Feminismo radical vs transfeminismo. Comunicado de Plataforma Anti Patriarcado.

Redacción Tribuna
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Estamos muy acostumbradas a que vengan a nuestra página a llamarnos de todo porque no defendemos ni la prostitución ni la pornografía, ya que entendemos que son dañinas para todas las mujeres por la violencia y la ideología de subordinación que encierran. Los adjetivos con los que nos describen van desde puritanas o mojigatas, a putófobas e incluso llegan a decir que somos la causa de la violencia que sufren las mujeres que ejercen la prostitución (aclaramos que si somos algo, es puterófobas, proxenetófobas o patriarcadófobas). A esto, y a los machirulos de turno, estamos tremendamente acostumbradas por triste que sea.

A esto se añade que, a principios del año pasado, comenzamos a escuchar la palabra TERF como insulto cada vez que decíamos que éramos feministas radicales. Como se repitió en más de una ocasión, miramos el significado de la palabra en internet. TERF significa: “Trans exclusionary radical feminist”, “Feministas radicales transexclusionistas”. Para nosotras fue una sorpresa que nos llamaran TERF sin habernos pronunciado sobre feminismo y las personas trans. Es decir, no entendíamos por qué pensaban o estaban tan segurxs de que excluíamos a las personas trans del feminismo habiendo muchas personas trans que son feministas radicales. La verdad es que nos dejó muy confusas. Supusimos que eran personas que ignoraban que, no sólo muchas personas trans son feministas radicales, sino que muchas feministas radicales NO EXCLUIMOS a las personas trans del feminismo. ¿Por qué íbamos a hacerlo? Cuantas más seamos, mejor.

La cuestión es que nos hace sospechar mucho el hecho de que existan dos términos exclusivos para mujeres feministas (el otro es SWERF “Sex Worker Exclusionary Radical Feminist”, “Feministas radicales que excluyen a las trabajadoras sexuales”). Y es que, a nuestro modo de ver, revela una cierta misoginia, pero si ya se utiliza para poner en entredicho la teoría sobre la que se basa el feminismo radical, no creemos que haya que definir lo que esto pone de manifiesto, y más, si se hace en nombre del ¿FEMINISMO?

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Traducción: “El antiguo grupo de mujeres que desapareció era realmente excluyente y lleno de TERF’s hablando de sus vaginas todo el maldito tiempo”

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Traducción: “Discriminación por sexo” alerta terf

Traducción: “Si viviéramos en un mundo donde la “socialización masculina” no fuera un argumento terf quizás podríamos utilizar ese tipo de lenguaje sin consecuencias negativas, pero como están las cosas, sugiere que las mujeres trans no son mujeres reales porque no hemos recibido cierta experiencia mística universal de la feminidad desde el nacimiento”

Después del cierre de la página, debido a un ataque organizado por parte de personas que consideraron uno de nuestros post transfóbico, queremos explicarles nuestra postura con respecto al tema que nos concierne.

En primer lugar, pedimos disculpas si algunas de las palabras que utilizamos pudieron resultar ofensivas o si la manera de comunicarnos en ese momento se percibió como agresiva y excluyente para las personas trans.

En segundo lugar, queremos manifestar nuestro absoluto rechazo ante la manera en la que se han manipulado las intenciones del post en cuestión, creando sesgo de opinión y favoreciendo que se interpretara como transfóbico. Para ello hicieron capturas sólo de partes del post, DESCONTEXTUALIZÁNDOLO para poder tergiversarlo sin contemplaciones.
En ningún momento hemos negado el derecho de las mujeres trans a definirse como mujeres. Sí quisimos poner de manifiesto ─e insistimos, tal vez no usamos las palabras y las formas de expresión más adecuadas─ que la parte central de nuestra lucha feminista es visibilizar y combatir todas las formas de violencia que están en estrecha relación con la manera en la que el patriarcado utiliza y se apropia de la condición biológica de las nacidas como hembras de la especie humana.


Hay una violencia específica asociada a la biología femenina que no se puede ni silenciar ni tratar de invisibilizar. Cuando hablamos de violencia específica por ser mujeres-hembras de la especie humana, nos referimos a temas como: ablaciones de clítoris, criminalización del aborto, aborto selectivo de fetos femeninos, rituales de desfloramientos, matrimonios infantiles, inanición por haber nacido niñas, vientres de alquiler, etc. Poner de manifiesto esta realidad y el hecho de que millones de niñas y mujeres están siendo violentadas y asesinadas por haber nacido hembras de la especie humana NO ES TRANSFOBIA.


 

Tampoco es transfobia diferenciar estas opresiones (que están tan presentes en nuestra lucha), de la exclusión y la violencia que sufren las mujeres trans. Si se ha percibido como transfobia es porque ha habido de fondo, por parte de personas clave, una intención expresa y maliciosa en tergiversar el fin de ese post y centrar la atención en algunas expresiones y palabras para crear una opinión sesgada.

