Lo primero que tengo que aclarar es que no tengo estudios de Psicología, y todo lo que voy a escribir a continuación son, una vez más, mis opiniones.
El síndrome de Asperger es un conjunto de características mentales y conductuales que forma parte de los trastornos del espectro autista. La persona afectada muestra dificultades en la interacción social y en la comunicación de gravedad variable.
Este síndrome me ha resultado de interés al conocer dentro de mi círculo cercano un par de casos, los dos niños. Así que decidí ponerme a leer estos días y lo primero que encontré es que tiene una incidencia mayor entre niños que niñas: un caso en niñas por cada ocho casos en niños, pero que se cree que en realidad hay una relación de un caso de niñas por cuatro de niños (esta última proporción sería entonces igual que con el autismo).
Pongámonos las gafas moradas y pensemos qué hace entonces que existan tantos casos sin diagnosticar entre las niñas: tiene que ser algo relacionado con la construcción social que hemos realizado de las niñas y que hace que pasen desapercibidas y, por lo tanto, las condenemos a un mundo de ansiedad y sufrimiento interno.
Los niños con Asperger, cuando se frustran al no poderse relacionar con el entorno, se vuelven agresivos;las niñas se autoagreden o se adaptan y esa adaptación consiste en crearse una máscara ante los demás donde aprenden una serie de reacciones que se esperan de ellas ante determinadas situaciones.
La presión social la sufren las niñas en general a partir de los ocho años, momento en el que la sociedad les impone que tienen que ir guapas, hablar de chicos etc., mientras que en los niños empieza mucho más tarde, a los trece; hasta entonces el que un niño siga hablando de camiones u ordenadores no tiene importancia, en contraposición a las niñas, de las que se exige más. En esos cinco años de diferencia las niñas con Asperger aprenden a hacer lo que se espera de ellas en un proceso social de adaptación, a sonreír cuando se supone que deben, y en definitiva, a ser sumisas, que es lo que se premia en nuestra sociedad machista patriarcal. Por ejemplo, las niñas y niños con Asperger tienen problemas al mantener la mirada con alguien que les esté hablando directamente, pero a diferencia de los niños, en ellas esta actitud se ve como algo normal ya que la timidez la consideramos un valor femenino.
Este sistema de camuflaje funciona y a veces, por lo que he estado leyendo, pueden llegar a confundirlas con chicas con problemas de autoestima o “cosas de mujeres” y simplemente las llaman raras, amargadas, reprimidas.
Es decir, creo que nuestros estereotipos machistas de comportamiento de lo masculino y femenino no nos permiten ayudar a esas niñas y futuras adolescentes y mujeres.
Tener un diagnóstico es esencial para prestar el apoyo adecuado para las niñas y las mujeres con Asperger. Un diagnóstico oportuno puede evitar muchas de las dificultades que experimentan a lo largo de sus vidas.
Si crees que tu hija puede tener el Síndrome de Asperger no tengas miedo, pregunta y ayúdala. Puedes encontrar más información en asperger.es y, por supuesto, en tu pediatra.