Decía la feminista Nuria Varela que cuando se aprobó la Ley Orgánica de Medidas Integrales para la Violencia de Género, en 2004, muchas mujeres que llevaban décadas luchando por ella creyeron que lo habían conseguido. Festejaron el fin de la violencia machista o, al menos, el fin de la impunidad. Lo que desconocían es que el patriarcado y su ideología machista seguirían operando para deslegitimar la lucha contra la violencia machista y lo harían, sobre todo, atacando el pilar mismo de la misma: las políticas integrales para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres.
Las denuncias falsas son el mito por excelencia con el que los y las machistas atacan las leyes contra la violencia machista. El CGPJ ha desmentido en varias ocasiones, con cifras, esta falacia. Las susodichas denuncias falsas representan un 0,007% del total de las denuncias interpuestas. Sin embargo, ninguna de las personas que se arrogan el discurso de las denuncias falsas dicen que sólo se denuncia un 25% de todo el maltrato hacia las mujeres que hay en nuestra sociedad y que por tanto 7 de cada 10 mujeres que sufren violencia no la denuncian. Convierten una excepción en norma para deslegitimar la violencia machista.
Convierten una excepción en norma para deslegitimar la violencia machista.
El otro gran mito del machismo es la violencia contra los hombres. Nadie niega que exista. Sin embargo, omiten que el 99% de hombres agredidos o asesinados lo son por otros hombres. Este mito se sustenta en la idea de que las mujeres están protegidas legalmente y los hombres no, lo que es una absoluta falsedad, pues existen leyes de violencia doméstica en el propio Código Penal. Omiten, por supuesto, que la ley de violencia de género regula una forma específica de violencia, que se produce por parte de hombres que se sienten superiores a las mujeres, de una forma u otra.
Y al final todo esto nos conduce al negacionismo, a negar que exista violencia contra las mujeres en nuestra sociedad pero, sobre todo, a negar que esta violencia se origine y sustente en una desigualdad estructural. Y de este modo el machismo hacer pervivir sus privilegios y su dominación. Finalmente, es este negacionismo quien termina matando. Parafraseando a Miguel Lorente, “No asesinan los machistas, asesina el machismo”.
Es este negacionismo quien termina matando
Y, finalmente, el negacionismo trae impunidad. Cada 10 minutos una mujer es asesinada en el mundo y, aún hoy, no existe, ni siquiera en países con leyes integrales contra la violencia machista, una voz verdaderamente unánime de condena de la violencia contra las mujeres y las niñas.
Aquí radica una de las causas de por qué en el siglo XXI siguen siendo asesinadas mujeres por el hecho de ser mujeres pero, también, de por qué el machismo y la violencia que genera se siguen perpetuando en la gente joven.