Carta desde»el área feminista,» a ti, compañero

Roja Rojae
Roja Rojae
Feminista de "doble militancia" para dar "guerra" allá donde haga falta. Maestra convencida de que la coeducación es el método para acabar con los mecanismos discriminatorios.
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Nos han contado que vivimos en Democracia. Yo, lo quiero creer. Yo, como tú, compañero, me levanto a diario teniendo fe en que nuestras luchas darán sus frutos.
Nadie nos dijo que iba a ser fácil, ¿recuerdas cuánto esfuerzo, cuánto tiempo, cuánta sangre, sudor y lágrimas les costó a tus antepasados, esos que hasta dieron su vida para que tuvieras los derechos de los que ahora gozas?
Es verdad que muchos de esos derechos se están viendo recortados. Pero eso no te hace caer, al contrario. Tú, que tienes conciencia y formación, sabes que la manera de recuperarlos es no dejándote vencer, es estar con el de al lado, con el de más de allá, con aquel…juntos. Sabes que la ciudadanía organizada, participativa, empoderada y unida es más fuerte que sus ansias de poder. Eso es a lo que temen. Temen al pueblo. Te temen a ti.
Has sentido muchas decepciones y frustraciones a lo largo de tu activismo, pero también te has levantado muchas veces, a la par que has entendido que cuando escuchas a un “camarada” y este te escucha a ti, se crea una sinergia poderosa que fluye hasta crear “un movimiento imparable” que deparará en un nuevo paradigma. Ese que quieres para todos, ese que simplemente exige que se cumplan los Derechos Humanos…

Pues sí, compañero. Yo, como tú, también tengo antepasadas (aunque invisibilizadas) y algunas también dieron su vida por el bien común y los derechos colectivos e individuales.

Mis derechos, esos que se consiguieron por la insistencia y la lucha contra el orden establecido (establecido por aquellos a los que más molestan nuestras batallas), también se han visto, cuando no recortados, directamente anulados.
Pero, como tú, también sé que cuando las mujeres nos unimos, nos organizamos y nos empoderamos, vía sororidad, también somos temidas. La diferencia compañero, es que el temor que infringimos es aplacado con las formas más viles y necias: el desprecio, la ignorancia, el ninguneo y la ofensa a través de un “supuesto” sentimiento de superioridad “naturalizado” hacia nosotras.
Mi día a día es una continua frustración, porque no solo tengo que luchar contra un sistema económico que me relega a los trabajos más precarios, a los sueldos más bajos, a “conciliar” en mayor medida que a los varones (ya sabes, “el instinto maternal…”) con su correspondiente minoración del salario, que no reconoce mi trabajo en el hogar que tan pingües beneficios genera al Estado (por no hablar de la “plusvalía emocional”), sino que también me toca lidiar con una macroestructura social que distribuye de manera desigual el poder y la autoridad entre hombres y mujeres, siendo los primeros los que ostentan la preeminencia.
No se te olvide, compañero, que también sufro todo tipo de violencias por el hecho de ser o sentirme mujer. Y, a veces, esta violencia, es tan sutil, que ni la percibo. Por ponerte algún ejemplo: cuando un hombre, que no es tu caso por supuesto, se ríe y comenta con otro en el momento que yo expreso mi opinión, cuando me miran de arriba a abajo o sus ojos quedan clavados en una parte de mi cuerpo, cuando se sientan con las piernas excesivamente abiertas ocupando física o simbólicamente el espacio, cuando su voz, se eleva y se hace más grave hasta copar el ambiente con ella, cuando apostillan o “traducen” mis argumentos, y por supuesto, cuando callan, ignoran o no dan por válidos los mismos hasta que a otro varón le parece bien.
De las violencias no sutiles como los asesinatos, las palizas, los chantajes, las violaciones, la prostitución, la mutilación genital, la esclavitud sexual, el acoso callejero, y otras tantas, entiendo que tienes conciencia de ellas y que luchas para que se erradiquen.
Otro día, podría hablarte de la interseccionalidad. Sí, aquello de lo que, además de lo anterior, sufro cuando no cumplo los estereotipos, no me adapto a los roles que se me impusieron o rompo con el arquetipo. También si quieres debatimos acerca de la diferencia entre acoso sexual y acoso por razón de género, sobre el repunte del machismo en la adolescencia y del control ejercido hacia las chicas a través de redes sociales o sobre la feminización de los desahucios.
Hace siglos que las mujeres nos organizamos encauzando juntas una lucha social la cual queda enmarcada en una teoría filosófica y que tiene, por supuesto, aplicación política: el Feminismo.
Gracias al feminismo y a las feministas, hoy las mujeres (en algunas partes del mundo) por ejemplo, tenemos derecho a voto, podemos acceder a la universidad, a distintas profesiones, a “lo público”. Así como podemos divorciarnos, abrir una cuenta corriente o comprar o alquilar una casa, sin permiso de nuestro padre, hermano o marido.
Compartirás, que lo que ha hecho el feminismo es posicionarnos en el lugar que nos corresponde: la ciudadanía. Ser feminista es considerar que las mujeres somos personas. Qué fácil ¿verdad?
Sin embargo aún nos queda mucho camino que recorrer. Somos más de la mitad de la población pero la mayoría de nosotras seguimos corriendo riesgos simplemente por ser mujeres.
En cualquier caso, nuestra lucha no es endogámica, me explico, combatimos por construir un orden social que dignifique a todas las personas independientemente de sus cromosomas, de su género, de su identidad, orientación y/o deseo sexual, edad, color de piel, nivel social, etc. Eso incluye que lucho también por la infancia, las personas mayores y por ti. Sí, también lucho para que tu existencia (como hombre “cis”) sea mejor. Consideramos que los roles que te han impuesto no te benefician. Pienso en ti, y no creo que sea nada cómodo tener que estar demostrando todo el tiempo que eres “más fuerte, más listo, más duro, más exitoso, más reconocido, más líder, más, más, más… ¡Qué cansancio! ¡Con lo sano que es llorar!

