A principios de los 80 llegaba a la gran pantalla la película Las bicicletas son para el verano. En ella, un niño ajeno a la crudeza de la Guerra Civil pasaba sus días en la cotidianeidad de su entorno esperando que le regalasen una bicicleta, que nunca llegaba.
La conciliación y la corresponsabilidad son los grandes retos pendientes, pero parecen estar postergadas a dormir el sueño de las justas. Los debates se suceden, nadie niega su importancia, pero las reformas estructurales que deben acometerse para poder implantar políticas efectivas y reales que favorezcan la conciliación y la corresponsabilidad no llegan.
La igualdad en el acceso y el desarrollo de la empleabilidad es fundamental para garantizar a las mujeres su emancipación real y, por consiguiente, su libertad. No obstante, las estructuras laborales, absolutamente patriarcales, han impedido siempre esta igualdad laboral. La propia estructura del mercado de trabajo no la facilita ni propicia. Así pues, durante siglos las mujeres han soportado sobre sus espaldas todo el peso del trabajo no remunerado y, cuando comenzaron a incorporarse al mercado de trabajo, debieron hacerlo afrontando dobles jornadas laborales: la jornada fuera del ámbito doméstico y la jornada laboral propia para el mantenimiento del sistema de cuidados. Un sistema denigrado e infravalorado que es el que permite el sostenimiento de la vida.
La igualdad en el acceso y el desarrollo de la empleabilidad es fundamental para garantizar a las mujeres su emancipación real y, por consiguiente, su libertad.
Por todo ello, debemos pasar de las musas al teatro. Las mujeres no pueden esperar más. Es el momento de afrontar las medidas necesarias para acometer reformas de calado e implementar políticas de igualdad efectivas. No obstante, vivimos tiempos difíciles para el análisis sosegado, para el diálogo… e incluso para el feminismo. La conciliación no se consigue con una fotografía o un tuit, sino con un programa efectivo y con políticas reales que afronten las necesarias reformas que requiere el mercado de trabajo, ponga el acento en la reorganización de los usos del tiempo y desarrolle medidas específicas de igualdad en la política laboral y en los propios centros de trabajo.
La conciliación no se consigue con una fotografía o un tuit, sino con un programa efectivo y con políticas reales que afronten las necesarias reformas que requiere el mercado de trabajo…
Cuando el mundo empezó a funcionar a golpe de tuit, la igualdad y las teorías feministas, fruto de siglos de pensamiento, análisis y debate comenzaron desfallecer. Cuando el titular y la fotografía ganaron todo el espacio al discurso, el feminismo empezó a perder.
Ni la conciliación ni la corresponsabilidad son para el verano, ni se puede frivolizar con algo tan importante y esencial como lo es la igualdad.