Se estima que 67.000 adolescentes mueren cada año por autolesiones, y mucho más (se calcula que el 10% de todos los adolescentes) se han perjudicado intencionadamente.
El suicidio se clasifica constantemente entre las principales causas de muerte entre las adolescentes y niños mayores de todo el mundo y depresivo los trastornos, la ansiedad, los problemas de conducta y las autolesiones se encuentran entre los mayores contribuyentes a la carga de enfermedad de los jóvenes.
Los académicos, profesionales y defensores reconocen cada vez más la importancia de la salud mental para el bienestar general de los adolescentes y los vínculos complejos entre el género y la salud mental.
Como se describe en un documento más detallado, las normas de género pueden afectar negativamente a las niñas y los niños adolescentes, pero particularmente limitan las ambiciones y oportunidades de las niñas. Sin embargo, las políticas y los programas, especialmente en los países de ingresos bajos y medianos, no abordan adecuadamente estos temas importantes. Para comprender mejor estas relaciones e identificar prioridades para investigaciones y programas de salud mental centrados en adolescentes y sensibles al género, el Centro Internacional de Investigación sobre la Mujer y el UNICEF convocaron a expertos del mundo académico, la sociedad civil, donantes e instituciones bilaterales y multilaterales para una consulta en abril de 2017.
Sus recomendaciones:
En primer lugar, se requieren datos e indicadores sobre los factores de género de la mala salud mental en la adolescencia. Los datos desglosados por edad y desglosados por sexo son necesarios para comprender la carga epidemiológica y la necesidad insatisfecha de prevención y atención de la salud mental entre las adolescentes y los niños. Sin embargo, las revisiones realizadas para el estudio Global Burden of Disease indican que dos tercios de los países no tienen datos para ningún trastorno mental, y que los datos para trastornos mentales en personas de 5 a 17 años están disponibles solo para el 6,7% de estos países.
Al considerar también las Estadísticas Mundiales de Salud, que informa que la mitad de las muertes no tienen una causa registrada, es evidente que existe una necesidad de mejores registros hospitalarios, encuestas de salud y sistemas de registro vital entre otras fuentes de datos. Además, los indicadores y los marcos para la salud mental de los adolescentes se han desarrollado y aplicado principalmente en los países de altos ingresos, con pocos probados para uso intercultural e incluso menos para la sensibilidad de género.
En segundo lugar, es esencial comprender las vías a través de las cuales las normas de género influyen en la salud mental de los adolescentes. Durante la infancia, las niñas no son más propensas que los niños a manifestar síntomas de depresión, pero después de la pubertad su riesgo de trastornos depresivos aumenta sustancialmente. Además, las niñas son una vez y media o dos veces más propensas que los niños a ser diagnosticadas con depresión clínica en la adolescencia y a lo largo de su vida.
La reunión de expertos aborda algunos aspectos de género de la salud mental adolescente, pero se necesita, mucho más, la investigación sobre los mecanismos a través de los cuales las normas de género pueden afectar la salud mental de niñas y niños de manera diferencial.
Dada la escasez de datos actualmente disponibles, las implicaciones para los adolescentes vulnerables, como adolescentes embarazadas, casadas, fuera de la escuela y LGBTQ (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, queer, e intersexuales), también requieren atención urgente.
En tercer lugar, se necesita implementación e investigación programática para mejorar el bienestar mental de los adolescentes. Los programas de salud mental y apoyo psicosocial para adolescentes en países de bajos y medianos ingresos se han limitado en gran parte a entornos humanitarios.
Sin embargo, pocos de estos programas han sido rigurosamente evaluados, y menos incorporan específicamente consideraciones de género.
Aunque algunos datos sugieren que las intervenciones escolares pueden reducir la depresión y la ansiedad, existe una comprensión limitada de cómo el género puede influir en la salud mental de los estudiantes en estos países.
Los programas que no se centran explícitamente en la salud mental pueden brindar nuevas oportunidades para abordar el efecto de las normas de género dañinas. Al mismo tiempo, se necesita más información para comprender si los programas e intervenciones deliberadamente diseñados para responder a las cuestiones de género o transformadores de género son, de hecho, eficaces para mejorar los resultados de salud mental entre los adolescentes.
La incorporación de la salud mental de los adolescentes en las agendas políticas nacionales es crucial.
Recomendaciones para la creación de programas de salud mental para adolescentes sensibles al género:
- Revisar los indicadores existentes para determinar la aplicabilidad y la adaptabilidad entre países, así como también si los indicadores miden la influencia de las normas y actitudes de género en los resultados de salud mental.
- Incluir nuevas preguntas en encuestas ampliamente utilizadas, como las Encuestas de Demografía y Salud, Encuestas de Indicadores Múltiples por Conglomerados y Encuestas de Salud Basadas en la Escuela, para generar datos sobre el efecto de las normas de género en la salud mental de los adolescentes.
- Hacer una revisión sistemática para detallar lo que ya se sabe sobre cómo las normas de género y la discriminación precipitan la depresión, la autolesión y el suicidio entre los adolescentes.
- Analizar pruebas y conjuntos de datos existentes, y emprender nuevas investigaciones para comprender cómo las normas de género y género, incluidas las que intervienen en la familia, entre iguales y a través de factores contextuales y estructurales, pueden influir de manera diferente en la salud mental y las conductas de búsqueda de salud del adolescente niñas y niños.
- Investigar si la forma en que se retratan las normas de género en los medios, así como el uso de las redes sociales, influye en la salud mental y el bienestar de las adolescentes y los niños.
- Adaptar e incorporar evidencia y herramientas desde la programación exitosa al diseño, implementación y prueba de intervenciones que apuntan deliberadamente a abordar las normas de género y mejorar el bienestar mental de los adolescentes en países de bajos y medianos ingresos.
- Probar y evaluar rigurosamente las intervenciones en diferentes puntos del ciclo de vida del desarrollo del adolescente y a través de diferentes plataformas de distribución (es decir, medios de comunicación, redes sociales, escuelas, clínicas y comunidades), ya que pueden ser diferencialmente eficaces para llegar a adolescentes y niños a abordar las normas de género en todos los contextos.
- Involucrar a los adolescentes y otras partes interesadas clave en todas las fases del diseño, implementación y evaluación del programa para garantizar la relevancia, sostenibilidad y efectividad del programa.
- Desarrollar y difundir evidencia sobre el costo de la inacción para fortalecer el caso para que los responsables de la formulación de políticas prioricen las políticas y programas de salud mental para adolescentes sensibles al género.