Hemos sabido que en la ciudad de Boston, una de las más antiguas de los Estados Unidos, ha nacido una nueva iniciativa empresarial: un servicio de trasporte de viajeros similar a UBER pero exclusivo para mujeres y menores. Es un servicio que pretende que estos usuarios utilicen trasporte «sin temor a vivir experiencias de acoso». La iniciativa no es nueva, muchas ciudades del mundo cuentan con servicios de taxi como el SheTaxis-SheRides de Nueva York o los Pink Taxis de Ciudad de México, los vagones de metro exclusivos para mujeres en Japón o los autobuses rosa de Colombia . En este caso, sin embargo, la iniciativa se halla fuera de los sistemas regulados de conductor con licencia. Es decir, hablamos de un sistema de acceso a trasporte con conductores no registrados oficialmente.
La iniciativa realmente no es nueva. Mexico DF cuenta con los Pink Taxis con similares caracteristicas.
El nuevo servicio es SafeHer, según su creador Michael Pelletz, quiere garantizar a mujeres y menores de 13 años «la seguridad, comodidad y el placer de viajar por la ciudades» .
Es preciso saber que en EEUU, desde donde surge la iniciativa, se han producido acusaciones de asalto sexual y violación en contra de los conductores de la empresa UBER. Por eso el avispado Pelletz, exconductor de UBER, y que cree que es peligroso para las mujeres «subirse en automóviles con hombres extraños» se ha lanzado a buscar una solución comercial al problema. El conductor bostoniano ha manifestado en diferentes entrevistas, que se le ocurrió la idea «mientras recogía de madrugada a mujeres en edad universitaria que volvían a casa». Pelletz lo hace ejemplificando con la vulnerabilidad de las mujeres y dice literalmente: «Imagínese si yo fuera un depredador. Sería como una tienda de dulces «.
Conductoras a las que no les gusta la iniciativa
El proyecto también implica que las mujeres sean conductoras y por tanto esa aplicación supondría que usuarias y prestadoras del servicio fuesen mujeres. La iniciativa de Pelletz se basa en la vulnerabilidad en ambos sentidos, es decir, que una mujer conductora es más vulnerable a ataques por parte de los usuarios y viceversa. Esta perspectiva ha desatado las críticas de quienes encuentran en la premisa de Pelletz «un insulto» ya que se basa en la idea de que las mujeres son incapaces de protegerse a sí mismas, y por lo tanto, necesitan su propio servicio de «coche dedicado» para moverse por la ciudad.
Los foros de conductores/as de Uber, echan humo y algunas conductoras ya han manifestado que se sienten insultadas: «Es obvio que un tipo pensó que esto sería una gran idea, pero se las arregla para insultar a las mujeres en el proceso. Este es un ejemplo clásico de sexismo benévolo, empeñado en proteger a las mujeres». Pero Pelletz lo tiene claro y está convencido de que es un servicio que necesitamos, porque las mujeres están siendo agredidas y esa «es la realidad del mundo.»
Lo más chocante es que la empresa SafeHer sólo contratará a conductoras que deberán pasar «una verificación de antecedentes penales más minuciosa que los que Uber y LYFT «. La duda que se plantea es: ¿a qué se deben esas extremas medidas hacia las conductoras cuando no existen registros de asaltos donde las mujeres sean las victimarias? Reconozco que al leerlo me vino a la cabeza cierto paralelismo con esa manía de los sectores reglamentaristas que quieren proponer registros sanitarios a las mujeres prostituidas, en vez de hacerlo – como sería lógico – a los prostituidores que tienen altas probabilidades de «contagiar» a sus compañeras/os habituales.
¿Servicio discriminatorio? ¿Batalla por una cuota de mercado?
