¿Qué se puede decir del juicio, la sentencia (con el increíble voto particular incluido) y en general de “los 5 de La Manada” que no esté dicho? He leído algunos comentarios y artículos muy criteriosos a los que no sería capaz de modificar ni una coma.
¿Y qué se puede agregar a lo que está sucediendo con la rápida y contundente respuesta social, impulsada por un feminismo dispuesto a levantar todas las alfombras de aparente igualdad, dejando expuestas las basuras que siguen debajo?
En este sentido a mí no se me ocurre ninguna otra cosa que sumarme a esta nueva vuelta de tuercas en la reivindicación de la dignidad de las mujeres, que atraviesa capas cada vez más profundas de un patriarcado enrocado en su pedestal.
Pero como creo que en todo proceso que avanza hacia un objetivo claro, es importante reservarse espacios de reflexión sobre los recursos que se utilizan para lograrlo, me animo a aportar algunas preguntas, dudas y comentarios a modo de aporte a esa reflexión:
1- “Hermana, yo sí te creo”.
Qué duda cabe que la empatía, confianza y apoyo es lo que seguramente necesita una mujer que ha sobrevivido a una violación masiva y ha sido expuesta a la desconfianza de jueces y jueza que con las evidencias contundentes que los mismos violadores han ofrecido, no terminan de calificar y castigar debidamente lo que allí sucedió.
Pero apelar a algo tan subjetivo y del ámbito de las creencias, como el “Yo sí te creo”, ¿podría estar restando objetividad a los hechos que además de obvios, ya están demostrados y se describen con claridad en la sentencia de uno de los jueces y la jueza?
Sí claro que yo te apoyo hermana, pero los hechos están tan claros que no necesitas que te crea
2- ¿Es correcto apelar exclusivamente al hecho del “bloqueo inconsciente” o “parálisis involuntaria” o como se lo quiera llamar, a la hora de justificar la escasa o nula reacción de una mujer ante una violación?
Si bien las reacciones frente a un hecho tan impactante suelen ser diferentes y en algunos casos pueden trascender la propia voluntad ¿no corresponde considerar también que ante una situación en la que esté en juego la propia vida y sin encontrar alternativas, una mujer pueda tomar la decisión meditada y consciente aunque triste, injusta y dolorosa, de no resistirse? ¿No es lo que se recomendaría frente a un robo con violencia? Sin excluir la reacción de parálisis que pueda sobrevenirnos ¿no estaremos cayendo en la trampa de negar una vez más la capacidad de las mujeres de tomar decisiones propias, desde una posición activa y no como simples víctimas pasivas?
¿No estaremos rebuscando argumentos únicos que encajen frente a jueces y juezas que confunden esto con el consentimiento, o lo que es peor con el disfrute y jolgorio? ¿Tenemos que combatir estas aberraciones mostrándonos sólo como víctimas inertes, indefensas, incapacitadas y paralizadas?
Hace muchos años la iglesia católica subía a los altares a una mujer que murió al preferir tirarse por una ventana antes que ser violada!! Desconozco si la iglesia hoy se ratifica o no en este sentido, pero sí sé que si ante una violación masiva logro sobrevivir, la justicia laica hoy me exigirá la evidencia de haber intentado una resistencia feroz, aunque suficientemente calculada y medida para que los violadores no lleguen a matarme.
¿No deberíamos reivindicar la posibilidad de que una mujer pueda manifestar que no se resistió ante una violación, no sólo por un bloqueo inconsciente o parálisis involuntaria sino todo lo contrario: por una decisión estratégica, pensada y consciente con el único fin de intentar salvar su vida?
3- “Pienso en mis hijas, hermanas, sobrinas…”
Entre tantos artículos y comentarios publicados he leído algunos, sobre todo firmados por hombres, que tratan de identificarse con lo sucedido pensando en las mujeres de sus propias familias. Por supuesto que es respetable que a cada cual esto le afecte de distintas maneras. Pero no olvidemos que las familias de los 5 de La Manada no se cansan de decir que son buenos hijos, hermanos y seguramente tíos, porque jamás le harían daño a ninguna mujer de sus propias familias. O por lo menos, este tipo de daño.
¿No sería importante revisar desde qué lugar algunos hombres defienden los derechos de las mujeres, desde qué lugar se solidarizan? Cuando hablamos de las mujeres, de todas las mujeres, tal vez sea necesario salir de lo que “yo siento por ellas” para pensar en “lo que a ellas le corresponde”, sean o no de mi familia, sean o no de lo que considero mío.
4- “No es No”
Está claro el avance que supuso el NO es NO, logrando que esté en la agenda pública la exigencia de respetar la aceptación o rechazo de las mujeres ante el deseo manifiesto de un hombre. No te confundas: un No es un No y lo demás te convierte en un agresor sexual o un violador.
Pero ¿no deberíamos animarnos a ir ya un poco más allá para dejar de naturalizar que sean los hombres los que ostenten la iniciativa de ofrecer y a las mujeres sólo nos corresponda responder afirmativa o negativamente exigiendo respeto por ello?
Sabemos que el deseo sexual habilita el disfrute a cualquier persona, pero no es cierto que aún hoy hombres y mujeres puedan manifestarlo de la misma manera. En muchos ámbitos las connotaciones siguen siendo sexistas aunque se diga o desee lo contrario. Qué podemos esperar de mentes como la del juez Ricardo González a la hora de valorar a una mujer que tome la iniciativa, exprese claramente sus deseos y ofrezca un vínculo sexual, aunque ningún hombre corra riesgos porque ella sí sabe entender un NO!
¿No resulta necesario comenzar a reivindicar el derecho a una sexualidad libre, no sólo exigiendo respeto a la respuesta que ofrezcamos al deseo del otro?
Qué tal esto otro:
“Cuando YO quiera te lo dejaré muy claro y tranquilo que YO sí sé respetar un no”
Aportes a esta nueva vuelta de tuercas
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