¿Tan difícil es entender que el hecho de que algo sea o no sea pecado en una u otra religión no es criterio relevante para quienes somos ateas (y /os)?
¿Tan difícil es entender que, por supuesto, las ateas (y los ateos) tenemos criterios morales? Es más: ¿que ningún ser humano (salvo que su cerebro esté totalmente destruido por grave enfermedad) carece de criterios morales? Diversos, eso sí, pero criterios. Aprobar la prostitución o el racismo es tan criterio moral como condenarlos.
¿Tan difícil es saber –sin necesidad de ser licenciada/o en historia- que el derecho al acceso al cuerpo de las mujeres por parte de los hombres se pierde en la noche de los tiempos? ¿Que, por el contrario, negar ese derecho es una idea atrevida, osada, rompedora y novedosa?
¿Tan difícil es saber que el ser humano es cultura? ¿Que la mujer –y el hombre- no nacen sino que se hacen?
¿Tan difícil es saber que el ser humano es cultura? ¿Que la mujer –y el hombre- no nacen sino que se hacen? ¿Que lo que vivimos como “natural” es tan solo el “mundo natural” que ha fabricado la ideología dominante? (soy consciente de que entender este punto exige un nivel de sofisticación de pensamiento mayor que entender los otros pero, con todo, no me parece excesivamente complicado).
¿Tan difícil es pensar que tener una relación sexual con alguien no es como hacerle la compra o ayudarles a programar la tele? No digo que sea más o menos pecado ni, por supuesto, más o menos placentero -o desagradable- digo que no es igual.
Quienes patrocinan la prostitución defienden que sí, que “lo mismo es pelar patatas que realizar “un servicio” sexual”, que igual.
Ya sé que quienes patrocinan la prostitución defienden que sí, que “lo mismo es pelar patatas que realizar “un servicio” sexual”, que igual.
Pero estoy por ver que ellos les propongan a su anciano o anciana vecina –que pobrecillos, ya no están para ligar- hacerles amablemente una felación o un cunnilingus. Digo, por poner un ejemplo. Quizá les traigan la compra, quizá les propongan un determinado servicio (¿le explico cómo funciona el móvil? ¿les tiendo la ropa?) pero no veo a ninguno proponerles: “Venga, siéntese usted ahí que verá qué bien se lo va a pasar”.
Pues nada, yo cuando esos jóvenes* (sobre todo a ellos) pongan su ano o su boca a disposición de quienes, por una u otra razón, no pueden (o no quieren) buscar a nadie con quien compartir deseo, digo, cuando vea eso, me lo pensaré (lo de que es igual).
Nota: Al no haber deseo, sino caridad, la orientación y los gustos sexuales del “generoso donante” son del todo irrelevantes. No se necesita tener hambre ni gustar del mismo tipo de productos que tu anciano y/o imposibilitado vecino para decirle: “No se preocupe, que ya sé que usted no puede cargar peso y menos aún subirlo cuatro pisos sin ascensor. Tranquilo, yo le hago la compra y se la subo ¿qué quiere que le compre?”.
Y me podéis objetar: sí pero el anciano y/o imposibilitado vecino sí tiene orientación sexual determinada. Y respondo: Bueno, sí, pero no es un inconveniente insalvable, para nada: el generoso joven le pone al vecino escayolado un buen film porno y mientras el otro se concentra en las imágenes, él le chupa la polla. Y seguro que el vecino, por muy heterosexual que sea, terminará entusiasmado, pues, en efecto ¿quién puede conocer mejor las sensaciones de un glande que otro ser que lo tenga? Descubrirá encantado que, a falta de pan, buenas son tortas.
Y podéis preguntarme: ¿pero por qué insistes en que estas obras de caridad la hagan los hombres?
Pues por variar y porque decirles a las mujeres que se pongan a disposición de los deseos ajenos está ya muy visto. Y porque vuelvo a repetir: estoy segura de que nadie chupa mejor la polla de un hombre que otro hombre.
Es verdad, el cunnilingus las mujeres deberíamos pedirselo a otras mujeres, nadie mejor que nosotras mismas para darnos placer entre nosotras. Viva el placer sororal!
GENIAL! Buenísimo zasca en forma de artículo. Si tú crees que el «trabajo sexual » no es más que una «carta de servicios» como otra cualquiera, adelante. Tú puedes ser la fantasía sexual de alguien. Los hombres también son penetrables