Somos conscientes de que en esta manipulación han intervenido, no sólo algunas personas concretas pertenecientes a algunos colectivos trans, sino también personas pertenecientes a otros lobbies, a las que les beneficia el cierre de nuestra página: no es fácil tumbar y/o desacreditar una página diciendo que es ABOLICIONISTA, sí lo es diciendo que es transfóbica.

En tercer lugar, queremos recordar, sobre todo a las personas que siguen de cerca nuestra página, que desde siempre hemos apoyado al colectivo de personas trans (https://plataformaantipatriarcado.wordpress.com/2017/02/06/pruebas-del-apoyo-de-la-plataforma-al-colectivo-trans/), desde siempre hemos defendido sus derechos y dignidad, y desde siempre hemos condenado la violencia ejercida contra este colectivo. Eso no quita que seamos críticas con algunas de las premisas que promueve el transfeminismo y que toman como base la teoría queer, pues entendemos que es parte de la lucha feminista CUESTIONAR estas premisas, recordar nuestras bases y crear soluciones satisfactorias para todas.

Consideramos no necesario, sino CRUCIAL, seguir sacando a la luz todas las triquiñuelas que durante miles de años, y aún hoy en día, el patriarcado utiliza para ejercer violencia, anularnos, cosificarnos y perpetuar la vergüenza hacia nuestros cuerpos.

Así que estamos TOTALMENTE en contra de ocultar mediante el lenguaje nuestros procesos y atributos biológicos (y las mujeres trans que entienden la lucha feminista desde su base están plenamente de acuerdo con esto).

Para nosotras la invisibilización de nuestros cuerpos es PURA MISOGINIA, sea cual sea la justificación que se use al respecto. Al igual que hay mujeres machistas y/o misóginas, puede haber mujeres trans machistas y/o misóginas.

Las mujeres hemos sido invisibilizadas durante miles de años a través de la cultura, la educación y el lenguaje. Aún hoy en día seguimos invisibilizadas en muchas partes del planeta, así que no, no somos “personas embarazadas”, “personas menstruantes”, así como tampoco tenemos un “front hole” o “agujero frontal” (se utiliza esta expresión para referirse a la vagina). Por lo tanto, seguiremos hablando de mujeres embarazadas, mujeres menstruantes y de ovarios, úteros, vulvas y vaginas. Estas palabras hacen referencia únicamente a la biología de la hembra humana que durante miles de años y, todavía hoy, es para el patriarcado motivo de vergüenza y violencia. El lenguaje crea realidades y normas, y establece excepciones. Visibilizar y normalizar nuestros cuerpos a través del lenguaje no es faltar el respeto a nadie. No hacerlo, sin embargo, es caminar hacia atrás y volver a escondernos (iniciativa que le convendría a la estructura patriarcal y a todos esos individuos machistas que sí consideran esta visibilización una falta de respeto hacia sus privilegios). Repetimos, las mujeres trans que conocen, entienden y han interiorizado las bases del movimiento feminista están completamente de acuerdo con esto. Y es que, mientras sigamos viviendo en un patriarcado, es de vital importancia que nos visibilicemos, para poder señalar nuestras opresiones. Las primeras interesadas en no tener que hablar de nuestra biología de hembras para hablar de NUESTRAS VIOLENCIAS somos nosotras, pero esa meta igualitaria de la que estamos tan lejos se consigue llevando a cabo unos procesos y una lucha, no saltándonos pasos y escondiéndonos de nuevo bajo justificaciones que no se mantienen de manera objetiva y que nada tienen que ver con el feminismo. Por lo tanto, no nos vamos a ocultarnos, le pese a quien le pese. Hay límites que creemos no deben ser rebasados, y menos en nombre del feminismo.

Aquí les dejamos con varios ejemplos, a nuestro modo de ver extremadamente misóginos y carentes de sentido, sobre los derroteros que ha tomado una parte de la lucha ¿feminista?. Opinamos que se puede incluir SIN INVISIBILIZAR.

Autodenominarnos “non male”, “no hombres” para ser inclusivas: captura-de-pantalla-2017-02-12-a-las-22-57-53

Traducción: “Partido Verde Mujeres, en su conjunto, está satisfecho con términos como “no macho” para describir a las mujeres, incluidas las mujeres transgénero, y las personas no binarias bajo un término colectivo. Esto es para evitar una mayor marginación de ciertos grupos de mujeres, en particular aquellas que han sido excluidas de los movimientos de mujeres durante demasiado tiempo”.

No nos imaginamos a Simone de Beauvoir diciendo: “No se nace un no macho, se llega a serlo”.

