La “Cuarta Ola” del Feminismo, su Agenda

Alicia Miyares
Alicia Miyareshttp://aliciamiyares.com/
Doctora en Filosofía. Profesora de Filosofía de Enseñanza Secundaria y profesora colaboradora de la Universidad de Oviedo.
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Referir la historia del feminismo a partir de oleadas que se producen en determinados contextos históricos no responde a una metáfora casual. El recurso a la utilización metafórica de la ola describe a la perfección lo que el feminismo es, pudimos constatarlo el pasado 8 de marzo, un movimiento social y político que se impone de forma arrolladora por la fuerza desatada en torno a la idea de igualdad

Si ciertamente, como todo apunta, nos encontramos ante “la cuarta ola” del feminismo ha de tener una agenda propia que la caracteriza y que, preservando lo ya alcanzado, sea capaz de analizar críticamente el tiempo presente. Conviene, pues, comenzar, a afianzar en qué puede o debe consistir esa agenda. La primera evidencia a tener en cuenta, para no dejarse engañar por “filosofías bonancibles”, es que el sujeto político, “las mujeres” (el pasado 8 de marzo fue un rugido en este sentido) ni es una ficción, ni está muerto, ni tampoco se “ha quedado pequeño”  y no está dispuesto a dejarse enredar en trampas conceptuales tales como “diversidad” o “identidad”, por reseñar las más significativas, que bien pueden servir para combatir la discriminación de colectivos o minorías culturales específicas, pero que en poco ayudan para combatir la desigualdad estructural que sufren las mujeres, sean blancas, negras, heterosexuales, lesbianas, musulmanas, latinas,  judías, etc…

Esta “cuarta ola” del feminismo debe completar la agenda inconclusa de la paridad. La paridad en la representación política no se ha logrado extender a otras esferas sociales: no ha sido en absoluto casual que este 8 de marzo se hubiera visto acompañado de manifiestos específicos de mujeres periodistas, deportistas, científicas, académicas, editoras, juristas, actrices, etc. demandando paridad y la quiebra del techo de cristal. Pero, a mi modo de ver, esta “cuarta ola” del feminismo no se configura sólo en torno a  la vindicación de los derechos de las mujeres y su efectividad real y no formal, sino que además, y de ahí su novedad, parece haber tomado conciencia de las sutiles formas de violencia, acoso y explotación que sufren las mujeres y no así los varones.

Parece que es urgente ampliar el significado en el uso de categorías como “acoso”, “violencia” o “explotación” para poder analizar certeramente los nuevos mecanismos por los que la desigualdad transita. Así pues, por citar algunos ejemplos, acoso y maltrato psicológico a las mujeres también es no reconocer el talento y méritos de las mujeres: quizá deberíamos empezar a describir como acoso laboral la absoluta falta de correspondencia entre la cualificación de las mujeres y los puestos de trabajo a los que, sin embargo, pueden aspirar, de nivel muy inferior a su formación. Si nos referimos a la “violencia” convendría, quizá,  comenzar a describir la desigualdad retributiva entre mujeres y varones como una forma de violencia (“violencia retributiva”)  y utilizar de forma permanente, por citar otro ejemplo, la expresión “violencia mediática” para denunciar  toda opinión o imagen que degrade o cosifique a las mujeres. Por lo que se refiere a la “explotación” parece evidente que la “cuarta ola” del feminismo ha de centrarse en combatir toda forma de “explotación sexual” de las mujeres, entendiendo que ha de ser objetivo prioritario la abolición de la prostitución. Por otro lado, Una nueva forma de explotación, en este caso “explotación reproductiva”, amenaza la dignidad y derechos de las mujeres el “alquiler de vientres” que pretende convertir a las mujeres en “criadas reproductivas”.

Y ya por último, si bien esta incipiente “cuarta ola” del feminismo pretende llegar a tierra firme para transformar la realidad y cambiar la orografía del trabajo, la economía, la cultura, las leyes, normas y costumbres, pecaríamos de ingenuas si no articulamos una nueva agenda feminista destinada a combatir también la resaca o reacción que sigue a toda ola. Detectar las trampas que acechan en el proceloso mar de la misoginia y la reacción también es nuestra tarea como feministas.

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