De todas las cuestiones a las que podría referirme respecto de lo que está sucediendo, elijo ocuparme de dos que me parecen especialmente relevantes.
La primera tiene que ver con el papel que juegan las consideraciones en torno a la sexualidad. No deja de sorprenderme (y espantarme) que tan amplias corrientes de opinión, estamentos jurídicos, y participantes particulares de las redes sociales puedan estar comentando con tanta ligereza la duda sobre el supuesto consentimiento.
Lo realmente inconcebible es el profundo desconocimiento sobre la sexualidad femenina que parece incluida en éste imaginario. Creer que para una chica “hacérselo” con cinco a la vez pueda ser algo placentero implica una ignorancia profunda sobre cuáles son las condiciones necesarias para que un encuentro sexual sea disfrutable.
Que no pueda incluirse dentro del “saber necesario” (cultura general) las diferencias entre hombre y mujeres a la hora de gozar sexualmente, es verdaderamente aberrante. Y el consumo masivo de pornografía en adolescentes está produciendo estragos en los formatos que exhibe como modelo para que las chicas se sientan exigidas a emularlas. Y a simular que les “pone”.
Desde los aspectos más literales de lo que supone la excitación, la lubricación, el tiempo de cada cual para alcanzar alguna forma de placer, etc. Hasta los emocionales de qué tipo de contacto se establece en una situación tan persecutoria como estar en un portal con cinco robustos cuerpos que van a lo que van, sin que medie la posibilidad de resistirse, de expresar alguna forma de dolor, malestar, tensión, displacer y que éste reclamo sea tenido en cuenta…
Resulta francamente inconcebible que se especule con la idea de que pueda ser algo parecido a una juerga donde todos …y ella, se lo pasan igual de bien.
Que un cuerpo que expresa “no quiero”, siga siendo eróticamente un objeto de deseo “a embestir” sin la menor reciprocidad, requeriría de un profundísimo análisis y deconstrucción en la sexualidad masculina. ¿Para cuándo ?
Las constantes violaciones en los campus universitarios, las esclavas sexuales, el uso de los cuerpos femeninos como depósitos de sémen despojadas de toda humanidad, resultan escalofriantes. El acoso sexual, empezando a visibilizarse como la punta de un iceberg que se extiende a todo tipo de colectivos.
Que un cuerpo que expresa “no quiero”, siga siendo eróticamente un objeto de deseo “a embestir” sin la menor reciprocidad, requeriría de un profundísimo análisis y deconstrucción en la sexualidad masculina. ¿Para cuándo ?
En los últimos años se ha agregado la moda de la “sumisión química”. Jóvenes que son drogadas con una mezcla de sustancias que las anestesia…una vez más un cuerpo que no responde, que no se manifiesta de ninguna manera sensible, que no participa…
¿Cómo puede ser excitante para un joven que desea tener un “encuentro sexual”?;¿qué clase de partenaire buscan?; ¿una a la que no sea necesario seducir, que no requiera ningún tipo de correspondencia, de complicidad?, ¿cuya negativa a “enrollarse” no conlleve ninguna frustración, una afrenta a su capacidad seductora?
No tener que plantearse que no le gusta lo suficiente a otra persona. Y por lo tanto que NO es NO. El psicoanálisis nos ofrece una amplia perspectiva respecto de las perversiones. Pero ya no hablamos de casos aislados. Ahora mismo nos enfrentamos a una tendencia con cifras alarmantes.
El segundo punto está ligado a todo lo planteado.
Me refiero justamente a la negación de los efectos de diversas modalidades de química, sea alcohol o drogas. Beber o consumir drogas es una declaración de intenciones (consciente o inconsciente) para obtener un estado anímico y sensorial particular. Para evadirse, entonarse, liberarse, relajarse, o sea estar menos en contacto con uno/a mismo/a nuestros miedos, inseguridades, normas, represiones, etc. Y cada persona responde de manera diferente. Nuestros umbrales de tolerancia son extremadamente sensibles a cómo metabolizamos esas sustancias.
Si alguien está muy borracho o muy drogado, es probable que desconecte mucho más de los sensores que le indicarían que entra en un terreno peligroso. Que no va a estar en condiciones de tomar decisiones “responsablemente”.
Si el divertirse se ha asociado indiscriminadamente con el beber o drogarse sin límites, y a posteriori todo lo que suceda va a formar parte de una nebulosa de la que difícilmente puedan dar cuenta…hombres jóvenes y adultos, terminan protagonizando situaciones de forcejeo, violentamiento, de abuso de fuerza y de poder, imponiendo una sexualidad no consensuada…sin que la culpa por invadir y humillar un cuerpo ajeno les deje ninguna cicatriz.
Vivimos en una época y en una cultura que accedió a una revolución sexual que nos permitió a las mujeres explorar nuestros cuerpos y los de nuestros compañeros y compañeras sexuales para disfrutarnos.
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