El gobierno de Donald Trump va a perjudicar a minorías étnicas, LGTB, gente pobre y muy específicamente, a las mujeres.
En el momento de escribir estas líneas, Obama sigue siendo el mandatario de EEUU, pero esto cambiará cuando Trump sea investido como el nuevo presidente el 20 de enero de 2017. A la cabeza del gobierno estará un presidente abiertamente misógino, un vicepresidente activamente en contra del aborto y un Senado y Cámara de Representantes en manos del partido republicano. Sectores ultra conservadores de EEUU (o sea, el partido republicano) llevan desde hace años, y bajo el gobierno de Obama, una lucha muy intensa para ilegalizar el derecho al aborto en ese país. Y todo indica que sus esfuerzos van a producir los resultados esperados: Hay cada vez más indicios de que es cuestión de tiempo hasta que el derecho al aborto desaparezca en EEUU.
El partido Republicano lleva años metido en lo que se ha llamado una “Guerra contra las mujeres”; una especie de cruzada para limitar o eliminar el acceso de las mujeres al aborto.
El partido Republicano lleva años metido en lo que se ha llamado una “Guerra contra las mujeres”; una especie de cruzada para limitar o eliminar el acceso de las mujeres al aborto. El aborto sigue siendo legal a nivel federal, pero a nivel estatal se pueden aprobar leyes para controlar su acceso y los políticos de la derecha, con la excusa de la “santidad de la vida desde el momento de la concepción” no cederán hasta conseguir que las mujeres vuelvan a abortar con perchas. Lentamente, estado a estado y ley a ley están carcomiendo este básico derecho que las mujeres deberíamos tener a hacer con nuestro cuerpo lo que queramos. Dos ejemplos recientes:
Estos días en los que el gobierno de Obama da sus últimos coletazos, el 7 de diciembre de 2016 me entero de que se ha presentado una ley en el estado de Ohio, la cual prohibiría el aborto en cuanto se pueda oír los latidos del feto. Esto suele ocurrir a las cinco o seis semanas, más o menos cuando muchas mujeres se dan cuenta de que se han quedado embarazadas. No podrían tener la opción de abortar en absoluto, porque cuando supieran del embarazo, ya sería demasiado tarde. La ley, la cual está esperando la firma del gobernador de Ohio, incluye embarazos en los supuestos de violaciones e incesto.
Hace cosa de unos días, se aprobó una ley en el estado de Texas, la cual obligará a las clínicas donde se realicen abortos a enterrar o incinerar los restos de tales abortos, en lugar de desechar los restos fetales en un contenedor, como se hace con otros restos médicos. En teoría esta ley, que se aplicará empezando el 19 de diciembre de este año, se refiere a abortos que tienen lugar en clínicas, no aquellos en lugares privados, y serán los centros médicos los que se ocupen, no las mujeres. Tampoco exigirán que las mujeres tengan que sacar un certificado de nacimiento del feto. No es una ley demasiado extrema para las mujeres, en principio. Sin embargo, cuando se considera el contexto, hay mucho motivo para preocuparse. Y el contexto es que el tener que enterrar un feto se puede considerar un primer paso para convertir el feto en una persona y por consiguiente el aborto en un crimen que llevaría a encarcelar a las mujeres que tuvieran uno. De hecho, ya está ocurriendo: en el estado de Tennessee se está intentando encarcelar a una mujer, Anna Yocca, por intentar abortar con una percha, a las 24 semanas del embarazo. Tennessee tiene una de las leyes mas restrictivas en cuanto al aborto y la situación de Yocca será más común si siguen aumentando las limitaciones al aborto legal. Y en el estado del futuro vicepresidente Michael Pence (Indiana), una mujer llamada Purvi Patel, fue acusada de “feticidio” en 2013 y se enfrentaba a 20 años de cárcel. Su pena ha sido cambiada últimamente por seis meses, y como ya ha pasado ese tiempo en prisión, ha sido puesta en libertad.
Solamente en el año 2011 se aprobaron a nivel estatal casi 1.000 iniciativas para limitar o controlar el acceso de las mujeres al aborto legal.
Solamente en el año 2011 se aprobaron a nivel estatal casi 1.000 iniciativas para limitar o controlar el acceso de las mujeres al aborto legal. Estas iniciativas se han concentrado en conseguir que muchas clínicas se cierren y en extender el periodo de espera para conseguir un aborto (en el estado de Utah, por ejemplo, es de tres días). En 2011, en el estado de Texas se aprobó una ley la cual obligaba a las mujeres a que se les practicara una ecografía del feto para “escucharlo” antes de abortar. En muchos otros estados se han pasado otras leyes o iniciativas para controlar los derechos reproductivos de las mujeres. Son medidas para avergonzar a las mujeres, coaccionarlas, hacerles chantaje emocional o simplemente dificultar el acceso a un derecho, que hoy por hoy sigue siendo legal y protegido por la constitución de EEUU.
Volviendo a esta ley que se acaba de aprobar en Texas, aunque, como comento más arriba, en teoría no es muy extrema considerando las otras leyes que he mencionado antes, en la práctica supondrá más gastos para las clínicas, y hará la operación más cara aún para las mujeres. Es muy posible que si no puedan pagar, decidan realizar un aborto por sus propias manos, poniendo su vida en peligro o arriesgando denuncias y cárcel en caso de ser descubiertas.
La misoginia y la política, al mezclarse, suponen que cualquier esfuerzo es poco con tal de poner el cuerpo de las mujeres bajo el control del sistema patriarcal. La “Guerra contra las mujeres” que la extrema derecha lleva como cruzada desde hace años se completará bajo el gobierno misógino de Trump. Él y Pence ya han declarado que están dispuestos a echar el famoso mandato “Roe Vs Wade” que legalizó el aborto en EEUU en 1973. No veo lejano el día en que las mujeres estadounidenses vean que su soberanía sobre sus cuerpos desaparezca. Se avecinan tiempos muy difíciles para todos y todas, pero con un misógino declarado en la Casa Blanca, todo será mucho peor para las mujeres.