Hablar de personas embarazadas en vez de mujeres embarazadas y algunos hombres embarazados: http://www.dailymail.co.uk/news/article-4167632/Don-t-call-pregnant-patients-mothers.html

En el artículo enlazado, se explica cómo en Reino Unido la “British Medical Association” (Asociación Médica Británica) ha publicado una guía para utilizar lenguaje inclusivo en el contexto laboral. Entre diferentes expresiones se sugiere usar “persona embarazada” en vez de “madre embarazada” o “asignado macho o hembra al nacer” en vez de “macho o hembra biológicx”.

Hablar de personas menstruantes en vez de mujeres menstruantes:

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En la marcha de las mujeres de Washington, una parte de la comunidad transgénero se mostró ofendida al sentirse excluida por los “gorros conejo (gorros vulva)”** utilizados como signos de “poder de la vulva” que llevaron muchas mujeres a la manifestación. La lectura, que esta parte de la comunidad hizo, es que “una vagina es esencial para la feminidad”.

La lectura que hacemos nosotras es otra. Fue el mismo Donald Trump quien dijo cosas como que no tiene problemas en agarrarle la vulva a una mujer, porque todo está permitido a los famosos. Por lo tanto, ese “poder de la vulva” era una CLARA y EVIDENTE contestación a las declaraciones de Trump. Además, como ya hemos explicado anteriormente, muchas de nuestras opresiones parten de nuestra biología. Volvemos a repetir que reclamar y visibilizar la biología de las hembras humanas no es transfobia, es señalar de dónde vienen muchas de nuestras opresiones.

http://www.washingtontimes.com/news/2017/jan/24/transgender-community-felt-isolated-womens-march/

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Traducción: “los gorros conejo (gorros vulva)” y la mayoría de las imágenes de ese tipo (conejo/vulva poder, útero = feminidad, etc.) son realmente transfóbicas y necesitan morir”.


No estamos de acuerdo con que se tomen decisiones que afectan a las mujeres sin contar con la mayoría de las mismas. Por ejemplo, sobre la cuestión de mantener o no la segregación actual de sexos en vestuarios y duchas: no nos parece lógico ni sensato que, en lugar de contemplar un cambio que se adapte a las personas que forman un nuevo conjunto, por sus particularidades, se les imponga a la mayoría de las mujeres la aceptación en sus espacios de este nuevo conjunto.


En el debate de los vestuarios y duchas no nos referimos, y JAMÁS LO HAREMOS, a las mujeres trans que se leen como mujeres-hembras humanas por haber transitado a través de la hormonación y los cambios quirúrgicos, sino que nos referimos al conjunto distinto que se crea en base a la reivindicación de identidades femeninas que conservan varios caracteres y atributos biológicos masculinos.
¿Por qué? Pues en primer lugar porque partimos de la base de que la segregación de sexos para vestuarios y duchas no existe ni por azar ni por capricho de las mujeres, existe porque durante miles de años y ahora mismo, los espacios públicos son por defecto masculinos y, mientras luchamos para librar estos espacios de violencia machista y convertirlos también en nuestros espacios, necesitamos que los lugares en los que dejamos nuestros cuerpos más desprotegidos estén separados por sexos y nos aporten sensación de seguridad.

Y es cierto (aquí no cabe hablar de prejuicios) que millones de mujeres víctimas de violencia machista, acoso y agresiones sexuales, se sienten intimidadas ante caracteres biológicos masculinos. Luchamos para que algún día todos los espacios sean mixtos, esa es nuestra meta: que los hombres entiendan que los espacios públicos son también nuestros y no necesitemos escondernos ni segregarnos para no ser violentadas ni sentir intimidación. Luchamos para que algún día los caracteres biológicos masculinos estén libres de toda connotación de violencia, para que esa violencia de los hombres contra las mujeres deje de existir. Pero en estos mismos momentos la realidad no es esa, y no tener en cuenta la realidad actual que luchamos por cambiar da lugar a situaciones indeseables.

