para el curso de su irresoluble perversión y ambigüedad sexual, que caracteriza las fases edípicas del varón en su repudio a la mujer castrada de “origen”. “Disimula” el transexual ecuménico perverso varón su temor a ser castrado con las argumentaciones, dogmas y “explicaciones” filosóficas que conforman el sendero libre para el ejercicio regresivo que le permite ocupar el nivel significativo de ser la Ley. Esta regresión es una de las más importantes peculiaridades psicológicas del “proceso” de la transexual ecuménica perversa “civilización” patriarcal, que corresponde dentro de su aparato psíquico, desde cualquier acto complejo de representaciones culturales a través de milenios al material bruto de las huellas mnémicas, que reaviva constantemente las imágenes de percepción en las que se halla basado su repudio y desprecio a la mujer castrada de “origen”. La “elaboración” de la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal llevada a cabo en milenios, es una transmutación de todos los valores psíquicos edípicos despojándolos de su intensidad transfiriendo sus representaciones a otras innumerables.
b) {Pues bien, a partir de la aprobación de la Ley Trans, hasta esos derechos, insuficientes y poco desarrollados, pueden sernos arrebatados; bastando para ello con que varones del grupo opresor declaren que se sienten mujeres. Declaración que, además, es reversible.}
Pues, considerar la “cambiante” conducta y carácter transexual ecuménico perverso patriarcal, constituiría un reconocimiento en dirección progresiva a sucesivas alucinaciones “trans”; esto es, son “ideas” transformadas en imágenes que corresponden, efectivamente, a regresiones: ideas “originales” de la castración en imagen de la mujer castrada, repudiada y despreciada en su reconocimiento genocida, abuso sexual, pedofilia, femicidio. Suprimir la castración, sería suprimir las “castradas”. Deseo del transexual ecuménico perverso varón que se potenciaría en cada percepción de la mujer. La “reaparición” de la percepción, de la castrada, es la realización del deseo de superioridad masculino “trans”. Carga psíquica completa de la percepción; estado primitivo del aparato psíquico en el que éste sendero sea recorrido de tal forma que el deseo, mencionado, culmine en una “alucinación trans. La satisfacción del perverso irresoluble y ambiguo sexual, no se verifica y la necesidad perdura haciendo equivalente constantemente la carga interior a exterior como una psicosis alucinatoria, que agota su función psíquica en la “conservación” del objeto deseado como castrado. El acto de pensar del varón, no sería otra cosa que la sustitución del deseo alucinatorio de su fálica superioridad “trans”. Resulta pues, perfectamente “lógico” ésta modificación del proceso psíquico “acostumbrado” en la transexual ecuménica perversa civilización patriarcal, durante milenios, que hace posible la “vitalidad” en una dirección ideológica de la moral, ética y valores que impone la irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón en su transexualidad.
c) {Por eso es obvio que la ideología queer es la coartada que el Patriarcado utiliza como táctica para consolidar su estrategia de subordinación de las mujeres. Y es que los varones nunca se han resignado, por lo general, a perder sus privilegios sobre nosotras; por lo que atacan -una y otra vez- los derechos ganados por el feminismo para las mujeres. Como nos advertía Simone de Beauvoir, con toda la razón “No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.}
Pues, es el pensamiento “trans” expresado en el discurso transexual ecuménico perverso patriarcal, lo que lleva en si el sometimiento o el sometimiento es privativo de lo expresado, que el pensamiento ha hallado en el discurso transexual ecuménico perverso patriarcal. Un pensamiento “trans”, puede ser expresado por medio de diferentes formas verbales o palabras, que todas ellas lo reproduzcan con igual fidelidad. Quiere decir, que la acogida de lo femenino, por el varón, se presentaría hasta benevolente, en la simulación del transexual ecuménico perverso patriarcado; esto es, de aquella naturaleza poco corriente o “extraña” en los opresores.
d) {La novedad es que el ataque, esta vez, utiliza a varones que se autodeclaran mujeres pretendiendo con ello dinamitar al movimiento feminista desde dentro. Pero no cuela: en primer lugar, porque, sencillamente, el acrónimo «TERF» implicaría que excluimos a alguien que, perteneciendo al feminismo, es expulsado. Pero eso es mentira ya que, como es sabido, no se puede excluir a quien nunca estuvo dentro. En segundo lugar, porque se trata de personas que, con su violencia hacia las mujeres, su deseo de silenciarnos y su misoginia, delatan su innegable socialización masculina, por más tacones y rímel que se dediquen a exhibir.}
Pues, no alteraremos en nada este sentido, de sometimiento, dando al pensamiento otra forma que quizá se adapta más a la benevolencia del transexual ecuménico perverso patriarca, en su trato “igualitario trans” a la mujer, aunque claro es que sólo en la medida en que esto es posible a un transexual ecuménico perverso patriarca. “La benevolencia de un transexual ecuménico perverso patriarca es siempre algo dudosa para la mujer que es objeto de ella”, añadiría yo. Las palabras constituyen un “elemento” de enorme maleabilidad, que llegan a perder totalmente su primitiva significación cuando el transexual ecuménico perverso patriarcado las emplea en un determinado contexto, cómo también cuando son empleadas en más de un sentido despojándolas de su primitiva significación.
