- Advertisement -
Begoña San José explica los beneficios de la economía feminista frente al modelo neoliberal actual
Desde AmecoPress, hemos contactado con Begoña San José, activista por los derechos de las mujeres, para que nos explique su visión sobre el concepto de economía feminista y sobre las propuestas desarrolladas por estas tres ONGs.
¿Cómo definiría el concepto de “economía feminista”?
La economía se define como la administración eficaz de bienes escasos para satisfacer las necesidades humanas, pero no considera los bienes y servicios producidos por el trabajo doméstico no pagado, asignado a las mujeres. El núcleo de la economía feminista es la demostración de la necesidad y del valor del trabajo de cuidados, y la reivindicación de que se reconozca, se reparta por sexos y se pague, sobre todo el cuidado de la infancia y las personas dependientes, como dice el libro Si las mujeres contasen de la neozelandesa Marilyn Waring en 1988.
De ahí surgen muchas otras ideas y reivindicaciones, como las impulsadas por la Asociación Internacional para la Economía Feminista (IAFFE), creada hace 25 años, que agrupa mayoritariamente a economistas, pero también otras profesionales, activistas y estudiantes de 64 países con un gran trabajo de estudio y de incidencia académica, política y social, con sus encuentros anuales, cursos, la revista Feminists Economics y otras publicaciones. De ese tronco han salido ramas como la expresada en el libro colectivo de 2012, La economía feminista desde América Latina, y los Congresos de Economía Feminista del estado español.
¿Qué diferencia a esta economía con el neoliberalismo actual?
El neoliberalismo, con sus dogmas de desregulación del mercado y de reducción del gasto público y del papel del Estado para redistribuir la riqueza y garantizar los derechos sociales, afirma que la desigualdad ‘dinamiza’ la economía. En cambio, en el feminismo denunciamos que la desigualdad ‘dinamita’ la economía, porque impide que cada persona aporte según sus potencialidades y las desarrolle, usando mil instrumentos de segregación sexual y social.
¿Y qué efectos tendría?
Si lográramos establecer la economía feminista, el reparto del empleo y los cuidados, no tendríamos en paro a 4.791.400 personas en España, más de la mitad mujeres, queriendo y no pudiendo trabajar, aportar, y cubrir dignamente sus necesidades. Tampoco alimentaríamos el monstruo de una economía financiera que no está al servicio de la economía real, de las necesidades de las personas sino, como dijo el Secretario General de Naciones Unidas en su Informe sobre Población y Desarrollo 2014, “del 8% de la población que acumula el 82% de la riqueza mundial”.
Seguir leyendo—–>
- Publicidad -