Y ahora voy a responder a esa pregunta que tantas veces te has hecho. ¿Por qué existen las áreas feministas en los partidos políticos si el feminismo es un movimiento social?

Pues sí, es un movimiento social, pero no olvides que también es una teoría filosófica que articula a un sujeto colectivo que lucha por sus derechos y libertades en torno a un eje social, cultural, económico y político.
Como sabes, hay distintas formas de conseguir objetivos políticos y sociales, y una de ellas es accediendo al poder ejecutivo y/o al legislativo. Desde aquí podemos articular reformas, derogar o implementar leyes más justas, más éticas y más solidarias.
Este el motivo, entre otros, de que haya feministas “de doble militancia”.
Seguramente dirás: “Sí, sí…¿pero por qué un “área concreta de feminismo o políticas feministas?”
Sencillo, porque aún hoy en día, las asociaciones, los sindicatos, los partidos políticos, etc., al igual que la sociedad, tienen inoculada la cultura machista y patriarcal. Es decir, “per se” es muy complicado que no haga falta un grupo “de presión” en este tipo de organizaciones. De hecho, te habrás dado cuenta, que dentro de estas, hay mujeres, cuyos planteamientos no distan mucho de la de la mayoría de compañeros varones. Esto no es porque ellas no sientan opresión, o porque hayan conseguido vivir sin que el sistema imperante no les afecte, simplemente, quizá, no se hayan puesto aún las “gafas violetas”. Pero esto, compañero, no es culpa suya, ¡hasta ahí podíamos llegar! Desde que nacemos nos marcan las orejas o no, según unas características sexuales concretas, así que, imagínate cuántas cosas más nos inculcan (e inoculan) a lo largo de la vida.

Una de las prioridades de un partido que se considere progresista y cuya máxima sea que los Derechos humanos (que incluyen a las humanas…) se cumplan, debe ser que el feminismo ocupe un lugar preferente en él.

Las áreas de mujeres o feministas nacen con el objetivo de mejorar la vida de un sujeto político concreto, pero también del resto de la sociedad. De ahí que una de las prioridades de un partido que se considere progresista y cuya máxima sea que los Derechos humanos (que incluyen a las humanas…) se cumplan, debe ser que el feminismo ocupe un lugar preferente en él.
Para que podamos cumplir con estos Derechos, debemos conocerlos, y esta tarea se consigue como cualquier otra, escuchando, debatiendo, reconociendo y aprendiendo.
Te pido, compañero, que cuando una feminista, de forma individual o a través del órgano elegido para su representación, dé su opinión, establezca una estrategia o una línea política, la escuches, contrasta si te apetece dichos argumentos, debate (con respeto y sin mostrar condescendencia o superioridad) y acepta lo que ellas determinen.
Y recuerda algo que es obvio, pero que algunos te han hecho creer: Las feministas no odiamos a los hombres, no estamos contra vosotros. Al contrario, abogamos por la igualdad, la equidad y la justicia social.
Desde aquí, te invito a ponerte las gafas violetas y a expandir tu mirada por un mundo mejor.
 
 

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