Está claro que la solución no está en obligar a las mujeres trans que conservan caracteres y atributos biológicos masculinos visibles a que utilicen los baños masculinos Y JAMÁS SUGERIRÍAMOS ALGO SEMEJANTE. Hemos comentado la posibilidad de sumar fuerzas, ambos colectivos: trans y feminista, para que tanto duchas como vestuarios estén equipados con cabinas individuales, preservando así la sensación de seguridad de las mujeres que se sienten violentadas por los caracteres y atributos masculinos. Creemos que juntas podemos abrir un debate enriquecedor y encontrar soluciones satisfactorias para todas y por eso sacamos el tema en su momento. Nunca tuvimos intención de discriminar ni herir a ninguna mujer y sentimos que se haya malinterpretado nuestro post. Hay, desgraciadamente, muchas mujeres que por historia de abusos, violaciones y también por miedo racional, se sienten inseguras y violentadas en una situación semejante a la que hemos descrito.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2016) una de cada cinco mujeres ha sufrido abusos sexuales en la infancia, aunque la cifra podría ser aún mayor (Ministerio de Asuntos Sociales, 1994).
Las secuelas psicológicas que el abuso sexual genera en la víctima, pueden perdurar en muchos casos en la vida adulta. Estas secuelas se pueden manifestar de diferente manera, mediante sintomatología ansiosa y/o depresiva, además de las problemáticas de tipo emocional y de personalidad que puede generar el haber vivido una situación tan traumática.
En muchos estudios, se ha asociado el abuso sexual al Trastorno por Estrés Postraumático (DSM-IV, American Psychiatric Association, 2000) en que la mujer reexperimenta mediante diversos mecanismos el trauma vivido.
Una de las características principales del Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) es el gran malestar psicológico intenso que provoca la exposición a estímulos externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático, en este caso el abuso sexual. A su vez, esto puede provocar respuestas fisiológicas incontrolables en la persona que revive estos hechos.

Parece evidente que, en el caso de mujeres que han sido víctimas de abusos sexuales, la exposición en duchas o vestuarios a caracteres biológicos masculinos, sin una autorización y/o deseo previo, puede resultar extremadamente traumática para ellas.
Las duchas y vestuarios deberían ser espacios seguros para todas las mujeres, aún más porque un porcentaje alto de ellas ha sido, lamentablemente, víctima de abusos sexuales por parte de hombres. Entendemos que, especialmente por ellas, y también por cualquier otra que así lo manifieste, todas las duchas y vestuarios deberían tener cabinas individuales.


No es nuestro objetivo discriminar a nadie sino atender a las necesidades de aquellas mujeres que siempre se han visto relegadas a un segundo término y, sobre todo, proteger a aquellas más vulnerables de una revictimización impuesta. Creemos que, no tener en cuenta a las víctimas de delitos sexuales en un asunto como éste, es un claro síntoma de lo olvidadas que están y de lo poco que hacemos como sociedad para protegerlas.


No sabemos cuál es la mejor solución en el tema que nos concierne, lo que tenemos claro es que debemos debatir este aspecto sin imposiciones absolutistas que en nada son feministas. El feminismo debe mirar, sí o sí, por el bien y por los derechos de todo el colectivo de mujeres.
Que seamos feministas y nos preocupen las necesidades de TODAS las mujeres, no nos convierte en transfóbicas, por mucho que nos pongan este cartelito.

Se debe añadir a toda esta cuestión la existencia de mujeres trans que son leídas como hombres. Son mujeres trans que sienten profundamente su identidad como mujer y que, sin embargo, no sienten necesidad de performar como mujer estereotípica. Estas mujeres trans merecen exactamente el mismo respeto que cualquier otra mujer ya sea trans o no.
Pero en este punto nos encontramos con un conflicto del que no se está queriendo hablar cuando tratamos el tema de los espacios segregados por sexos: estas mujeres trans son absoluta y objetivamente indistinguibles de un hombre cualquiera. Hablamos de mujeres como Danielle Muscato que es una reconocida activista por los derechos de las personas transexuales. Una mujer trans que no necesita ningún cambio físico o de vestuario para sentirse mujer.

captura-de-pantalla-2017-02-12-a-las-23-05-17Danielle Muscato: activista ateísta, conferenciante y mujer trans

Ahora bien, o se permite el acceso de cualquier persona a espacios segregados por sexo sea cual sea su aspecto (ya que la identidad sexual es sentida y no necesariamente performativa como hemos visto) o no se hace y se discrimina por el mismo.

Cuando mujeres y niñas, trans y no trans, reconocidas como mujeres, se encuentren con una mujer trans con aspecto absolutamente masculino como el que pueda tener Danielle Muscato y otras, en un espacio de potencial vulnerabilidad, tienen dos opciones: o bien denuncian tal presencia por temor a que se trate de un hombre aprovechándose de la situación, o bien se callan al contemplar la posibilidad de que se trate de una mujer trans y, por tanto, respeten la identidad sentida de esa persona.
En el primer caso, se arriesgan a estar discriminando a una mujer trans que tiene todo el derecho a tener el cuerpo y la imagen que desee, como cualquier persona.
En el segundo, se arriesgan a dejar que cualquier hombre se aproveche de esta situación de indefinición legal para actuar a sus anchas en un espacio de vulnerabilidad para todas las mujeres.
Es en este punto en el que las mujeres (trans y no trans) no vamos a tener ningún poder de acción. Ya se han dado casos en algunos estados de Estados Unidos donde se han empezado a aplicar estas leyes. http://www.inlander.com/Bloglander/archives/2016/02/17/man-uses-womens-locker-room-in-seattle-and-the-states-transgender-bathroom-debate-continues).

