Almudena Grandes ambienta su nueva novela en la «triste década» de los cincuenta

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La escritora madrileña Almudena Grandes pronuncia el pregón de la festividad de Sant Jordi en el Saló de Cent del ayuntamiento de Barcelona, donde charlará con el también escritor y periodista Antonio Iturbe alrededor de su obra y el papel que las bibliotecas han tenido en su vida. EFE
La escritora Almudena Grandes nos llevará hasta la década de los años cincuenta, que ha calificado como la «más triste» de la posguerra, en «La madre de Frankenstein», quinta entrega de sus «Episodios de una guerra interminable», en la que contará la historia de Aurora Rodríguez Carballeira.

Grandes lo ha desvelado durante la celebración del pregón de la festividad de Sant Jordi en el Ayuntamiento de Barcelona, donde ha conversado con el también escritor y periodista Antonio Iturbe y ha defendido que hoy «los libros son la última trinchera del conocimiento, del pensamiento sólido, de la libertad de pensamiento, de la osadía intelectual».

Ante un público atento que llenaba el Saló de Cent y que ha reído en varias ocasiones, la autora madrileña ha dicho estar emocionada por poder abrir los diferentes actos organizados con motivo de Sant Jordi, y cuando Iturbe le ha inquirido por sus nuevos proyectos ha avanzado que está trabajando en esta novela sobre «los años sin esperanza».

A su juicio, los años cincuenta «fueron los de la España nacional-católica, muy duros, y los voy a contar desde un manicomio».
En este punto, ha agregado, explicará la «historia verdadera de Aurora Rodríguez Carballeira», la mujer que ha pasado a la historia por ser la madre de Hildegart Rodríguez, una niña que concibió como experimento científico sobre lo que debía ser la mujer del futuro y a la que acabó asesinando. 
Asimismo, en el relato, donde tendrá su peso un joven psiquiatra, va a tratar sobre «lo difícil que era enamorarse en esos años».

Por otra parte, durante la charla, la novelista ha considerado que, en la época de lo instantáneo, «en un libro todavía puedes tomar tu tiempo para reflexionar, profundizar» y ha remarcado que «soportan la libertad de expresión mejor que cualquier otro medio de transmisión cultural».

A su juicio, twitter es «muy peligroso, porque ha hecho que el ingenio se ponga por delante de la inteligencia y ha favorecido la superficialidad». «En 140 caracteres ni Kant ni Sócrates serían capaces de comunicar. Twitter es un medio que provoca mucho brillo instantáneo y mucho éxito efímero», ha apostillado.

A la vez, ha dejado muy claro que sus lectores y lectoras son su libertad y que escribe lo que quiere porque me sostienen, literalmente, son un lujo que permiten que sea una escritora antisistema, que escriba fuera de la equidistancia. Me los tomo muy en serio, son el control de calidad más importante que tengo», ha pronunciado.

Durante el acto también se ha «colado» en la charla su marido, el poeta Luis García Montero, de quien ha dicho que «vivir con él son todo ventajas»; ha confesado que con los años ha conseguido que en sus obras «ya no se me amotine ni Dios» y ha reiterado que leer le hizo una mujer de izquierdas.

Para Grandes, no se puede leer la gran novela del siglo XIX «y no ser de izquierdas», a la vez, que ha indicado que dos de las obras que más le han marcado han sido «Robinson Crusoe» y la «Odisea».
Con un sentido recuerdo a su abuelo Manolo Grandes, «la persona más importante de mi vida», ha aseverado que antes de la crisis económica «nadie se acordaba de sus abuelos y España se convirtió en un país de horteras, nuevos ricos, insolidarios y incultos, y luego cuando llegó la crisis ocurrió todo lo contrario y afloraron las virtudes como la solidaridad».

Por otra parte, cree que triunfar en la vida «es tener dos bibliotecas con tu nombre, porque una biblioteca es la casa de los libros, de los escritores», un lugar en el que se crea comunidad, lo que también ve necesario en estos tiempos.

El alcalde accidental de Barcelona, Gerardo Pisarello, ha clausurado el acto y ha afirmado que actualmente en España los libreros, los escritores o los editores «son ahogados con un IVA cultural inaceptable, mientras que hemos aprendido que contribuir a la Fundación Francisco Franco desgrava desde un punto de vista fiscal, lo que es terrible».

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