Cuando entras en Pamplona se puede leer un cartel que dice: “Pamplona no tolera las agresiones sexistas”, y ayer conocíamos que en el primer día de las Fiestas de San Fermín ya se produjo una terrible violación a una mujer.
Si hablamos de agresiones sexuales y violencia machista, Pamplona es España, y España el mundo entero. Cuesta encontrar un lugar que no sea territorio hostil para niñas y mujeres.
Si hablamos de agresiones sexuales y violencia machista, Pamplona es España, y España el mundo entero. Cuesta encontrar un lugar que no sea territorio hostil para niñas y mujeres.
La violencia machista es uno de los problemas más graves que tienen nuestras sociedades, todas ellas sin excepción, y aunque el feminismo nos ha traído importantes avances a las mujeres, todavía es mucha la lucha que nos queda por dar, y largo el camino por recorrer.
Sin embargo, si hay algo que me enfurece profundamente es el tratamiento informativo y visual de la violencia machista. Ante la agresión sexual acaecida ayer en Pamplona, los principales medios de comunicación nacionales frivolizaban en el lenguaje y lo acompañaban de unas lamentables imágenes de mujeres con el torso descubierto o mujeres ebrias. Este es el caldo de cultivo para culpabilizar a las mujeres, de manera directa o indirecta, de cualquier violencia que sufran. Es el “ella se lo buscó” y la justificación masculina.
Es el “ella se lo buscó” y la justificación masculina. Lamentablemente éste es el mensaje que mandan los medios de comunicación sobre la violencia machista.
Lamentablemente éste es el mensaje que mandan los medios de comunicación sobre la violencia machista. Su respuesta es el machismo periodístico y simbólico, y la cosificación de las mujeres llevada a su extremo más radical.
No obstante, es fácil hacerse una idea de la escasa consideración, valoración y visibilización que los medios de comunicación tienen de las mujeres. En los debates o mesas de opinión de cualquier cadena, pública o privada, las mujeres brillan por su ausencia. En los medios radiofónicos, el porcentaje de mujeres frente al de hombres periodistas es abismal. Nuestros problemas, violencias, reivindicaciones o demandas feministas no existen en la agenda periodística. Pero quizás lo que más clame al cielo es que quienes informan en los medios de comunicación sobre violencia machista, feminismo o igualdad no estén perfectamente formados/as en estas materias. Y el hecho de que no lo estén atiende fundamentalmente a que son cuestiones de segunda, que no preocupan, y que cuando sucede algo se cubren desde el morbo más hiriente y la frivolidad más terrible.
En las sociedades de masas en las que vivimos, los medios de comunicación podrían jugar un papel fundamental en la sensibilización y prevención de la violencia machista; sin embargo han optado por darle un tratamiento mediático que lo único que consigue es perpetuar el machismo y sus terribles consecuencias.
Los medios de comunicación han optado por darle un tratamiento mediático que lo único que consigue es perpetuar el machismo y sus terribles consecuencias.
El periodista José María Calleja escribió un interesante libro sobre cómo informar la violencia machista. Sería de elevada recomendación, por no decir de obligada utilidad, para la formación de periodistas.
Nuestras vidas, las vidas de las mujeres, tienen valor. Nuestros cuerpos no se tocan, no se compran y no se violentan.
La violencia machista es, como decía anteriormente, uno de los problemas más graves que tenemos como sociedad. Y remarco la palabra sociedad, para que comprendamos que nos implica a todos y todas. Incluidos medios de comunicación, que tienen un reto importante por delante, y que no pasa sólo por el modo de informar, por la utilización de un lenguaje integrador y correcto, sino por la visibilidad y revalorización de las mujeres en los medios de comunicación.
Nuestras vidas, las vidas de las mujeres, tienen valor. Nuestros cuerpos no se tocan, no se compran y no se violentan.