Sobre la noticia enlazada acerca de lo ocurrido en Seattle, se podría argüir que el hombre que entró en los vestuarios era eso, un hombre y no una mujer trans y que algo así ya pasaba antes y seguirá pasando. Pero hay una diferencia: ninguna mujer se sentirá ya respaldada por la ley para denunciar la presencia de un hombre en sus vestuarios y/o duchas ya que podrían ser denunciadas ellas mismas por delitos de odio, debido a que la persona denunciada podría tratarse de mujer trans con derecho a usar ese espacio seguro. Es exactamente lo que ocurrió en Seattle: el hombre entró una segunda vez en los vestuarios mientras unas niñas se cambiaban de ropa para asistir a clases de natación. Ni el hombre fue arrestado ni se llamó a la policía.
¿Qué alternativa tenemos? Ninguna. Si se trata de un hombre tendremos que aguantar su presencia allí, ya que cuando la subjetividad y la indefinición entran en el terreno legal, se da vía libre a la desprotección.

Feminismo radical vs transfeminismo

Transfeminismo

Para el transfeminismo el género es una cualidad personal e individual que posee cada persona. La identidad de género sería aquella percepción subjetiva de la posición que cada cual tendría dentro de un espectro que se mueve entre lo femenino y masculino. Es importante resaltar que estas categorías: “femenino” y “masculino”, son neutras.

El género se performaría externamente a través de la elección de una serie de características como el lenguaje corporal, la estética, elegir si llevar o no maquillaje, la ropa o cómo peinarse. Estas características estereotípicas externas serían las que hacen que la sociedad te reconozca como mujer u hombre.

Cada persona tiene una identidad de género innata (masculina, femenina, independiente de su sexo biológico). Cada persona nace con un sexo biológico (masculino, femenino, intersexual). Algunas personas transfeministas sostienen que el sexo no es biológico sino una construcción social.

El sexo y el género, en el transfeminismo, no están necesariamente conectados.

¿De dónde viene la opresión según el transfeminismo? La opresión viene de un sistema binario rígido que obliga a la persona a identificarse como un hombre o una mujer y castiga a toda persona que no se ajuste a lo preestablecido (esta opresión no sólo la padecen mujeres sino también hombres, especialmente aquellos que no se identifican completamente con el modelo prescrito para su género).

¿Cómo luchar contra esta opresión? Pues rechazando el sistema binario e identificándose como proscritos de género y demandando el reconocimiento de una amplia gama de identidades de género. Según esta perspectiva, el número ideal de identidades de género podría ser infinito.

Feminismo radical (radical de ir a la raíz de la opresión de la mujer)

El feminismo radical distingue claramente entre sexo y género. Mientras que el sexo se refiere exclusivamente a nuestra categoría biológica como machos y hembras de la especie humana, sin ninguna otra connotación a nivel psicológico o de identidad; el género es una construcción social que consiste en una serie de normas, roles y aspectos identitarios que se atribuyen a uno y otro sexo y que conducen a la subordinación de la mujer con respecto al hombre.

Así, mientras que el transfeminismo da un valor neutro a los géneros, el feminismo radical analiza los géneros como una jerarquía.

Por lo tanto, el género es un sistema jerárquico que subordina a la mujer como clase frente a los varones, un sistema de poder que utiliza la violencia, la cultura y la coerción psicológica para explotar el trabajo femenino, el sexo, la reproducción y el apoyo emocional, entre otros, en beneficio de los hombres.

El género sería la opresión de clase de las nacidas hembras humanas.

El género, por lo tanto, NO ES NATURAL NI VOLUNTARIO ya que ninguna persona desea libremente estar subordinada a otra. El sexo biológico es una característica física de cada persona, y aquellas nacidas hembras son socializadas, a través de la cultura, en la feminidad. Educar a las mujeres en la feminidad, es decir, en la sumisión femenina, es ya de por sí un abuso. Es violento y discriminatorio.

¿Por qué es opresivo? Es opresivo porque se basa en la subordinación de una clase, la de las mujeres, por parte de los hombres.

¿Cómo combatir la opresión? Las mujeres cuestionan el orden social patriarcal y se organizan para acabar con el poder masculino y sus privilegios, y al mismo tiempo, con el sistema jerárquico de género. Para las feministas radicales el número ideal de géneros ¿sería? NINGUNO. Sin la existencia del patriarcado, no habría necesidad de género.

Breve análisis transfeminismo vs feminismo radical:

Si el género no es más que una cualidad personal individual, entonces la opresión de género ocurre cuando una persona está restringida por las normas sociales de expresar plenamente sus verdaderos atributos de género.

