Repetir mantras vacuos puede ser como escupir para arriba, y que VOX es negacionista de las violencias machistas sí, pero que la coalición de Gobierno saliente y entrante lo son, también. Esta siniestra que nos quiere hacer creer que son la izquierda pero la policía no es tonta. Espectros ideológicos de círculos de espinas que se tocan en los extremos.
Hablaría de PODEMOS pero me embarga un inmenso sopor y, para ser realistas, no hubiesen hecho la políticas contra las mujeres y los menores que ya están aprobadas e implementadas si no hubiese sido por el socialismo de Pedro Sánchez. El precio de una legislatura de gobernabilidad lo hemos pagado las mujeres españolas. Ha sido un ritual de sacrificio lanzándonos al vacío jurídico. A la nada cotidiana de cuatro años.
La ley Trans niega que las mujeres somos mujeres, porque por ella cualquier peneportante que lo desee puede serlo. Usurpar nuestra biología, nuestros espacios, nuestros derechos, nuestras luchas; nuestra protección ante el machismo… nos lo han negado.
Impide a los profesionales, a la ciencia, decir que el partido socialista hizo una ley que niega la violencia contra las mujeres porque, de hacerlo, les aplicarán una ley mordaza; lo repito: ley mordaza que les aparta de su profesión, les veta, serán denunciados y multados por decir que niegan a las mujeres.
Impide a los profesionales, a la ciencia, decir que el partido socialista hizo una ley que niega la violencia contra las mujeres
Niegan el derecho de los padres a la tutela responsable de menores para protegerles de experimentos que les dejarán incapacitados, discapacitados, como quien cambia piezas entre los cuerpos de Barbie y Mr. Potato a su antojo hasta que en un momento dado volver a dejarlos de serie ya no es posible. Muerte o barbarie.
La ley del ‘Solo Sí es Sí’ negó la protección de las víctimas de delitos sexuales con el conteo temporal de seguridad y reparación. Las victimizó y las revictimizó. Les negó que esas agresiones tenían que ser pagadas tal y como estaba estipulado según la justicia en la que ellas creían. Les negaron incluso que estaban saliendo a la calle. Era el negacionismo de las rebajas de penas por agresiones a la dignidad de las mujeres.
Negaron en esta ley poder incluir la prohibición de pagar por una mujer traída con engaño, enganchada a las drogas, pobre. Negaron que por 20 euros le puedes pegar, atarla, penetrarla con todo lo que quieras por todos los orificios, insultarla y escupirle y, al final, si quieres, asesinarla. Y al final preguntarle si le ha gustado.
Nos negaron que estas políticas irían contra la protección de las víctimas de violencia de género. Si me matas con el carné cambiado me niegas como víctima, seré un dato más fuera de la protección de un fenómeno tratado de forma específica porque yo, antes de que me asesinaran, necesitaba que no me negaras.
Le han puesto a la misoginia alas de Victoria’s Secret y, al mismo tiempo que desfilan con tangas que no les tapan los huevos que se gastan, vuelan alto para echar más lechada a un techo que es de hormigón mientras con las plataformas nos quitan las manos del asidero a patadas plañendo con voces de camioneros que son el colectivo más no sé qué. Y yo niego que el patriarcado sea un colectivo, son la mitad de la población.
Y si se juntan dos del patriarcado, nos negaron la posibilidad de evitar comprar mujeres para descendencia legal en España. Y lo siguen negando.
Me recuerda a cuando jugábamos a decir que “sí” con la cabeza al tiempo que decíamos “no” con la boca. Porque decir sí con la cabeza a todo lo anterior como quien da la orden de apretar el botón rojo a la vez que dices no a la violencia contra las mujeres es negacionismo de la violencia contra las mujeres.
