Como activista en redes sociales y como mujer comprometida en la defensa de los derechos humanos y cómo no de la igualdad entre mujeres y hombres, siendo mujer, feminista, como diría Maya Angelou, poetisa, autora,bailarina y actriz, “llevo mucho tiempo siéndolo, sería estúpido no estar de mi lado”, esta ventana al mundo, este espacio de convivencia y compañerismo que nos ofrecen las redes, hay que aprovecharlo y sacarle partido, para difundir, visibilizar, informar, aprender y escuchar. Nos colma de matices, de diferentes puntos de vista, de posibilidades, abre nuestras mentes, en una sociedad multicultural, plural y diversa.
El Feminismo es un tema recurrente, obvio, en una sociedad en la que hemos dado pasos de gigante, pero donde aún queda mucho camino que recorrer. Mujeres que a diario luchan para visibilizar a otras, que dan la cara, evidenciando desigualdad, discriminación y algunas veces humillaciones, que siguen produciéndose y consintiendo. Nos hermanamos junto a los hombres, muchos, que están con nosotras en nuestra lucha, porque esto es cosa de hombres y mujeres, de personas, de almas, de sensibilidades y justicia.
El término, para algunas personas, induce a equívocos muy comunes. Es un gran error pensar que el feminismo significa ir contra los hombres, y sin embargo, una parte de nuestra sociedad, así lo cree. Nacemos, vivimos, trabajamos, morimos iguales. El feminismo pide para la mujer el mismo reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que todos sabemos han estado durante siglos reservados para los hombres, nada más y nada menos. Sin sexismo, sin discriminación. Gracias a los movimientos y publicaciones feministas de mujeres que han ido llevando su voz más allá de sus fronteras se va consiguiendo.
El feminismo pide para la mujer el mismo reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que todos sabemos han estado durante siglos reservados para los hombres, nada más y nada menos.
“Empoderamiento”, una palabra que me fascina, una palabra poderosa, grande, un término acuñado en La Conferencia Mundial de las mujeres en Beijing (Pekín) en 1995 para referirse a la participación éstas en política y accesos al poder. Así como la consideración del poder individual y colectivo de las mujeres hoy en día y la recuperación de su dignidad.
Gracias a la gran cantidad de estudios e información de que disponemos la podemos poner a disposición de nuestros niños y jóvenes, para educar más allá de una simple educación mixta, potenciando individualmente a niños y niñas en la “Coeducación”, educar desde la igualdad, sin sexismos. Otra palabra grande y hermosa. Este es el objetivo, para que no cometamos los mismos errores que en el pasado, de los movimientos feministas, políticos, sociales, individuales, colectivos, y su propio espacio, su propia voz, siendo capaces de “empoderarse” en todos los ámbitos de nuestra sociedad.
Sin embargo, como madre de dos adolescentes y viviendo muy de cerca sus problemas, tenemos que trabajar mucho en que la coeducación dé resultados y sea la norma y no la excepción, para que el sexismo, que aún nos invade sibilino y agazapado en múltiples ocasiones repunte en un machismo pequeñito, en un “micromachismo”, apenas perceptible y sutil. Un término acuñado en 1991 por Luis Bonino Méndez para destacar estas pequeñas tiranías, que pueden encerrar una lista de violencia machista en un futuro si no se le pone cerco, generalmente normalizada en nuestra sociedad, como dar por hecho que las niñas en su casa deben de ayudar en las tareas del hogar y los niños no, o considerar a las niñas débiles por sus amigos y darlo por hecho de una manera habitual.
Isabel Allende dijo una vez al preguntarle por el feminismo, si no creía que estaba anticuado, a lo que ella respondió:
“¿El feminismo anticuado? Sí, quizás para las mujeres como mi hija o como yo que somos unas privilegiadas y estamos aquí hoy, pero no para la mayoría de mujeres en el resto del mundo que todavía se ven obligadas a contraer matrimonio a la fuerza, la prostitución, o el trabajo forzoso para alimentar a sus hijos”.