Una nueva investigación conjunta entre la Universidad de Warwick, la Cass Business School y la Universidad de Wisconsin, muestra que las mujeres piden aumentos salariales con la misma frecuencia que los hombres, pero los hombres tienen 25% más probabilidades de obtenerlo.
Utilizando una muestra al azar de 4.600 trabajadores en más de 800 empresas, la investigación es la primera en hacer una prueba estadística sobre la idea de que a las mujeres se les paga menos porque no son tan agresivas como los hombres. Los investigadores no encontraron ninguno apoyo a esta teoría.
El estudio «¿Piden aumentos las mujeres?» también examinó la afirmación de que las empleadas se detienen por temor a molestar a su jefe, y de nuevo tampoco se encontró pruebas para esta teoría.
Las mujeres piden aumentos salariales con la misma frecuencia que los hombres, pero los hombres tienen 25% más probabilidades de obtenerlo.
Uno de los autores, Andrew Oswald, profesor de Economía y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Warwick afirma: «No sabíamos cómo saldrían los números. Después de haber visto estos hallazgos, creo que tenemos que aceptar que hay algún elemento de pura discriminación contra la mujer».
Varias ideas se sugirieron previamente para comprender por qué las mujeres podrían ser reacias a pedir un aumento de su sueldo. Entre estas ideas estaban que ellas no querían desviarse de un estereotipo determinado como mujeres o que no querían ser más impopulares en el trabajo.
La co-autora Amanda Goodall, de la Cass Business School, afirma: «La nuestra es la primera prueba que analiza estas supuestas reticencias de las mujeres trabajadoras, y se evidencia que estas ideas no se sostienen».
Cuando se compararon de igual a igual hombres y mujeres, los hombres tenían cuatro veces más probabilidades de tener éxito en la obtención de un aumento salarial. Sólo el 16% de las mujeres tuvieron éxito cuando lo pidieron.
La investigación utiliza los datos recogidos en la Encuesta de Relaciones Laborales de Australia (AWRS) que abarca el período 2013-14, que es una muestra representativa de los empleados australianos y sus lugares de trabajo. El profesor Oswald afirma: «Nos dimos cuenta de que Australia era el lugar de pruebas natural, ya que es el único país del mundo que recoge información sistemática sobre si los empleados han pedido un aumento.»
Sólo el 16% de las mujeres tuvieron éxito cuando lo pidieron.
La encuesta tiene la particularidad de que se pregunta a los individuos una serie de cuestiones acerca de si su salario se establece mediante la negociación con la empresa, si se ha obtenido con éxito un aumento salarial desde que se unió a la empresa, si se prefería no intentar negociar un aumento de sueldo por un posible detrimento de las relaciones, y también sobre los niveles de satisfacción en el trabajo.
Con este método estadístico, los autores del análisis vieron que que era crucial ajustar el número de horas de trabajo (ya que los trabajadores a tiempo parcial se sienten reacios a «pedir» aumentos). El análisis también tuvo en cuenta la naturaleza de la empresa, la industria, y las características y cualificación de los trabajadores.
Las jóvenes empleadas australianas consiguen aumentos de sueldo con la misma frecuencia que sus compañeros.
A pesar de los resultados desalentadores, los autores identificaron una señal alentadora en los datos – las jóvenes empleadas australianas consiguen aumentos de sueldo con la misma frecuencia que sus compañeros.
Dr. Goodall confirmaba: «Este estudio potencialmente tiene un lado positivo. Hoy en día las mujeres jóvenes están negociando sus condiciones salariales y con más éxito que las mujeres de mayor edad, y tal vez que continuarán a medida que se vuelven más altos estos puestos».