No somos ovejas: somos ‘gestantes’ y ‘portadoras’ de bebés

Raquel Rosario Sánchez
Raquel Rosario Sánchez
Escritora dominicana. Especialista en Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad. Arde por el desmantelamiento del patriarcado en su totalidad, pero muy especialmente, arde con ansias por ver el fin de la violencia contra niñas y mujeres. Todas las violencias.
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“No somos ovejas”. Así se titula el artículo de opinión que apareció en El País. Nos da la impresión de que este es el manifiesto de las ovejas que han decidido sublevarse. Pero no, el artículo sobre la maternidad subrogada que salió el 8 de febrero del 2017 fue escrito por Noelia Oses Fernández, que se identifica a sí misma como una “futura madre por gestación subrogada” y miembro de una organización a favor que la maternidad subrogada que ha decidido llamarse (suponemos que mitad posesivamente y mitad irónicamente) “Son Nuestros Hijos”.

El artículo de opinión va acompañado de una imagen interesante. Dos hombres sostienen dos niñas: una con un juguete azul y otra con uno rosa. Los hombres sostienen a las niñas de manera protectora, como cuidándolas de la mirada intrusiva de la cámara. Uno de los hombres mira de manera desafiante al lector y lectora. Intuimos que se trata de una pareja gay. Así como intuimos que el mensaje de la fotografía, en el contexto del texto, es hacernos sentir culpables si llegáramos a tener cualquier inquietud sobre la maternidad subrogada, porque esto significaría que estos dos papás no podrían ser padres. No son imaginaciones mías: es análisis. Las fotografías en los textos de opinión no son casuales.

Por más interesante que sea la fotografía que acompaña el texto, lo más interesante es el artículo en sí.

Desmenucémoslo.

Dice Oses Fernández: “No defiendo la gestación subrogada porque piense que tengo derecho a ser madre. ¡No! Tampoco porque quiera tener un hijo genéticamente mío, que no va a ser así. La defiendo porque defiendo el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo… En ningún caso se debe permitir el acceso a este tipo de gestación por motivos estéticos, de conveniencia o de comodidad”.

Siempre resulta curioso encontrar estos himnos feministas de que “yo solo quiero que las mujeres decidan por sí mismas” viniendo de personas que tienen un interés explícito en que las mujeres decidan de una manera que les favorezca. Me recuerda aquellos eslóganes inspiradores de “¡Yo defiendo a capa y espada el derecho de las trabajadoras sexuales a vender su cuerpo!” viniendo, curiosamente, de la boca de hombres prostituidores. La manera en que termina el párrafo también es interesante porque me lleva a preguntarme, ¿qué es la maternidad subrogada si no es una gestación que se produce “por motivos estéticos, de conveniencia o de comodidad”? Si no es querer tener un bebé o una bebé “genéticamente tuyo” (es decir, por tu conveniencia y tu comodidad), ¿entonces qué es?

Empecemos con lo fundamental: ¿Puede una mujer decidir gestarle un embarazo a alguien más? Bueno, en el sentido más técnico de la palabra, y dado a que existen más de 3 billones de mujeres y niñas en este planeta, es extremadamente probable que se puedan encontrar no una mujer, sino varias mujeres, que estén de acuerdo con cualquier postulado que la imaginación pueda conjurar. Pero es que de encontrar a una o veinte mujeres que “decidan libremente” sin ningún tipo de coerción económica hacer tal o cual cosa, a elaborar una política de Estado que habla sobre el estatus de la mujer como clase social, el salto es muy grande.

Al patriarcado le encanta el individualismo en lo que se refiere a temas de mujeres

Esta idea en realidad no sorprende si lo ponemos en el contexto de que al patriarcado le encanta el individualismo en lo que se refiere a temas de mujeres: las normas de los hombres se crean en base a lo que beneficie al mayor número de hombres mientras que las normas de las mujeres funcionan en base a lo que pueda, potencialmente y dadas las mejores condiciones, beneficiar a una minoría sin importar cuan reducida sea. Quienes apoyan la maternidad subrogada apoyan este planteamiento.

Aparte de eso, este párrafo es extremadamente interesante. Fíjense como empieza desde la perspectiva personal, utilizando oraciones que fijan la posición de la escritora como alguien que desea alquilar el vientre de otra mujer: “No defiendo la gestación subrogada porque piense que tengo derecho a ser madre. ¡No!”. Es lo que se conoce en teoría feminista como un análisis individual. Pero también observen cómo en el momento en que la escritora debería explicar por qué es que ella quiere alquilarle el vientre a otra mujer, el análisis pasa de individual a sistémico y despersonalizado: “Tampoco porque quiera tener un hijo genéticamente mío, que no va a ser así. La defiendo porque defiendo el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo…”. Al final, nunca llegamos a saber sus razones porque al momento de expresarlas (ya que este texto persuasivo busca personalizar el debate), el lector o la lectora es inmediatamente transportado a un umbral de eslóganes feministas muy genéricos.

