En la sociología del consumo hay autores que hacen referencia al proceso mediante el cual las lógicas consumistas construyen sujetos sin límites para quienes no hay barreras posibles y todo se puede comprar mediante el poder material y simbólico que otorga el dinero. Voy a tomar esta figura para relacionarla con la batalla del capitalismo (en su alianza criminal con el patriarcado) por apropiarse de los cuerpos de las mujeres. Si miramos al asunto de los vientres de alquiler o a la prostitución, los sujetos sin límites aparecen sin plantearse que su posibilidad de pagar por satisfacer determinados deseos surge de una situación de privilegio y obvian que, frente a ellos, las mujeres se encuentran en clara situación de desigualdad y desventaja social.
Hay que cuestionar el privilegio tanto de parejas de clase media-alta que, reproduciendo valores clasistas, colonialistas y patriarcales, expropian durante nueve meses cuerpos de mujeres para satisfacer el deseo a ser padres biológicos
Partiendo del pensamiento crítico hay que cuestionar el privilegio tanto de parejas de clase media-alta que, reproduciendo valores clasistas, colonialistas y patriarcales, expropian durante nueve meses cuerpos de mujeres para satisfacer el deseo a ser padres biológicos; así como cuestionar los privilegios de la masculinidad hegemónica que, reproduciendo los patrones más normativos en torno a la sexualidad y al género, explotan corporalidad femenina los minutos necesarios para satisfacer ese modelo de sexualidad heteropatriarcal.
Lejos de los discursos tendentes a «naturalizar» estas prácticas, los deseos de los sujetos sin límites están construidos socialmente. Pero además, en estos dos temas, parece cínico eludir no sólo el entramado sociocultural que devalúa a las mujeres, sino también el poder de las empresas que se dedican al eufemismo «maternidad subrogada», y en el caso de la prostitución al proxenetismo, que mueven tanto dinero que son capaces de financiar partidos políticos o medios de comunicación, generar opinión pública, actuar como lobby de presión, etc.
Las empresas que se dedican al eufemismo «maternidad subrogada», y en el caso de la prostitución al proxenetismo, que mueven tanto dinero que son capaces de financiar partidos políticos o medios de comunicación
En la distopía neoliberal consumista todo se compra y todo se vende, y en este caso, los cuerpos que se compran, se venden, se alquilan o se fraccionan… son cuerpos de mujeres. El patriarcado capitalista depredador de la vida ha encontrado en nuestro territorio corporal una fuente relativamente “inagotable” de explotación y riqueza en tanto corporalidad sin subjetividad. Para el mercado somos tan solo cuerpo convertido en producto de consumo fragmentado cuyo valor de uso reside principalmente en el útero o la vagina.
Para el mercado somos tan solo cuerpo convertido en producto de consumo fragmentado cuyo valor de uso reside principalmente en el útero o la vagina
Desde un planteamiento crítico feminista y anticapitalista, reivindicando nuestros cuerpos (¡y nuestras vidas!), es necesario delimitar los privilegios de quienes consideran un derecho expropiar y/o explotar cuerpos de mujeres. Y antes de posicionarnos, complejizar, profundizar y ser capaces de hacernos grandes preguntas como: ¿qué implicaciones sociales tiene regular? ¿Deseamos legitimar estos privilegios? O la pregunta fundamental: ¿hacia qué modelo de sociedad queremos caminar?