Al escuchar la noticia de la muerte de una niña de 12 años durante un botellón en San Martín de La Vega, el corazón me dio un vuelco. Ya me parece grave el que nuestros jóvenes cada vez empiecen a beber y fumar antes, pero es que doce años es una edad muy temprana.
Interesándome por este caso tan sangrante, me entero de que no era la primera vez, y que la policía ya la había llevado a su casa en estado de embriaguez al menos en dos ocasiones más. Y yo me pregunto cómo sus padres no pusieron medidas a esta niña en un caso así de grave.
Me parece grave el que nuestros jóvenes cada vez empiecen a beber y fumar antes, pero es que doce años es una edad muy temprana…
No quiero causar más dolor a esos padres que estarán destrozados, pero tenemos que concienciarnos de que este problema existe en nuestra juventud, y de que hay que afrontarlo desde casa, en institutos, colegios, con charlas al respecto, que ya se imparten y machacando sobre las consecuencias de estas prácticas.
Hay que destacar también que ante un caso así, los amigos deben actuar rápido, olvidarse de la multa de la policía y la bronca de sus padres y llevarla rápidamente al hospital. En este caso, ninguno se atrevió aun teniendo todos móvil y cuando la trasladaron ya era demasiado tarde. Terrible.
Según cuentan sus propios amigos, estaba acostumbrada a beber, era una chica corpulenta y lo aguantaba todo… ¡qué barbaridad!. Un metro setenta pero 12 años.
Esos falsos mitos que comentamos algunas veces, del tipo: como soy alto y grande me afecta menos, o si comes algo entremedias, el efecto es menor, o «está acostumbrado o acostumbrada a beber…»; estas afirmaciones que hacemos tan tajantemente delante de nuestros hijos o hijas, quizás estén normalizando algo que no lo es ni mucho menos.
Debemos invertir en el ocio de nuestros jóvenes, darles lugares donde puedan reunirse y no recortar, como se ha venido haciendo desde hace unos años.
El coordinador del Observatorio Toxicológico de La Sociedad Española de Urgencias en Pediatría admite que no existen datos oficiales sobre consumo de alcohol en menores, pero los estudios afirman que se han duplicado en los últimos 10 años y en adolescentes cada vez más jóvenes.
Sitúan entre los 13,7 años la edad media de inicio del consumo de alcohol. Parece ser que las borracheras no se producen tanto con cerveza o vino, como con bebidas más peligrosas como el vodka, la bebida que tomó la niña que nos ocupa.
El psiquiatra del Hospital 12 de Octubre, asegura que esto no se puede tomar como hechos puntuales cuando hay una continuidad en esas conductas, y el riesgo de convertirse en un adulto alcohólico es muy grande, al crear dependencia con el paso de los años.
Otro dato preocupante es que estas intoxicaciones por alcohol son más frecuentes en España que en otros países del mundo, y deberíamos preguntarnos el motivo. Según los expertos puede deberse a nuestra “construcción social”, es decir, la manera en que permitimos estos hábitos sin poner demasiado interés en el tema.
Hace poco en Gijón se celebró un Congreso de Pediatría y unos médicos norteamericanos invitados se quedaron de piedra al salir y ver en la puerta cómo unos jóvenes hacían botellón, allí en medio de la plaza, y su comentario fue: «no sé cómo consentís esto…”
Esa es la clave, consentimos, permitimos. Tenemos un grave problema de normalizar lo que no es normal. Y hasta que no seamos conscientes de la gravedad de esto, de que «hacer botellón» no es normal, seguirán ocurriendo este tipo de cosas.
Comentarios como: «no es un coma etílico, es una borrachera”, quitando importancia al hecho de que un adolescente se ponga ciego/a de alcohol regularmente… ¿Dónde está el límite? ¿Seguimos consintiéndolo?
Lamentablemente, solo abordamos esto cuando ha ocurrido, una vez más, una desgracia como ésta. No hablamos de prohibir, sino de dialogar, concienciar, no consentir, y sobre todo no normalizar.
Debemos invertir en el ocio de nuestros jóvenes, darles lugares donde puedan reunirse y no recortar, como se ha venido haciendo desde hace unos años.
Si estas estadísticas continúan, podemos vernos abocados a medio o largo plazo a que nuestros jóvenes se conviertan en alcohólicos y las muertes por intoxicación alcohólica aumenten de manera considerable.