Mary Seacole nació en Kingston (Jamaica) en el año 1805, fruto de la unión entre un escocés y de una mujer mestiza. De su madre le vino el interés por los enfermos, ya que era una afamada curandera de Kingston y dueña de una hostería para soldados inválidos y sus familias. A los doce años comenzó a ayudar a su madre. Se casó en 1836 con Edwin Horatio Seacole.
En el año 1850 nuestra protagonista se distinguió en la ayuda a los enfermos de la epidemia de cólera en Jamaica, aprendiendo mucho de dicha enfermedad. Al parecer, aquella epidemia se llevó a la tumba a más de treinta mil personas.
Después, Mary marchó a Panamá para visitar a su hermano. Residiendo en Cruces tuvo que ponerse manos a la obra porque una epidemia de cólera asoló la región. Toda su experiencia en el trabajo con esta enfermedad y otras hizo reflexionar a Seacole sobre la necesidad de fomentar la higiene y ventilación de los hogares y de los hospitales. También comprendió que era necesario administrar una correcta alimentación a los pacientes. Llegó a convertirse en toda una autoridad en enfermedades tropicales.
Una madura Seacole, con ya cincuenta años, pero con gran energía, ofreció sus servicios al gobierno británico para marchar a la guerra de Crimea cuando se enteró de la situación de la sanidad militar. No lo consiguió, al contrario que Florence Nightingale. Es evidente que una cosa era aceptar a una mujer blanca en hospitales militares, a pesar de lo que le costó a Florence, y otra muy distinta que esa mujer fuera negra. Pero Mary no se amilanó, se hizo con medicamentos y alimentos y marchó a la guerra costeándose el viaje. Fundó el British Hotel para poder atender a los enfermos. Era conocida como Madre Seacole por los heridos.
El fin de la contienda dejó arruinada a Mary. A pesar del apoyo de muchos militares que habían comprobado el gran trabajo realizado, el gobierno británico siguió sin reconocerlo, todo lo contrario que se hizo con Nightingale; los prejuicios raciales pesaban mucho en la época victoriana. A lo sumo recibió algunas medallas de las potencias vencedoras de la guerra de Crimea.
Escribió y publicó una autobiografía que le permitió no morirse de hambre, Las extraordinarias aventuras de la Señora Seacole en lejanas tierras.
Mary Seacole murió en 1881 y cayó en el olvido. Hoy sabemos de su labor y merece nuestro reconocimiento. Existe la Fundación Mary Seacole de la Unesco. Además, en 1991 se le concedió a título póstumo la Orden del Mérito de Jamaica, y en 2004 fue proclamada la más grande británica negra.