Hay parejas (como los hombres gays) o personas (como los hombres solteros) y mujeres (como las que son estériles) que no pueden tener una bebé o un bebé en su propio vientre. Eso es una realidad difícil que hay que comprender y abordar con cuidado. Pero, ¿por qué no adoptar? ¿Por qué tiene que haber una mujer a la que se le pague para que sufra malestares y nutra de su propio cuerpo bebés de otra gente? ¿Por qué esa visión industrial del cuerpo de las mujeres?

Sobre ese punto hablaremos más adelante. Pero todavía tenemos que desmoronar la idea que quienes apoyan la maternidad subrogada (que sus defensores apodan “gestación subrogada”, como si la criatura fuese almacenada en algún electrodoméstico y no en una mujer humana) solo estan izando la bandera feminista.

Escribe Oses Fernández: “Los colectivos opuestos a la gestación subrogada acusan a los que la defienden de explotación de mujeres y de compraventa de bebés. Pero eso solo es una estrategia para desviar la atención de lo verdaderamente importante, ya que nadie defiende ni la explotación ni la compraventa de personas. El debate que las feministas profesionales evitan es el de si una mujer puede elegir libremente gestar para otra persona. Y lo evitan porque, después de desgañitarse gritando “mi cuerpo es mío, yo decido” para defender el aborto, hasta ellas ven la contradicción en prohibirle a una mujer ahora decidir sobre su propio cuerpo”.

Primero, ¿quiénes son las “feministas profesionales”? ¡No me digan que ustedes, mis queridísimas lectoras, han estado cobrando cheques por ser parte de este movimiento y ni me avisaron! Yo por mi parte llevo la vida entera plantándole cara al patriarcado y a mí nunca me han dado un centavo… ¿“Feministas profesionales” es entonces algún tipo de insulto contra las feministas que conforman el movimiento feminista? Honestamente, esta no sería la idea más absurda del texto.

Lo que pasa es que quizás los amigos de “Son Nuestros Hijos” no estén familiarizados con el feminismo como movimiento político y abogan desde el entender de que todas las batallas feministas se ganan con el mismo argumento, pero no.

Segundo, ¿por qué el articulo asume que el feminismo, tan milenario como es, utiliza un solo argumento para ganar todas sus batallas?

Ah… ya entiendo la confusión. Lo que pasa es que quizás los amigos de “Son Nuestros Hijos” no estén familiarizados con el feminismo como movimiento político y abogan desde el entender de que todas las batallas feministas se ganan con el mismo argumento, pero no. No es verdad que el feminismo se reduzca a un eslogan o a un mantra. Como movimiento que busca reivindicar los derechos de la mitad de la población mundial (lo cual eventualmente también sería positivo para la otra mitad), las luchas son muchas y complejas. El mismo argumento que utilizamos para defender los derechos de mujeres y niñas a tener libertad para abortar no es el mismo argumento que vamos a usar para abogar por la representación de las mujeres en las mesas directivas de los equipos deportivos.

De igual manera, defender el derecho de las mujeres de poder controlar su fertilidad (y por ende su sexualidad) sin las manos intrusas de hombres políticos y religiosos no es lo mismo que apoyar que gente con dinero pueda utilizar ese dinero como coerción para que mujeres pobres les alumbren cuantos bebés genéticos quieran tener.

El artículo, que recomiendo lean en su totalidad porque es un texto magistral que muestra cómo el patriarcado más neoliberal puede fácilmente secuestrar las ideas feministas, termina con el siguiente párrafo: “En resumen, defiendo el derecho de todas las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo porque no somos ovejas y no necesitamos que las feministas profesionales nos dicten cómo debemos comportarnos o cómo debemos sentirnos”.

Defender el derecho de las mujeres de poder controlar su fertilidad (y por ende su sexualidad) sin las manos intrusas de hombres políticos y religiosos no es lo mismo que apoyar que gente con dinero pueda utilizar ese dinero como coerción para que mujeres pobres les alumbren cuantos bebés genéticos quieran tener

Yo diría que si el movimiento “Son Nuestros Hijos” quiere andar por ahí persuadiendo a gente a que apoyen su maniobra de andar pagándole a mujeres para que den a luz a los hijos e hijas que por razones desconocidas (y por tanto dudosas) sus miembros no quieren tener, lo mínimo que pueden hacer es poner a una de las “ovejas” a que escriba el artículo en primera persona. Cuando el lobby prostituidor quiso ganar adeptos, al menos buscó unas cuantas “trabajadoras sexuales empoderadas” para que les ayuden a esconder sus patriarcadas.

Porque me parece que esa estrategia de poner al lobo hablando en nombre de la oveja no es muy convincente… ¡pero como no quiero darle muchas sugerencias a nadie que busque comercializar los cuerpos de las mujeres, yo mejor me callo!

Cuando el lobby prostituidor quiso ganar adeptos, al menos buscó unas cuantas “trabajadoras sexuales empoderadas” para que les ayuden a esconder sus patriarcadas.

