Esta semana saltaba a los medios la noticia de que en Portugal se han legalizado los vientres de alquiler para mujeres estériles; según indica la ley, es aplicable únicamente en los casos en que la mujer no pueda quedarse embarazada «de forma absoluta y definitiva» por lesiones, enfermedad o por ausencia de útero. Si bien la ley especifica que no puede existir ningún tipo de pago por el procedimiento, el Consejo de Ética del país luso ha mostrado su preocupación por los intereses económicos que existen tras los vientres de alquiler y que dejan sin derechos a la mujer gestante y al niño o niña fruto de esta práctica.
Resulta sorprendente la reacción de usuarios y usuarias en las redes sociales ante esta noticia. En el muro de Antena3 Noticias y La Sexta Noticia se publicaba la noticia el pasado miércoles; frente a cientos de comentarios celebrando la noticia, algunos se cuestionaban en qué lugar deja la práctica de los vientres de alquiler los derechos de las mujeres «gestantes», convertidas en instrumento de los deseos de otros.
Algunas respuestas señalan, celebrando la noticia, que la práctica es «como si yo hago una masa para un bizcocho pero tengo el horno estropeado y lo cocino en el de una amiga, el bizcocho lo he hecho yo y es mío».
Precisamente estas voces críticas recibían todo tipo de respuestas, desde insultos varios a otra reacción sorprendente (y que acompaña, cada vez más, el debate de los vientres): la exaltación de la «mística de la maternidad».
Reproducimos algunos de estos comentarios.
Y en La Sexta Noticias:
Y es que, además del debate sobre la evidente mercantilización de los cuerpos de las mujeres, convertidas en «gestantes» de los deseos de otros, resulta sorprendente la reacción hacia la «dulcificación» de la práctica, y que parece ser uno de los argumentos que más se utilizan para su defensa.
«La belleza de la maternidad», «la familia», «el amor por los hijos e hijas», son argumentos éticos para defender una práctica que tiene que ver con el alquiler de un cuerpo ajeno. Como dicen desde la plataforma «No somos vasijas», los deseos de ser padres-madres no implica un derecho a utilizar un cuerpo externo para esto. Los deseos no son derechos.
Además, y citando algunos de los comentarios de las imágenes anteriores, el argumento esencialista y ficticio sobre la mística de la maternidad vuelve a usar términos como:
-«Es lo mejor que te puede pasar en la vida tener tu bebé».
-«Ser mamás».
-«Mujeres luchadoras y fuertes que día a día luchan por ser madres».
-«Es la llamada natural de la vida».
-«Adoptar es también otra agradecida opción, sin embargo pienso que debe ser complicado o que suscite dudas… Creo que a toda mujer le gustaría ver cómo sería su propio hijo, de su sangre».
De paso recomendamos también desde Tribuna Feminista la relectura (o primera lectura) de Elisabeth Badinter para toda esta construcción maternal.