e) {Porque mediante esa falacia, ocultan que en prostitución y pornografía (variante filmada de la prostitución)- la libertad es únicamente del «putero comprador» o del «putero productor» que adquieren, no la libertad de esas mujeres, sino su cautiverio. Comprando con ello, por unos pocos euros, la posibilidad de cosificarlas, denigrarlas y violarlas. Igual que compran, en el caso de los vientres de alquiler, la capacidad reproductiva de mujeres empobrecidas y vulnerabilizadas por el patriarcado. Porque la feminización de la pobreza que provoca -precisamente- el género, es un aliado impagable de las falsas y maniqueas «libres elecciones de las mujeres» ¿O creen que es casualidad que los principales países «suministradores» de mujeres para la explotación sexual y reproductiva sean países pobres, en que las personas más precarizadas son, precisamente, mujeres?}
Pues, la irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón genera las aberraciones del instinto sexual con relación a lo femenino y de sus fines “trans”. El transexual ecuménico perverso patriarcado nos impone la hipótesis de que la disposición de la conducta patriarcal es norma primitiva y general del instinto sexual humano, partiendo de la cual se desarrolla como conducta normal sexual, el sometimiento pasivo de la mujer mediante la transexualidad. Esta impuesta disposición primitiva transexual ecuménica perversa patriarcal, la podemos hallar en la infancia, donde la perversa limitación sobre la mujer se apoya en las construcciones de la moral y la autoridad del varón. De este modo, tenemos que considerar en cada una de las formas perversas “normales” del varón, la construcción del desarrollo y el infantilismo impuesto sobre la mujer mediante la transexualidad. Es imposible negar sobre lo femenino lo perverso de la transexual ecuménica perversa civilización, tan frecuentemente observable, como fenómenos excepcionales; es más bien que el transexual ecuménico perverso patriarcado se caracteriza por su perversión irresoluble y ambigüedad sexual, para satisfacerla y gozarla en su objeto – victima; la mujer. El empleo que en la civilización transexual ecuménica perversa patriarcal encuentran el contrasentido y el absurdo ha hecho perder a aquella la dignidad preconizada y el feminismo la percibe como es; relajada e inmoral. Mi ciencia de lo femenino lo demuestra detalladamente al investigar los fundamentos de la irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón, que me hace sentir un tanto cohibido, como si algo me aconsejara no citar “in extenso” tal comparación, advirtiéndome que entre mis lectores habría seguramente algunos, que exigen el máximo y debido respeto al patriarcado; extendido a todos los varones.
La irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón, responde a lo emergente de asociaciones originadas en las fases oral, sádico anal y fálica; un curso inevitable que la civilización patriarcal no está dispuesta a alterar. El complejo de castración predomina guiando al varón desde la horda primordial, donde la “rebelión”, habría trasladado el poder a la “comunidad”, pero de los machos. Éste juego “democrático” se justifica y está basado en el acatamiento a la ley del “padre”; macho primordial. En éste “balbuceo”, sobre una situación milenaria de sometimiento patriarcal, el feminismo, que deberá tomar el poder sobre el varón, nos presenta un lineamiento positivo en el sentido de la vital y absoluta claridad de contemplar lo esencial de la fase oral, sádica anal y fálica en la educación del infante. Educación bajo el control absoluto de la mujer.
Un penoso “conflicto” que la mujer padecería sería; ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción?
Señalo en mi Ciencia de lo femenino (Femeninologia) cuanto tenemos que aprender, sobre la estructura de la relación de la mujer con la verdad como causa, en la imposición del transexual ecuménico genocida perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de la simiesca horda primitiva.
El sentido y la verdad del feminismo (la mujer) es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
“El feminismo es única y absolutamente la mujer”
Un travesti o un trans; no es una mujer
El discurso de la acción femeninológica, de mi ciencia de lo femenino (Femeninologia), expone al varón frente a aquello que ha silenciado en el pasado; el fundamento agresivo que encubre con su hipócrita moral y ética patriarcal, que se demuestran insostenibles en el presente.
Buenos Aires
Argentina
8 de julio de 2023
Osvaldo V. Buscaya (1939)
Psicoanalítico (Freud)
*Femeninología
*Ciencia de lo femenino
Derechos y privilegios