Una de las consecuencias que se deriva de considerar el género como una cualidad personal individual, y no como un sistema de opresión colectivo, es que no se analizan las opresiones que sufren las mujeres como clase. Algunos ejemplos de opresiones: prostitución (privilegio masculino), pornografía (la mayor parte es violencia contra la mujer filmada), vientres de alquiler (utilizar a las mujeres como vasijas humanas), etc. Nos aventuramos a afirmar que ésta es la razón por la que tantas/os transfeministas son firmes defensorxs de la prostitución, de la pornografía y de los vientres de alquiler.

Para el transfeminismo el género no es sólo una cualidad a abolir sino una cualidad a celebrar y reivindicar ya que no entienden el género como un sistema de opresión donde las mujeres son las subordinadas. Una y otra visión de género chocan frontalmente ya que para las feministas radicales la opresión de la mujer es sexual y el vehículo para oprimirla es el género que el patriarcado le impone. Por lo tanto, las feministas radicales no desean reivindicar el género sino ABOLIRLO ya que es el medio que se utiliza para OPRIMIRNOS.

Se acusa muchas veces al feminismo radical de ser esencialista. Nosotras pensamos que esencialismo es defender la idea de que el género es biológico, no construido socialmente.
Las feministas hemos luchado contra este esencialismo/determinismo desde un primer momento. El esencialismo biológico ha sido el arma usada para justificar absolutamente todo, desde la exclusión de las mujeres de la educación hasta la violencia sexual de los hombres.

La mejor herramienta para dominar a otras personas es convencerlas de que su opresión es producto de la naturaleza u obra y gracia de Dios, de esta forma no podrán deshacerse de ella y la aceptarán como parte de su destino. La naturalización de la sumisión/subordinación de la mujer es la forma mediante la cual el patriarcado ha ejercido su dominio. Por lo tanto, el esencialismo biológico es muy eficaz a la hora de anular la capacidad de resistencia.

El género es a las hembras de la especie humana lo que la raza es a las personas negras.

Por esta razón, rechazamos firmemente la idea de que el género es biológico o innato. Aceptar que el género es biológico o innato sería asumir que no podemos escapar de nuestro destino, sería asumir que somos sumisas por naturaleza.

Rechazamos la idea de un cerebro femenino tan contundentemente como rechazamos la idea de un cerebro de negra/o.

La feminidad no es natural o innata en las mujeres.

El NEUROSEXISMO en nuestra cultura llega hasta el punto de asignar diferencias cognitivas entre los sexos, y reclamar la existencia de diferentes cerebros. Para el feminismo radical no es sino una nueva JUSTIFICACIÓN BIOLOGICISTA de una socialización intencional pensada para definir claramente el ámbito de acción diferenciado entre hombres y mujeres: los hombres en el ámbito público, las mujeres en el doméstico. Estas supuestas diferencias cognitivas que hacen que a las mujeres se nos den mejor los cuidados, las letras, las emociones y a los hombres las ciencias puras y abstractas, las ingenierías, el poder y la agresividad, diferencias cognitivas que aseguran que la sociedad siga adjudicando tareas no remuneradas (o muy poco remuneradas) a la mujer, encerrándola en el hogar y acostumbrándola a un papel secundario y de abnegación en la sociedad. Mientras, por el otro lado, las supuestas diferencias cognitivas proporcionan a los hombres una justificación para discriminar salarialmente a las mujeres, acceder a puestos de poder, desatenderse absolutamente de la corresponsabilidad en el hogar, justificar instituciones sociales como la prostitución o defender la pornografía basándose en una supuesta sexualidad incontrolable y desbordante de los hombres.
Gracias a que numerosas científicas feministas (Daphna Joel, Cordelia Fine, Anne Fausto Sterling, Rebecca Jordan Young) han empezado a cuestionar estos dogmas, hoy día hemos descubierto que la mayor parte de los estudios que proclaman unas tremendas diferencias cognitivas entre hombres y mujeres no sólo son tendenciosos, están sesgados y son poco rigurosos, sino que la mayoría no tienen en cuenta la socialización como fuente de las diferencias que sí se puedan encontrar. Es decir, son estudios donde la perspectiva de género brilla por su ausencia.

Últimamente nos asombra comprobar que es un insulto o un tabú RECONOCER que las hembras de la especie humanas son socializadas en la feminidad desde su nacimiento, es decir, como una clase social subordinada para quien la explotación por parte de los hombres tiene vía libre, está naturalizada y arraigada en las normas sociales, culturales e incluso en las leyes.
Los varones se socializan desde el nacimiento como la clase sexual privilegiada que se alimenta de la subordinación no sólo de las mujeres, sino de todas aquellas personas que se desvíen de los mandatos heteropatriarcales.

