Durante la última década los indicadores del mercado laboral en América Latina han mostrado una evolución positiva: han aumentado los ingresos laborales en la mayoría de los países de la región y el desempleo ha disminuido. Sin embargo, la tasa de participación femenina se ha estancado en torno al 53% y estos indicadores siguen mostrando grandes brechas de género en el acceso a oportunidades y derechos entre hombres y mujeres, según informan desde CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe). Las desigualdades tienen su base en un sistema social que reproduce estereotipos y conserva una división sexual del trabajo que limita la inserción laboral de las mujeres. Estos factores estructurales representan un obstáculo para la superación de la pobreza y la desigualdad así como para la consecución de la autonomía económica de las mujeres, más aún si se considera el contexto actual de contracción del crecimiento.
A pesar de que la tasa de desempleo en América Latina ha llevado una tendencia a la baja, acumulando un descenso de 2,8 puntos porcentuales entre 2002 y 2013, desde el 2015 esta tendencia se revierte. Según datos del Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe de la CEPAL, para ese año la tasa de desempleo alcanzó 7,4%, siendo las mujeres las más perjudicadas: para ellas el desempleo se situó en 8,6%, mientras que para los hombres en 6,6%. En 2016 el desempleo alcanzó al 9.0%, lo que representa un incremento de 4,1 millones de personas desempleadas.
En 2016 el desempleo alcanzó al 9.0%, lo que representa un incremento de 4,1 millones de personas desempleadas
En los países de América Latina y el Caribe que cuentan con datos de la variación interanual del promedio de los tres primeros trimestres del 2015 y 2016, la tasa de desempleo urbano aumentó en promedio 0,5 puntos porcentuales entre el primer y tercer trimestre del año. El aumento para las mujeres fue de 0,7 puntos porcentuales, mientras que para los hombres aumentó en 0,3 puntos porcentuales, lo que amplía aún más la brecha de género ya existente. «Frente a un universo de mujeres con voluntad de insertarse laboralmente para mejorar sus condiciones económicas y las de sus familias, el mercado y las políticas públicas no han sido capaces de generar respuestas adecuadas», denuncian desde CEPAL.
A pesar de la heterogeneidad en las tasas de desempleo femenino y masculino, la brecha de género siempre es favorable a los hombres, excepto en México donde el desempleo masculino supera al femenino en 0,1 puntos porcentuales. Países como Belice y Jamaica exhiben brechas que superan los 7 puntos porcentuales, mientras que en Perú y Chile las diferencias no superan los 0,6 puntos porcentuales.
Las tasas de desempleo se han mantenido particularmente altas entre las personas con ingresos más bajos. En el primer quintil, en 2013 el 14,9% de las mujeres se encontraban desempleadas, mientras el 10,5% de los hombres se encontraba en la misma situación. En el tercer quintil, el desempleo femenino correspondía al 7% y el masculino al 4,9%, mientras que en el quintil de mayores ingresos estos porcentajes disminuyen a 3% y 2,5% respectivamente.