- La periodista Hadley Freeman publica “The Time of My Life” sobre cómo era y qué nos enseñaba el cine de los 80.
- “Me di cuenta de que Dirty Dancing era una película sobre la importancia de legalizar el aborto”
Hadley Freeman (Nueva York, 1978), periodista y articulista habitual de The Guardian empezó su labor de investigación sobre películas de los años 80 y 90 que trataran sobre el aborto, tras el estreno de “Juno”, película de la directora Diablo Coddy que trata sobre el embarazo de una chica adolescente. El artículo hizo que volviera al cine de esos años para ver cómo era el tratamiento de este tema y se encontró con películas como “Dirty Dancing” que según, Freeman, escondía una reivindicación de legalización detrás de todo el romanticismo adolescente y los múltiples y míticos bailes por los que es conocido este film.
Freeman siguió su tarea de revisar el cine que se hacía estas décadas y comenzó a escribir el ensayo que ahora publica, “The Time of My Life” con el que sostiene que las películas que se hacían hace 20 y 30 años eran más arriesgadas en sus propuestas que las del cine actual. En una entrevista concedida a Playground, Freeman afirma que “el único sitio donde ahora se pueden escribir historias sobre mujeres, aborto o sexo son las series de televisión”. La autora achaca este neo-conservadurismo y esta falta de calidad en los guiones e historias a la búsqueda por parte de las productoras de un mercado internacional, lo que insta a “evitar” tratar temas que puedan ser más polémicos o, directamente, feministas.
“The Time of My life” es un ensayo sencillo pero crítico porque muestra como el cine de los 80 y los 90 era mucho más valiente y honesto que las películas taquilleras que se estrenan hoy en día. Películas que muestran el amor adolescente como un valle de lágrimas (y una relación de dependencia insana en el caso de la trilogía de “Crepúsculo”), en lugar de la propuesta de “La Princesa Prometida” que, sin dejar de ser una historia de chica- que- se-enamora- y- es salvada- por-su-“príncipe-azul”, “habla sobre el amor en sentido amplio”, según Freeman. O “Cuando Harry encontró a Sally” que la autora ve como una historia, de nuevo, de amor, pero de un “amor creíble”, de una chica normal con un chico normal, sin que ella se vuelva loca o pierda nada de lo que es (y la hace única y original) por el camino.
Otra de las películas que Freeman incluye en su ensayo es “Cazafantasmas”, cuyo remake protagonizado por mujeres trajo consigo críticas e incluso amenazas por redes sociales a las actrices. Hadley Freeman aprovecha y define el perfil de estos hombres que ven como amenaza feminista el cambio de género de los protagonistas de una de sus películas infantiles de referencia: “esto es ser hombre-niño”.
El “hombre-niño” de Freeman es el hombre que se enfada y se queja (como un niño) porque estos cambios, como el del remake de Cazafantasmas, están destruyendo sus recuerdos infantiles, el cine con el que creció… En definitiva, un hombre que no crece, que no madura y al que le molestan terriblemente esos cambios que se hacen en remakes y secuelas de películas míticas que incorporan a mujeres y valores feministas.