Ahora bien, nos resulta muy ofensivo escuchar que las mujeres trans han sufrido las mismas opresiones que cualquier hembra humana socializada como mujer, ya que no es cierto. Y esto no quiere decir que no hayan sufrido otro tipo de opresiones, ni que cuando son reconocidas como mujeres no sufran transmisoginia.

Es un hecho innegable que las personas que no se ajustan a los estereotipos de género sufren riesgos. Son percibidos como una amenaza ya que son la viva prueba de que el género no es natural. Es obvio que todos los sistemas de poder necesitan naturalizar sus jerarquías, como ya comentamos anteriormente, es mucho más difícil luchar contra un orden social que ha sido creado por la naturaleza o por Dios, que contra un orden social injusto fruto de una cultura heteropatriarcal.

La sexualidad masculina se ha construido en torno al poder, y a veces, alrededor del sadismo. Sólo hay que pensar en la violación, donde casi el 99% de las personas que violan son hombres. Fue Catherine MacKinnon la que señaló lo siguiente: “Los hombres follan mujeres; sujeto verbo objeto”. En otras palabras, muchos hombres necesitan saber quién forma parte de la categoría objeto follable/objeto sexual. Necesitan que esta categoría esté bien definida ya que de esta manera saben que nunca formarán parte de ella. Muy probablemente, ésta sea una de las razones, por la que aquellas personas que no se ajustan a las demandas de género son castigadas de manera brutal por parte de los hombres. Les aterra la posibilidad de ser tratados de la misma manera que son tratadas las mujeres. Y es que la masculinidad patriarcal se define no por lo que es, sino por lo que NO es. Es decir, un hombre NO ES una mujer, o dicho de otra manera, “ser hombre es, ante todo, NO SER una mujer”.

Una de las vías más importantes para desmantelar el patriarcado es que nadie pertenezca a la categoría de objeto follable.

Explicado todo lo anterior, rechazamos el prefijo “cis”. Se denomina “cis” a una persona cuya identidad propia coincide con el género que le corresponde a su sexo biológico. El atributo “cis” es tremendamente opresivo hacia la mayor parte de las mujeres. Como feministas si admitimos que somos cis mujeres o mujeres cis estaríamos inevitablemente asumiendo que somos masoquistas ya que nos identificaríamos y aceptaríamos de buen grado el lugar de ciudadanas de segunda al cual el patriarcado nos ha relegado (no lo hemos elegido). Las mujeres estamos socializadas en el rol de la feminidad que oculta la subordinación de una manera tan profunda en nuestras identidades que ni si quiera la vemos o somos capaces de ponerle nombre. Tenemos tan naturalizado este rol que la mayor parte mujeres creen que la respuesta está en nuestra naturaleza de “mujer”. Las feministas sabemos que esto no es cierto.
Entendemos que el concepto “cis” existe basado en creer que hay algo INNATO en el género, cuestión que rechazamos por completo. Por ello no podemos autodenominarnos basándonos en un concepto que tiene su origen en una manera innata de entender el género. Las feministas radicales somos abolicionistas del género, ya que para nosotras el género es construido socialmente con el fin de someternos, y por lo tanto, susceptible de ser abolido.

Por otro lado, no creemos que añadir categorías extras entre los dos polos mujer-hombre conduzca a deshacer el sistema patriarcal ya que nos seguimos basando en el binarismo, en los mismos estereotipos patriarcales para crear esas subcategorías.

Puesto que el transfeminismo reivindica el género y el feminismo radical es abolicionista del género es esperable que sigan produciendo colisiones y conflictos.

Para ir finalizando nos parece oportuno recordar que el feminismo no es una cualidad inherente al hecho de ser mujer. Existen en todos los colectivos, privilegiados y oprimidos, mujeres machistas. Es intuitivo creer que el hecho de sufrir una opresión y rebelarte contra ella te hace sensible a todas las opresiones, pero es una falsa percepción. Se puede ser mujer sufriendo por ejemplo la opresión del racismo o la pobreza y, sin embargo, no ser consciente de la opresión que sufres por ser mujer. El hecho de que la lucha por los derechos de las mujeres transexuales y la lucha feminista tengan en común a la mujer como sujeto de la teoría y movimiento feminista, puede dar lugar a que se confundan las luchas, por eso es importante recordar que la lucha del colectivo de personas trans tiene a la mujer como sujeto de reivindicación de su identidad y la lucha feminista tiene a la mujer como el sujeto de opresión al que liberar. Unas quieren ser reconocidas como mujeres, otras se saben oprimidas por ser reconocidas como mujeres. Aquella que sea reconocida como mujer, si quiere participar de la lucha feminista, deberá reconocer las opresiones sufridas por el colectivo en general, aunque a ella en particular no le afecten. Las manifestaciones a favor del aborto están llenas de mujeres menopáusicas o estériles que se sienten identificadas con la lucha aunque individualmente no les afecte, el feminismo no se adapta a las particularidades de cada mujer: lucha por todas, por el bien común del global de las mismas. Es por ello que no se pueden permitir, ni se pueden considerar feministas acciones como ésta:
https://purplesagefem.wordpress.com/2017/02/04/queer-fascists-attempt-to-ban-feminist-books-from-a-womens-library/ o http://www.feministcurrent.com/2017/02/07/vancouver-womens-library-opens-amid-anti-feminist-backlash/
En las noticias enlazadas se explica que, a principios de febrero, una nueva biblioteca de mujeres, abierta en Vancouver y dirigida por voluntarias, fue víctima de un ataque por un grupo de activistas ¿feministas? queer y “pro-prostitución”. Echaron vino sobre los libros, activaron la alarma anti-incendios, fumaron dentro del espacio y empezaron a arrancar posters de las paredes. Las mujeres allí presentes acabaron llamando a la policía debido a la intimidación de la que fueron objeto y por miedo a la destrucción de la propiedad. Para quien desee más información, se grabó parte del suceso y el vídeo resultante se puede encontrar en internet. La biblioteca ha amanecido recientemente con pintadas en el exterior del edificio.