Pero mientras la nueva empresa está de promoción de sus protocolos de seguridad, algunos expertos dudan de la legalidad de un servicio que «podría ser discriminatorio». En este sentido se ha pronunciado en el The Boston Globe el abogado C. Rudavsky que manifestó que «las empresas que proporcionan un servicio necesario deben aplicar protocolos de aceptación de potenciales clientes, sin discriminar». En el mismo medio de comunicación Joseph L. Sulman, especialista en derecho laboral, dijo que una empresa puede publicitar el servicio dirigiéndose «en particular a clientes de sexo femenino, pero si va más allá y se niega a recoger a un hombre, creo que se encontraría con problemas legales».
La empresa SafeHer está dispuesta a litigar en este caso ya que considera que no esta discriminando a nadie y que solo trata de «ofrecer un lugar seguro para las mujeres que viajan sin ser acosadas y asaltadas».
La inseguridad en Uber como elemento de competencia empresarial
Uber indicó que en EEUU recibió entre diciembre de 2012 y agosto de 2015, «sólo» cinco reclamaciones de violación y 170 reclamaciones «legítimas» de asalto sexual. Los registros de quejas por acoso, sin embargo, son mucho más numerosos y se están convirtiendo en un elemento más contra la implantación de servicios de transporte con conductores que no cuentan con licencias específicas.
Parece evidente que estas nuevas formas de negocio tienen agujeros de seguridad, por eso, la Taxi, Limousine & Paratransit Asociación, un grupo comercial que representa a los conductores de taxi, está recopilando estos incidentes y documentándolos en el marco de la campaña «¿Quién le está conduciendo?».
Pero EEUU es el paraíso de los lobbys y de las grandes batallas por el espacio de negocio. Por eso no es casualidad que Cindy Southworth sea miembro del consejo asesor de seguridad de Uber. Ella es fundadora del proyecto de Seguridad en la Red de la «Red Nacional para Terminar con la Violencia Doméstica». ¿Casualidad que haya sido la encargada de lavar la cara a la compañía, mostrando las características de seguridad de Uber? Parece que no. Ella ha explicado como las nuevas características de la aplicación «aumentan la protección de las mujeres» y como «el sistema sabe que hay alguien en el coche, así que si algo sucede siempre existe la rendición de cuentas.» ahora sabemos que UBER ha mejorado la capacidad de la aplicación para que coincida la placa de matrícula del coche con la que se muestra en la aplicación y que permite compartir la hora estimada de llegad lo que según la compañía es otro elemento de seguridad.
Dicho de otra manera: implique usted en su seguridad a sus amigos o a su pareja, comparta que está saliendo de un lugar y que tiene previsto llegar en 20 minutos. Introduzca en su vida y en la de su gente un poco de tensión y hágase usted responsable de su seguridad.
Creando realidades paralelas para las mujeres
Y así seguimos, creando realidades paralelas para las mujeres, vagones de metro y autobuses diferenciados que son el escaparate que muestra que el espacio público no es de las mujeres. Mientras, seguirá el debate sobre la seguridad de las mujeres, un debate que acaba en soluciones que ayudan a culpabilizar y excluir.
Yo estoy en contra de los sistemas de seguridad que se basan en nuestra decisión de super protegernos en vez de reprimir a los victimarios.
Avanzamos en soluciones de seguridad que pasan por aceptar que el espacio público es un espacio de violencia para las mujeres. Están poco a poco, y otra vez, acotando el espacio para las mujeres introduciendo elementos para la exclusión. El neoliberalismo dice : ¿tienes la opción de protegerte? ¡hazlo!. Y hace negocio con el cuento. El Estado, en vez de asumir su obligación de garantizar nuestra seguridad, la delega: en la seguridad privada o en modelos de negocio a medida del miedo.
Vais acabar diciendo que estais en contra del matriarcado,al tiempo.Globos sonda,pués llega un poco tarde la rectificación,me falta un buen victimismo,pués existen en miles de sitios en vuestras propias organizaciones,carreras contra el cancer,manifestaciones,y cada día se crean más,vamos que todo sigue según lo previsto,etc,etc.