Algo que encuentro muy interesante en este tema es cómo en mis búsquedas de imágenes sobre la maternidad subrogada, las fotografías casi siempre muestran barrigas de mujeres blancas. Si nos orientáramos por las imágenes que predominan los medios de comunicación, pensaríamos que son las mujeres blancas y flacas, fotografiadas en ambientes estilizados, con un fondo casi siempre blanco o en colores pasteles y de manera elegante, que se están ofreciendo por montón para dar a luz a bebés a otra gente.

…Cuando es probable que la foto más adecuada sea esta:

Y por más que investigo sobre el debate de los vientres de alquiler, no termino de acostumbrarme a la idea de llamar a mujeres embarazadas ‘gestantes’. Hay algo deshumanizante en el término que simplemente no cuaja en mi cabeza… algo misógino.

Es por eso que no me sorprendí mucho cuando vi un Republicano ultraconservador en Estados Unidos utilizar esta misma táctica de pretender divorciar la idea de un embarazo de las mujeres que son quienes se embarazan. Sí, ese deseo de deshumanizar mujeres y convertirlas en maquinarias industriales para fines reproductivos y mercantiles de gente más privilegiada tiene sus adeptos también en los ultraconservadores y esta pirueta lingüística encontró su gemela ideológica a 7, 831 kilómetros de distancia en la ciudad estadounidense de Oklahoma.

Allí fue donde el día 13 de Febrero del 2017 un diputado del Partido Republicano, Justin Humphrey, escribió y presento una moción ante la Cámara de Representantes de Oklahoma, la moción HB1441 o ‘Ley de la No discriminación Parental’, con la que busca legalizar que todas las mujeres y niñas que quieran realizarse un aborto tengan que pedirle permiso a su compañero sexual. El lenguaje que utilizo el congresista no fue ‘embarazadas’ ni ‘futuras madres’ …no, fue un término igual de deshumanizante que ‘gestantes’: las llamó ‘portadoras’.

El diputado Humphrey alega que su intención inicial era que los padres estén más involucrados en apoyar los embarazos desde el momento de la concepción. “Yo quería que los padres pudieran pagar manutención desde el principio” pero luego admitió que su intención verdadera es permitir que los hombres tengan poder de decisión sobre los embarazos de las mujeres. “Yo creo que uno de los factores que corrompen nuestra sociedad es que hemos excluido a los hombres de este tipo de decisiones”, expresó el congresista.

El acceso a la reproducción (a través de la sexualidad) de mujeres y niñas por parte de los hombres ha sido la base de la opresión patriarcal: no hay otra razón de que vivamos en un patriarcado

Es aquí donde los dos análisis (el de llamar a las mujeres embarazadas ‘gestantes’ y llamarlas ‘portadoras’) se conectan: el congresista expresó que las mujeres y niñas embarazadas en realidad no lo son. Que lo que son es o portadoras u hospedadoras. Dijo Humphrey: “Entiendo que ellas sienten que ese es su cuerpo. (Pero) siento que esto es algo aparte: yo les llamo ‘portadoras’. Y cuando tu entras una relación, tú sabes que tú vas a ser la portadora, sabes eso con antelación, eso quiere decir que tienes que tomar todas las precauciones para no quedarte embarazada. Es como que, ‘oye, tu cuerpo es tu cuerpo y tienes que ser responsable con él’. Pero después de que eres irresponsable con tu cuerpo, después no puedes andar reclamando… y hacer lo que quieras con otro cuerpo, cuando tú eres la portadora y tu invitaste a que esto te pasara”. (Quiero aclarar que no fui yo que traduje mal: es que el congresista estadounidense se expresó así.)

El acceso a la reproducción (a través de la sexualidad) de mujeres y niñas por parte de los hombres ha sido la base de la opresión patriarcal: no hay otra razón de que vivamos en un patriarcado. Desde el matrimonio como institución hasta la mutilación genital femenina, desde el “rapto de novias” al “vedado de pies”… todo se reduce en la violenta necedad de acceder el cuerpo de mujeres para controlar la única cosa que nuestro cuerpo puede hacer que el cuerpo de los hombres no puede hacer por sí solo: dar vida.

¿Qué es una gestante? Una persona “que, sin tener mandato para ello, cuida bienes, negocios o intereses ajenos, en pro de aquel a quien pertenecen”. ¿Qué es una portadora? Alguien que “lleva o conduce algo de una parte a otra”.

¿Quién se beneficia de que hablemos de mujeres embarazadas con términos tan industriales y deshumanizantes? Probablemente a mucha gente, pero no creo que a largo plazo le convenga ni a las embarazadas ni a las mujeres como sujeto en la sociedad. Ah, ¡pero es que ese es el problema! Este análisis asume que estamos hablando sobre seres humanos y la terminología que nos ofrece el patriarcado más neoliberal solo las ve como máquinas… para reproducirse.

 

 

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