Antes de concluir, queremos también poner de relieve que la línea de lucha de Plataforma Anti Patriarcado ha sido siempre clara, somos abolicionistas de la prostitución, muy críticas con la pornografía mainstream que fomenta claramente la violencia contra la mujer y contra las niñas, críticas con la hipersexualización de las niñas y la pedofilia, estamos radicalmente en contra de los vientres de alquiler, etc., y como hemos dicho ya, somos abolicionistas del género.

En definitiva, tenemos pensamientos, enfoques y prioridades distintas a las del transfeminismo. Podemos debatir, compartir y hallar soluciones conjuntas, que sería lo más productivo para todas, pero lo que no podemos ni haremos, será callar nuestros pensamientos, enfoques y prioridades. Tenemos derecho a expresarnos y a defender nuestra lucha feminista. Como mujeres feministas no vamos a tolerar a ninguna persona, hombre o mujer, de ningún colectivo, que intente callarnos o censurarnos. Tenemos derechos y tenemos voz, y seguiremos utilizándola. El hecho de que se nos acose, amenace o violente por tener diferencias pone de manifiesto una violencia que no es compatible ni jamás será compatible con el feminismo. Seguimos pensando y seguiremos defendiendo que la lucha feminista y la lucha del colectivo de personas trans son luchas paralelas pero NO SON la misma lucha. Y volvemos a repetir que Plataforma Anti Patriarcado no excluye a las mujeres trans de la lucha feminista, como dijimos antes, cuantas más seamos, mejor.

Y lo verdaderamente vergonzoso de todo este asunto, no es ya que hayan manipulado y tergiversado el post que escribimos sino es que hayan impuesto la CENSURA ante la discrepancia. Nos revelamos ante miles de años de censura, humillación y persecución. Así que no nos callarán, ni en nombre del patriarcado, por supuesto, ni en nombre de ninguna otra institución o fenómeno social.


*Nota sobre la traducción: hemos utilizado el término “conejo” en español como equivalente al término “pussy”, que en inglés significa tanto “gato/minino” como “vulva”, para dar cuenta del juego de palabras y de dobles sentidos que utilizaron las mujeres en la marcha, ya que “conejo” cuenta también en español con esos dobles significados.

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Comentarios

  1. Me ha encantado el artículo.

    Pero yo me planteo una cosa: si la lucha trans no es la lucha de las feministas (y estoy de acuerdo con esa afirmación) ¿qué problema hay en decir que cada uno debería tener su propia lucha?
    Si entramos en confrontación continua, ¿qué tendría de malo en que no estuvieran dentro del movimiento feminista? ¿Por qué ese complejo? Yo creo que nos iría mejor a todos. Y quizá nos apoyaríamos más los unos a los otros.

  2. Desde mi poco conocimiento, considero que es normal que se den estas «luchas». El movimiento feminista es político y los movimientos políticos siempre se ven en conflicto por los distintos matices, perspectivas y cuestionamientos que identifican sus integrantes (ya sean nuevos o fundacionales) y que generan «spin offs» del movimiento inicial. No estamos ante una única lucha feminista, entiendo que siempre hay que hablar de feminismos.

    Para muestra un botón:

    Comunismo
    1. Marxismo o Socialismo Científico
    2. Comunismo primitivo
    3. Comunismo Libertario o Anarcocomunismo
    4. Marxismo-Leninismo
    5. Leninismo
    6. Estalinismo
    7. Consejismo
    8. Trotskismo
    9. Maoísmo
    10. Autonomismo
    11. Eurocomunismo
    12. Marxismo analítico
    13. Comunalismo o Comunismo religioso
    14. Comunismo de izquierda……

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