Las mujeres contra la Guerra: el caso de las aragonesas en 1896

Eduardo Montagut
Eduardo Montagut
Doctor en Historia, profesor de Educación Secundaria, secretario de Educación y Cultura de Chamartín del PSOE-M, y colaborador en diversos medios digitales en el área de Historia y Memoria Histórica.
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Las protestas protagonizadas por mujeres contra la guerra en la Historia constituyen un fenómeno poco conocido del público, pero del que tenemos varios ejemplos, como cuando estalló el conflicto de Cuba a fines del siglo XIX, y del que estudiamos un caso concreto en este trabajo. El historiador Carlos Serrano ha tratado la cuestión en algunas de sus obras, como en Final del Imperio. España, 1895-1898 (1984), o en “Guerra y crisis social…”, en la obra Estudios sobre Historia…. Homenaje a Tuñón de Lara. También podemos citar a Rafael Núñez Florencio en su Militarismo y antimilitarismo (1888-1906) (1990). Nuestros intereses historiográficos pasan por ahondar en esta cuestión, especialmente desde el ámbito de las mujeres socialistas, que fueron muy activas contra la Guerra de Marruecos en las primeras décadas del siglo XX.

Las protestas femeninas reflejaban el cansancio ante la guerra, por el envío de los hijos de las clases populares al conflicto, así como por lo que costaba económicamente al país. Estas protestas eran interpretadas por el poder y por la prensa, en general, como consecuencia de la acción del enemigo, que, supuestamente, agitaba a las madres para debilitar la moral española, configurando una especie de “quinta columna”. Pero, sin negar que hay algún caso, como en Barcelona en 1896, de reparto de propaganda en favor de los insurrectos cubanos, en realidad reflejaban un malestar popular evidente, aunque, bien es cierto, que con una gran carga económica, porque algunas de las protestas podían tener varias motivaciones, y no parece que fueran menos importantes las que tenían que ver con la constatación por parte de las mujeres pertenecientes a estratos sociales humildes del nulo beneficio que les aportaba el colonialismo, y sí gastos, sin olvidar la pérdida de vidas humanas, las de sus hijos, la principal fuente de movilización. Esta mezcla de causas obedece a un clima de malestar, reflejado en los aspectos que más incidían en el pueblo. En ese momento era el envío de los jóvenes obreros y campesinos a luchar al otro lado del Atlántico, pero en otros era la protesta contra los consumos, la fiscalidad indirecta onerosa para las clases populares, junto con el odio al sistema de reclutamiento y la forma que tenía la burguesía de evitar que sus hijos prestasen el servicio militar y fueran a la guerra.

En el caso que nos ocupa, “El Socialista”, órgano oficial del Partido Socialista, publicó un artículo en su número 542 a propósito de la manifestación de madres de soldados de Zaragoza contra el envío de sus hijos a Cuba en el verano de 1896. El PSOE se caracterizó por una crítica constante a la Guerra de Cuba, y no podía dejar de elogiar una protesta contra uno de sus más terribles efectos, dentro de la línea que el Partido desarrolló contra lo injusto que era el sistema de reclutamiento, además de su acusado antimilitarismo, en línea con la Segunda Internacional.

El periódico alababa la acción de estas mujeres porque éstas habían entendido que se estaba sacrificando a sus hijos en aras de un concepto “bárbaro del honor”, y en beneficio de los que explotaban la isla de Cuba. Las madres aragonesas no se resignaban.

Los socialistas defendían esta causa frente a la prensa que, mayoritariamente, había cargado contra estas mujeres, aludiendo, además a que muchos de los críticos seguramente habían evitado que sus hijos cumpliesen el servicio militar mediante lo que se conoce como la redención en metálico, que ascendía a 1.500 pesetas. Estas críticas se basaban en lo que el periódico calificaba de “repertorio de majaderías patrioteras”.

En el artículo se aprovechaba para fustigar a la Administración española que no había sabido prevenir la guerra, sin invertir adecuadamente en infraestructuras ni gobernando eficazmente. Muchos periodistas, que tanto criticaban las protestas de las madres, habían estado de corresponsales en Cuba y habían sido luego gratificados con actas de diputados. En el artículo se atacaba especialmente a la Compañía Transatlántica que supuestamente estaba obteniendo grandes beneficios de la guerra.

Pero junto a las madres estaría el pueblo. “El Socialista”, por lo tanto, animaba a que cundiese el ejemplo.

 

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